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Interior opta por que se desmarquen de la banda antes de ser trasladados

Una treintena sigue un proceso de reinserción en Nanclares de Oca

PEDRO ÁGUEDA

La ruptura del último proceso de paz por parte de ETA comenzó a abrir una brecha entre la dirección y un considerable número de sus presos. El colectivo se había sentido ninguneado durante el diálogo con el Gobierno y más aún cuando sus jefes decidieron hacerlo saltar por los aires, sin consulta previa. El Ministerio del Interior detectó ese descontento y puso en marcha una estrategia que incluía trasladar a centros del norte de España a aquellos que manifestaban su hastío de la 'lucha armada'.

La ley marca como primera condición para iniciar un proceso de reinserción romper con la organización. La treintena que ha ido más allá en su afán de reinsertarse abandonando ETA, pidiendo perdón por escrito y atendiendo a la responsabilidad civil ha sido agrupada en Nanclares de Oca (Araba), disfruta de permisos y algunos, incluso, salen a trabajar fuera de la prisión y regresan a dormir.

La primera exigencia para la reinserción es romper con la banda

Patxi López propone acercar presos si eso favorece su reinserción, pero Interior aguarda a que primero se desmarquen de la banda para trasladarlos. Al menos hasta ahora, el Gobierno ha temido que el agrupamiento cerca de Euskadi refuerce las posturas de la dirección etarra en el seno del colectivo.

La dispersión comenzó a ser aplicada en 1989, en la época del socialista Enrique Múgica al frente de Interior, para evitar que ETA reprodujera su estructura en el interior de las cárceles. Idéntica estrategia se sigue con los narcos gallegos y otras bandas organizadas, que cumplen condena alejados de su comunidad.

Antes de la dispersión, los presos varones de ETA eran agrupados en Herrera de la Mancha y Alcalá-Meco, mientras que las mujeres permanecían en otro penal madrileño. Para esos centros, ETA designaba a un jefe, que ejercía de interlocutor con los funcionarios y mandaba sobre el resto. Con la dispersión, el Gobierno busca fomentar posicionamientos individuales de rechazo a la violencia. Entre 1989 y 1995, 112 presos se desmarcaron de la banda.

La dispersión busca fomentar la disensión en el seno del colectivo

La dispersión, según fuentes autorizadas de la lucha antiterrorista, dejará de tener sentido el día que ETA desaparezca. Sin banda terrorista no hay estructura que evitar, ni disensión que fomentar, razonan. La dispersión puso en el punto de mira a los funcionarios de prisiones. ETA ha asesinado a seis de ellos y uno más, José Antonio Ortega Lara, protagonizó el secuestro más largo en la historia de la banda.

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