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La lucha sobrevivió a las manifestaciones

Los portavoces del movimiento por la vivienda digna continúan en la causa

VANESSA PI

Un correo electrónico que se envió y se reenvió. Y consiguió que miles personas se concentraran en el centro de Madrid un 14 de mayo de 2006. Así nacieron la Plataforma por una Vivienda Digna y la asamblea V de Vivienda. Y así se unieron tantas otras agrupaciones que clamaron por políticas que hicieran accesible la vivienda a los ciudadanos. Casi cinco años después, ya no salen a la calle. La misma espontaneidad con que nació el movimiento acabó con él. Quedaron atrás las pancartas, pero no las ideas.

La Ley de Vivienda vasca incluye varias de las principales reivindicaciones que el colectivo ya hacía en 2006. Por ejemplo, el incentivar que los pisos vacíos salgan al mercado, aumente la oferta y por tanto bajen los precios. Quienes clamaron contra la especulación urbanística y alertaron de que el ladrillo no crea una economía sólida, ya insistían hace cinco años en que la vivienda es un derecho. No se trata de que se den pisos gratis, sino de que los precios sean asequibles para todos, sea cual sea su sueldo. 'Una ciudad debería crecer en función del número de sus pisos vacíos', insiste el portavoz de la Plataforma por una Vivienda Digna, Rubén Sánchez.

Con la crisis, los precios de la vivienda han bajado, pero el metro cuadrado, especialmente en las ciudades, aún se paga muy por encima de lo que la mayor parte de la población se puede permitir. 'Mucha gente cree que ya no se construye, pero no es así', añade Jaime del Val, portavoz de la Coordinadora Ciudadana en Defensa del Territorio.

'Los ayuntamientos continúan obteniendo beneficios de los terrenos. La vivienda se ve como un problema económico, no social, y no es así', remata Rubén Sánchez. 'Lo gracioso insiste es que ahora dicen que tenemos que reactivar el sector. Los bancos están recibiendo ayudas públicas porque no tienen liquidez. También podrían vender los pisos que tienen en stock a precios más bajos y contribuir a solucionar el problema', insiste.

'Una ciudad debería crecer en función del número de pisos vacíos', dice Del Val

'Pese a la crisis, no se ha producido un cambio de modelo económico, no se ha apostado por otro modelo de desarrollo. Por tanto, cuando la economía reflote, volveremos al ladrillo', insiste Del Val.

'Esta sociedad civil es débil, ideológicamente hablando', critica Daniel Jiménez, portavoz de la asamblea V de Vivienda. El grupo dejó de existir como tal, aunque en Catalunya continúa en cierta medida activo. La asamblea catalana está ahora formada por personas a quienes sus hipotecas han acabado ahogando. 'Ahora resulta que todo el mundo sabía qué iba a pasar, pero entonces me sentía como un predicador en el desierto', denuncia Daniel Jiménez.

'Los ayuntamientos aún se benefician de los terrenos', asegura Sánchez

Jaime del Val, artista de 36 años, comparte esa sensación: 'Se veía venir, pero quienes se lucraba no quisieron verlo. Para muchos, nosotros éramos el enemigo público número 1, pero luego se vio que teníamos razón'. Activista contra la especulación urbanística y por la conservación del territorio, Del Val también se sumó a aquellas marchas. Entre otras, hoy está al frente del grupo que ha conseguido paralizar la construcción de un hotel en el paraje natural de El Algarrobico, en Almería.

A Rubén Sánchez le metió en el movimiento por la vivienda digna su propia experiencia. Cuando decidió emanciparse, se topó con alquileres astronómicos. 'Me pareció un abuso y una sablada y decidí hacer algo', explica. Ingeniero informático de 29 años, continúa compartiendo un piso alquilado. Cuatro años después, trata de que la Plataforma por una Vivienda Digna crezca. 'Tenemos una lista de correo de unas 8.000 personas', dice. Les mandan mensualmente sus boletines. También tienen un perfil en Facebook y mantienen activa su página web. 'Nos gustaría ser una asociación seria, con algún liberado', reconoce Sánchez.

Por su parte, Jiménez, periodista de 30 años, será el número tres de la candidatura de Los Verdes en Madrid. Continúa alquilando una habitación en un piso compartido. ¿Hay esperanza de que algo cambie? 'Parece que si te manifiestas por la mañana, por la tarde tienes que tener solucionado el problema. Las luchas sociales necesitan una continuidad', asegura.

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