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Mena caricaturiza a quienes perciben el subsidio mínimo

El conseller justifica la polémica reforma amparándose en un fraude que no cuantifica

ALBERT MARTÍN VIDAL

Estupefacto, el líder de ICV-EUiA, Joan Herrera, se lamentaba ayer en los pasillos del Parlament catalán: “Es lo más fuerte que he visto en política”. A su lado, Manuel Bustos, veterano político, presidente de la Asociación Catalana de Municipios, se lamentaba: “Ha sido indecente. Estoy muy decepcionado”.

Acababan de asistir a una desconcertante Diputación Permanente del Parlament, donde los consellers de Bienestar y Familia, Josep Lluís Cleries, y el de Empresa y Empleo, Francesc Xavier Mena, tenían que explicar el caos causado por los cambios en el pago de la Renta Mínima de Inserción (RMI) aplicados en pleno agosto y por sorpresa.

Lejos de rebajar la tensión que ha propiciado en los últimos días con sus polémicas palabras, Mena atizó el fuego con una comparecencia durísima en la que describió las personas que perciben esta renta como un colectivo defraudador. No dio ni un dato; prefirió ir a las anécdotas.

El conseller defendió la decisión adoptada por el Govern catalán explicando la “multitud de irregularidades” que se habían detectado “en sólo un centenar de expedientes” y en la necesidad de actualizar datos. Mena retrató a los perceptores de la RMI como viajeros: “Hay pasaportes con entradas y salidas no comunicadas, pasaportes con entrada el día antes de cobro del cheque y pagos de peajes de autopistas europeas”. También como sujetos de alta capacidad adquisitiva: “Hay cuentas corrientes con saldos elevados, cuentas corrientes con ingresos recurrentes superiores a la RMI, pagos con Visa o tarjetas de crédito de restaurantes”. Y como individuos que gastan en gastos superfluos: “Hay cuentas corrientes con pagos, por ejemplo, en Canal Plus y Gol Televisión”. Y, remató, como gente adicta a la telefonía: “Otro que tiene varios móviles, y sólo lo que paga de móviles es superior a la RMI”.

Mena subió su tono y exclamó, cuando describió otros gastos superfluos: “¡Veterinarios, cuotas de ONG!”. Tampoco faltó la alusión a los perceptores que viven en el exterior –“hasta 60 transferencias de la RMI en bancos extranjeros”– ni a los “divorcios RMI”: parejas donde los cónyuges reciben la RMI tras la separación o gente que lo cobra a pesar de tener “un marido con recursos, patrimonio e ingresos”.

Mientras, a las puertas del Parlament, un grupo de trabajadores sociales recordaba que la mayoría de perceptores están en el umbral más extremo de la exclusión, no pueden ni pagar el alquiler de una habitación y tienen dificultad para poder comer.

PSC, PP, ICV-EUiA y ERC coincidieron en pedir autocrítica al Govern. La socialista Eva Granados lamentaba la actitud “insensible” de Mena, mientras que el líder ecosocialista, Joan Herrera, pedía su dimisión y decía que el Govern es “muy débil con los fuertes y muy fuerte con los más débiles”. Pere Bosch, de ERC, lamentó “el espectáculo del Govern criminalizando a parte de la ciudadanía”, mientras que el conservador Enric Millo decía que “la supervivencia no puede ser un fraude”.

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