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La Policía busca a los dos niños desparecidos en una finca del padre

Los investigadores analizan restos óseos hallados en una fogata horas después de que denunciara la pérdida de los pequeños

A. ALBA/ O. LÓPEZ-FONSECA

La búsqueda de Ruth y José Bretón Ortiz, los niños de 6 y 2 años cuya desaparición fue denunciada por su padre el pasado sábado por la tarde en Córdoba, dejó definitivamente ayer a un lado los rastreos por la ciudad andaluza para centrarse en un espacio muy concreto: la finca que la familia paterna de los pequeños posee en Las Quemadas Altas, un barrio a las afueras de la localidad.

Durante horas, especialistas de la Policía Científica rastrearon de modo exhaustivo los restos encontrado en el área de dos metros cuadrados que había dejado en el terreno una fogata que estuvo ardiendo durante horas la misma tarde que se vio por última vez a los menores. Entre esos restos, los agentes encontraron restos óseos, cuya naturaleza, al cierre de esta edición, aún no había sido concretada.

Una análisis determinará si los huesos son humanos o de animal

Otras unidades especializadas de la Policía, como la Unidad de Subsuelo y la de Guías Caninos, también estuvieron trabajando durante todo el día de ayer en la misma finca y sus alrededores en busca de los pequeños o de algún rastro de los mismos. Agentes de ambas unidades registraron un pozo y una piscina que se encuentran dentro de los límites del terreno, así como las alcantarillas de los alrededores y la ribera del cercano río Guadalquivir sin que, hasta el momento, haya trascendido ningún hallazgo.

Donde sí encontró la Policía objetos para investigar fue en el vehículo Opel Zafira de color verde de José Bretón, el padre de los pequeños. En el mismo, los agentes hallaron un arma blanca y cinta de embalar, que los agentes requisaron en busca de algún indicio sobre lo ocurrido a sus hijos.

En el coche del padre se encontró un cuchillo y cinta de embalar

La Policía comenzó a centrar sus pesquisas sobre la finca de la familia paterna de los pequeños desde el mismo día en el que se denunció la desaparición, según fuentes de la investigación. Entonces, los agentes, siguiendo el protocolo que existe para hacer frente a la desaparición de menores, se desplazaron a los lugares en los que los niños habían estado últimamente, entre ellos la vivienda de los abuelos paternos, donde pernoctaban cuando estaban en Córdoba junto a su padre, y la finca objeto de los registros de ayer. Fue precisamente en este último lugar donde la Policía halló rápidamente un indicio sospechoso: restos de una hoguera aún humeantes.

Ese detalle y el hecho de que el relato del padre sobre la desaparición de los pequeños tuviese numerosas imprecisiones hizo que los investigadores decidieran centrar las pesquisas en el entorno más cercano de los niños. Así, los agentes comprobaron que los críos se habían trasladado con él desde Huelva, donde vivían con su madre, a Córdoba el viernes, y que estos se alojaban en casa de los abuelos paternos. Hasta allí fue a recogerlos José el sábado al mediodía supuestamente para llevarlos a comer.

Sin embargo, a partir de ahí se abre una laguna en el relato que el padre no han sido capaz de rellenar con explicaciones satisfactorias en sus distintas declaraciones, según destacan a este diario fuentes cercanas a la investigación. Según el padre, la última vez que vio a los niños fue sobre las 17.45 de la tarde del sábado, mientras paseaba con ellos por el parque Cruz Conde de la capital cordobesa. Según dijo, se despistó un momento y los perdió de vista. Poco después, telefoneó a un amigo para que le ayudara a buscarlos. Hasta las 18.40, la Policía no recibió la alerta del padre.

El relato sobre la pérdida de los críos no convenció a los agentes

A los investigadores les pareció extraño esta secuencia de los hechos, sobre todo que prefiriera buscar en un primer momento la ayuda de un conocido a la de las Fuerzas de Seguridad del Estado. También les extrañó que dos niños tan pequeños pudieran ir muy lejos sin que de ello se percatara nadie de los que en aquel momento se encontraban en el parque.

De hecho, la Policía no ha podido encontrar ningún testigo que confirmara que el padre y sus dos hijos estuvieran en aquel momento en el espacio verde. 'A esa hora y con el buen tiempo que hacía, el parque estaba abarrotado de gente. Alguien los debía haber visto y, sin embargo, nadie los vio', destaca un agente consultado.

Por todo ello, mientras la familia materna seguía ayer peinando la ciudad y empapelando sus calles con fotos de José y Ruth, la Policía decidió centrar las pesquisas en la finca. Sobre las 14.30 de ayer, el propio progenitor acudió a la finca, donde permaneció mientras se hacía el registro. Al cierre de esta edición, su condición seguía siendo la de testigo, según fuentes policiales. 'Es un pedazo de pan y es imposible que les haya hecho nada a los niños', aseguraba ayer a este diario el dueño de taller situado junto a la finca. Este hombre recordaba que José Bretón, que fue soldado profesional, conductor de autobuses y camiones, y ahora estaba en paro, conoció a su mujer en la Facultad de Veterinaria de Córdoba.

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