El líder de los rectores universitarios se ha visto obligado a salir en defensa de sus compañeros. Las críticas a la ineficiencia económica de la universidad pública son habituales pero no es tan común que una entidad de peso como la Fundación CYD ponga cifra a ese supuesto derroche: 2.100 millones anuales de desperdicio. 'Nos ha hecho mucho daño', reconoce Federico Gutiérrez-Solana (Bilbao, 1953).

¿Es la universidad ineficiente?

La respuesta a la inversión recibida es buena. Cuando se nos ha planteado un reto hemos cumplido. Hace 20 años se planteó que no había investigación en la universidad y ahora el 70% de la ciencia que se produce en España sale de la universidad, donde se invierte mucho menos que en otros países.

Les acusan de desperdiciar 2.100 millones por exceso de titulaciones.

Es inexacto. No hay esa diferencia de oferta y demanda y tampoco es cierto que haya un exceso de profesorado teniendo en cuenta que hemos aumentado un 10% la demanda y hemos bajado un 12% la oferta. Partimos de un sistema universitario repartido por autonomías y no es fácil, porque cada comunidad tiene su libertad de establecer su propio sistema.

¿Teme que se aprovechen esos informes para recortar presupuestos?

Ese informe es un error porque la universidad es de los pocos elementos que hay productivos en este país. Hay que invertir en una trama que está siendo rentable. Pero si decimos que no es eficiente ni productivo, lo lógico es que nos recorten, pero estamos recortando el futuro del país.

El informe CYD dice que uno de cada cuatro profesores no investiga.

Tenemos que compararnos con el modelo de las universidades investigadoras y ahí nuestra ratio de profesores es menor que en otros países. En colectivos tan amplios puede que haya un 5% o un 10% de profesores que no cumplen su función investigadora.

¿Qué aporta la universidad a la salida de la crisis?

Le he pedido al ministro de Trabajo que cuando se reúna con el sistema de grandes empresas para buscar soluciones a la empleabilidad se siente con nosotros también y piense que la universidad puede ser una gran empresa.

¿Impondría una tasa a las empresas para financiar la universidad?

Diría a las empresas que tienen beneficio que lo tienen porque negocian bien el conocimiento. Y que ya que lo hacen, una parte de esa buena gestión se debería invertir. Fijemos un fondo de esos beneficios gestionado por todos.