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"Tengo al demonio detrás"

El asesino de la mujer embarazada guardaba una carta de despedida en su cartera

ALEJANDRO TORRÚS

'Entró un hombre a la iglesia pistola en mano y fue directamente a la mujer embarazada y le pegó un tiro en la sien. No dudó. Después me miró fijamente y yo le miré inmóvil, pero él siguió hacia delante'. Así hablaba Jesús Herrán, testigo directo del crimen cometido el jueves pasado en la iglesia de Santa María de Chamartín (Madrid). Un hombre entró en el templo y disparó contra Rocío P. E., de 36 años, embarazada de nueve meses y que hoy hubiese salido de cuentas. Su hijo, Álvaro, a quien los médicos consiguieron salvar la vida mediante cesárea, se encuentra ingresado en el hospital de La Paz con pronóstico reservado. El agresor también dejó herida a otra mujer y después se suicidó.

Nadie en el barrio había visto antes a Iván B. C., madrileño de 34 años, autor del crimen, y él no trató de camuflar su presencia. Iván tenía múltiples antecedentes por malos tratos en el ámbito familiar, narcotráfico, resistencia y atentado a la autoridad, entre otros. Pernoctaba en la calle y en distintos albergues. Además, tenía una orden de alejamiento de su expareja, quien se encuentra en estado de avanzada gestación, según informan fuentes cercanas a la investigación. Este hecho es el único que permite explicar su obsesión con la mujer embarazada, a quien no dudó en disparar.

El criminal tenía múltiples antecedentes, entre ellos de maltrato

Rocío, la víctima, no era asidua del templo, según afirmaron fuentes familiares. Sin embargo, ese día, su madre, que había llegado recientemente desde Galicia, la convenció para rezar por un buen parto en el día de San Miguel, patrón de su pueblo (Fornelos de Montes, Pontevedra).

Y fue en la iglesia donde víctima y agresor coincidieron por primera vez. Aunque se desconocen los motivos, el homicida quería actuar en misa. Durante toda la tarde estuvo merodeando alrededor de la iglesia. Incluso preguntó al párroco, Francisco Santos, a qué hora empezaba la misa. 'Eran las 18.50 cuando entró y me preguntó. Noté una persona ansiosa', contaba el padre Francisco. Sin embargo, Iván esperó. Se tomó una cerveza en el bar de enfrente de la iglesia y dos minutos antes de la cita inicial, a las 19.58, entró al templo y sacó su pistola de fogueo modificada para albergar balas. Abrió fuego.

La víctima estaba en el templo con su madre rezando para tener un buen parto

'Tras matar a la mujer, siguió caminando hacia el altar y disparó dos o tres veces más', contó Cati Arana, de 68 años. 'Entonces apuntó a la sacristía donde estaba el padre, pero no disparó. Se arrodilló, se metió la pistola en la boca y disparó', prosiguió. Uno de esos disparos, aleatorio o no, acabó en el tórax de María Luisa F. C., de 52 años. La bala salió despedida por su costado derecho. La mujer se mantuvo erguida, según narran los testigos, y gritó : '¿Qué tengo?'. Jesús Herrán, otro de los testigos, corrió a socorrerla y le tapó con su propia camisa el agujero que le había hecho la bala. 'Tienes un rasguño de nada, cálmate', le tranquilizó Jesús.

Nadie se explica en el barrioqué llevó al agresor a cometer el crimen. Sin embargo, en el bolsillo trasero de su pantalón, en su cartera, guardaba un papel arrugado a modo de despedida. En él confesaba su desesperación por la miseria y la pobreza, aseguraba no tener qué comer y dejó una lapidaria última frase: 'El demonio está detrás de mí'.

 

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