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La Ley Antitabaco en otras ciudades

Barcelona

Parte de la historia viva de la ciudad se esfumará

En El Cafè de l'Òpera la sala para no fumadores está en el piso de arriba. Hasta el día 2. Desde que se fundó como tal, en 1929, pero también desde mucho antes -cuando era una tasca-hostal, en el siglo XVIII, o una chocolatería, ya en el XIX y el XX-, esta cafetería de corte vienés frente al histórico Liceu (templo de la ópera en Barcelona) ha acogido a la burguesía catalana, la aristocracia, los movimientos anarquistas, sindicalistas o estudiantiles. Siempre a golpe de pitillo, de pipa o de humo. Siempre en tertulias convenientemente sumergidas en la niebla del tabaco. 'Todo esto se acaba', comenta Toni, un camarero ya curtido en el local. 'Hay turistas no fumadores para llenar el local, pero se perderá algo...'.

Un bullicio de tapas y cañas en la esquina de fumadores

La esquinada zona de fumadores de El Rinconcillo, bar emblemático del centro de Sevilla, registra día y noche un bullicioso ir y venir de cañas y tapas. Bajo la barra hay un recoveco de madera requemada por años de cigarros olvidados. A las dos y media de la tarde hay humo en el ambiente, pero es respirable. Una despistada, cliente poco habitual, se enciende un cigarro fuera del área reservada. Un camarero le llama la atención. Ella arroja el pitillo al suelo y lo pisa. El bar, uno de esos locales de techos altos que conservan la solera de las viejas tabernas, abre desde mediodía hasta pasada la una de la madrugada. 'Aquí tardará la gente en acostumbrarse a no fumar', cuenta Carlos de Rueda, dueño de un bar que data del año 1670.  

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