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"Voy a trabajar para que no vengan más inmigrantes"

Entrevista a Xavier Bosch, Director General de Inmigración de la Generalitat de Catalunya

DAVID DUSSTER

Xavier Bosch siempre ha seguido los pasos de Àngel Colom, el actual secretario de inmigración de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Lo acompañó en ERC, en la aventura fallida del PI (Partit per la Indepedència), un año y medio en Casablanca como subdirector de la delegación de la Generalitat en Marruecos y, en la actualidad, como compañero del sector más soberanista de CiU. Ahora, además, es el nuevo directorgeneral de Inmigración de la Generalitat.

¿Los inmigrantes tienen que aprender catalán?

«El inmigrante debe tener claro que hay una serie de valores que respetar»

Sí, y eso surge del gran consenso que hay en este país sobre cómo hay que fomentar la integración, que pasa por la lengua catalana. Y no por algo romántico o patriótico sino porque está demostrado que rompe las distancias entre los autóctonos y el inmigrante.

El nuevo reglamento de extranjería no apoya a los ayuntamientos que aprobaron mociones para que los informes sobre civismo de los inmigrantes fueran vinculantes para la reagrupación familiar.

El reglamento dice que se tendrá en cuenta. Cuando alguien quiere papeles para instalarse en un sitio de manera definitiva debe tener un comportamiento aceptable.

«No es aceptable que aquí circulen personas con la cara tapada»

¿No es eso introducir una doble pena? Si alguien comete un delito o una falta, ya paga una sanción.

Es más disuasorio que otra cosa. La discusión está en las pequeñas faltas de civismo. Los ayuntamientos quieren poner límites a ciertas conductas y esa es una manera de hacerlo.

En el programa de su conselleria se lee que hay que 'huir del buenismo'. ¿Qué significa?

Es difícil de precisar, pero nos referimos a eso de que aquí cabemos todos, de que todos somos buenos... Tenemos que tratar a todos como personas y analizar bien la realidad.

¿No caben todos?

Y menos con la crisis actual. No pueden venir todos los que quieren venir. De hecho las políticas del Estado español y de la UE son de un control muy estricto de las fronteras. Por convencimiento o por la vía legal tenemos que conseguir que no venga todo el mundo. En el futuro habrá que establecer criterios de cupos. La prioridad ahora es integrar a los que ya están. Y solucionar los problemas sociales que la crisis está provocando.

¿Qué propone?

Trabajar para que no venga más gente y anticiparnos a las futuras olas migratorias. Si no, nos pillará desprevenidos, como ha ocurrido recientemente o como pasó en los años sesenta cuando millones de personas llegaron a Catalunya desde otros puntos de España. Catalunya necesita una política migratoria propia que nunca ha tenido.

No la ha tenido porque carece de competencias.

Tenemos que reclamar competencias en extranjería. Somos un país lo suficientemente complejo y maduro para tener una política de inmigración, coordinada con el Estado español o con la UE.

¿La inmigración se percibe como un problema?

Para mucha gente lo es. La inmigración no es un problema en sí, pero el encaje de llegar muchos en poco tiempo crea problemas.

¿La convivencia se ha crispado en Catalunya?

La crisis económica no ayuda. Cualquier crisis es conflictiva de por sí, al margen del origen de las personas, y hay que estar alerta. La convivencia es buena en general pero frágil.

¿La prohibición del burka o los problemas para construir mezquitas dificultan la integración?

Sí, pero el inmigrante debe tener muy claro que este país tiene una serie de valores que no se pueden obviar como, por ejemplo, la igualdad hombre-mujer. En eso no vamos a transigir. Al mismo tiempo también debemos entender que el Islam es una religión más de este país y la administración debe facilitar que los musulmanes dispongan de lugares adecuados y para eso debemos promover el diálogo.

Usted está en contra del velo integral, pero el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya ha denegado la prohibición.

Sigo pensando lo que pienso, al margen de lo que diga el Tribunal. De hecho el TSJC lo que hace es suspender la decisión del Ayuntamiento de Lleida. Que quede suspendido no quiere decir que el ayuntamiento no tenga razón. Creo que es uno de esos valores que no se pueden tolerar. No es aceptable que en nuestra sociedad circulen personas con la cara tapada. Y nuestro Gobierno va a legislar sobre eso. Pero también hay que reconocer que muy pocas personas llevan el velo integral.

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