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La dimisión de un histórico de Chaves abre una fuerte crisis en el PSOE andaluz

Luis Pizarro, consejero de Gobernación y peso pesado de la vieja guardia, da el portazo descontento con Griñán

A. AVENDAÑO / Á. MUNÁRRIZ

El último peso pesado de la vieja guardia de Manuel Chaves asestó ayer un terrible golpe político a José Antonio Griñán en su peor momento. Luis Pizarro, sobre el papel sólo el consejero de Gobernación y Justicia, en la práctica toda una autoridad dentro del PSOE andaluz, abandonó el Gobierno autonómico.

El detonante es su disconformidad con la destitución, prevista para hoy, de Gabriel Almagro, delegado de la Junta en Cádiz. Pero detrás hay más. La marcha de Pizarro es una expresa manifestación de descontento con el rumbo que Griñán ha dado al PSOE andaluz y a la Junta. El presidente pierde a un referente a mes y medio de las municipales, con la Junta asediada por el escándalo de los falsos prejubilados y las encuestas autonómicas dando mayoría absoluta al PP.

El detonante fue la destitución del delegado de la Junta en Cádiz

Con la sustitución de Almagro, Griñán pretendía dar un golpe de autoridad en Cádiz, según varias fuentes del Gobierno andaluz. El jefe del partido en Cádiz, Francisco González Cabaña, afín a Pizarro, va por libre y ha protagonizado sonados encontronazos con Griñán. En el congreso que aupó a Griñán como secretario general del PSOE andaluz, en marzo de 2010, Cabaña dimitió como miembro de la Ejecutiva sólo cuatro horas después de ser nombrado, alegando un 'malentendido' y provocando la irritación del presidente. Recientemente Cabaña ha estado al frente de una rara y finalmente frustrada operación en la que Chaves tuvo un papel secundario, para impedir que la alcaldesa de Jerez de la Frontera (Cádiz), Pilar Sánchez, respaldada por Griñán, volviera a presentarse.

El puñetazo encima de la mesa de Griñán, que quería enviar un mensaje interno cambiando a su hombre en Cádiz, provocó la reacción inmediata de Pizarro, a quien la consejera de Presidencia, Mar Moreno, comunicó la decisión en una reunión a primera hora de la mañana. Pizarro llamó luego al presidente y le tiró un órdago. Si se iba Almagro, se iba él también. 'El presidente no podía aceptar el desafío', explican fuentes del Gobierno. Otras fuentes subrayan que era inasumible para Pizarro la sustitución de un delegado que él había nombrado por otro que iría a Cádiz a hacer oposición a Cabaña.

El presidente firmó el cese de Pizarro ante toda la Ejecutiva regional

Otro episodio había causado antes el enojo de Pizarro, también con Cabaña como protagonista. Durante una visita de José Blanco, vicesecretario general del PSOE, a Benacazón (Sevilla) a finales de marzo, Susana Díaz, secretaria de Organización en Andalucía, le planteó la intención de la dirección regional de evitar que Cabaña repitiese como presidente de la Diputación de Cádiz tras el 22-M. Blanco, cuya interlocutora natural en Andalucía es ahora Díaz, le dio el visto bueno. El episodio disgustó a Cabaña y a Pizarro.

La forma de salida de Pi-zarro tiene miga. No fue un epílogo cortés. Pizarro le mandó su carta de dimisión por la mañana tras la confirmación del cese de Almagro. Y Griñán firmó su decreto de destitución en la reunión de la Ejecutiva regional, celebrada ayer por la mañana en Sevilla. Según ha confirmado Público, alguno de los presentes vio un significado simbólico al gesto: el de arrancarle públicamente los galones a Pizarro.

La salida de Pizarro, que sigue como parlamentario andaluz por Cádiz, abre ahora una crisis de consecuencias imprevisibles en el partido y en el Gobierno. Y llueve sobre mojado. Rafael Velasco, el que era número dos del PSOE-A, precisamente el sucesor de Pizarro, dimitió en octubre de 2010 tras conocerse que la empresa de su esposa en Córdoba había recibido 730.000 euros en ayudas públicas.

Pizarro, Gaspar Zarrías hoy secretario federal de Relaciones Institucionales del PSOE y Griñán eran los hombres de máxima confianza de Chaves. Cuando, en abril de 2009, este dejó la presidencia andaluza tras 19 años, se llevó a Zarrías a Madrid y señaló a Griñán como su sucesor.

Chaves siguió siendo secretario general del PSOE-A y Pizarro, su vicesecretario. Griñán siempre se mostró incómodo con aquella bicefalia. Su convivencia con Pizarro empezó a generar fricciones. Finalmente Griñán logró su objetivo. Un congreso exprés lo nombró líder en 2010 y, ya con manos libres, apartó a Pizarro de la dirección del partido. Aunque lo mantuvo como consejero de Gobernación, el vínculo con él estaba roto. Y su relación con Chaves, muy tocada. Griñán situó como su número dos en el Gobierno a Mar Moreno y confió el mando del partido a los jóvenes, con Velasco como vicesecretario general.

El cambio en el equilibrio de poderes, la llegada de unos dirigentes jóvenes que la vieja guardia veía sin empaque para pilotar la mayor federación del partido, la falta de sintonía con Cabaña y con Pizarro y la espantada de Velasco quizás habrían pasado como anécdotas remando a favor de la corriente. Pero el escándalo de los ERE y las encuestas negativas están abriendo todas las heridas. Y la mayor está en Cádiz. Ayer Cabaña se apresuró a mostrar 'todo el apoyo' a Pi-zarro. Griñán rehusó hacer declaraciones a la salida de la Ejecutiva regional.

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