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La curiosa captura de 'Cabeza de cerdo'

El proxeneta más buscado del mundo pactó con la Policía entregarse en un bar de Madrid

Ó. LÓPEZ-FONSECA

Habían pasado poco más de 30 minutos del mediodía cuando aquel hombre de ojos azules, alto, grande y fuerte entró en el Bar Bulevar. Vestía de modo sencillo, con una camiseta de tonos grises, e iba cargado con una voluminosa maleta. A su lado, caminaba otro individuo de aspecto muy distinto. Bien trajeado, era su antítesis. Pidieron dos cafés con leche y los pagaron. Luego, el hombre alto, grande y fuerte cruzó unas palabras con su acompañante y este hizo una llamada: 'Ya estamos aquí', fue su escueto mensaje a la persona que respondió al otro lado de la línea.

Cinco minutos después, varios policías vestidos de paisano del Grupo de Localización de Fugitivos entraban en el bar, situado a escasos metros del Complejo Policial de Canillas, en Madrid, y detenían al hombre del maletón. No hizo falta utilizar la violencia. Ni siquiera ponerle las esposas. 'Acompáñanos', le dijeron, y él obedeció. A su lado, el hombre trajeado, su abogado.

Acudió a su cita con los agentes con una voluminosa maleta y su abogado

Ioan Clamparu, de 42 años y nacionalidad rumana, más conocido por el alias de Cabeza de cerdo y considerado por las policías de varios países como el mayor traficante de mujeres del mundo, fue detenido el pasado 22 de septiembre en Madrid, después de más de una década de huida. Durante todo este tiempo, nadie había conseguido arrestarle pese a ser un objetivo prioritario para las Fuerzas de Seguridad de medio mundo.

También de las españolas, quienes aún tenían clavada en su orgullo la espina de que Clamparu consiguiera burlar en 2004 un operativo policial que pretendía capturarle en una casa de Boadilla del Monte, una localidad residencial de las afueras de Madrid, donde se ocultaba. Sin embargo, una indiscreción, tal vez un chivatazo, permitió a Cabeza de cerdo dar esquinazo a los agentes. Desde entonces, estaba en la lista de los más buscados.

En un primer momento, pretendía entregarse en un juzgado de la capital

De hecho, la Policía comenzó a difundir en noviembre de 2010 su imagen en su página de Youtube para facilitar la colaboración ciudadana. La iniciativa funcionó, aunque del modo que menos esperaban los investigadores. Clamparu, el hombre que supuestamente había traficado con miles de mujeres, que presuntamente controlaba la prostitución callejera en lugares como la Casa de Campo y la colonia Marconi de Madrid, empezó a sentirse inseguro. Temía ser identificado por los vecinos de la vivienda donde aparentaba ser un honrado padre de familia con mujer e hijos. Empezó a limitar sus movimientos, a no salir... hasta que no pudo más.

A comienzos de la semana pasada, su letrado contactó con el Grupo de Fugitivos. Una vez en contacto con sus agentes, les aseguró que Clamparu quería entregarse, pero que temía lo que pudiera pasarle en manos de la Policía. De hecho, les aseguró, prefería entregarse en un juzgado. Su interlocutor le dijo que ese no era el camino: 'Si sufres del corazón, vas al cardiólogo, no al otorrino. Nosotros somos los cardiólogos'. Le convenció.

Ya sólo quedaba concretar dónde y cuándo. ¿Una comisaría? 'Mejor aquí, donde tenemos la unidad', le dijeron los agentes. Aceptó. El abogado sólo puso una condición: dos días para que Clamparu solucionará cuestiones familiares. Finalmente, el 22 de septiembre, poco antes de la hora convenida, Cabeza de cerdo entraba en el Bar Bulevar con su voluminosa maleta, su abogado y muchos silencios. Hasta ahora no ha revelado dónde ha estado oculto todos estos años. Para la Policía, eso es lo de menos. Lo importante es que, por fin, el considerado mayor proxeneta del mundo ya estaba en prisión.

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