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Viaje al epicentro del feminismo gitano

El colectivo, que celebra un congreso mundial en Granada, pide visibilidad y atención política

OLIVIA CARBALLAR

Las gitanas estamos luchando ahora por lo mismo que luchaban las mujeres en general hace 30 o 40 años. Queremos reivindicar nuestros espacios, queremos hablar, que ellos sepan que queremos debatir sobre derechos humanos, igualdad, participación política, sexualidad... Llevamos calladas mucho tiempo', explica Alexandrina da Fonseca, coordinadora del I Congreso Mundial de Mujeres Gitanas, que se celebra desde hoy hasta el miércoles en Granada.

Con 'ellos', Da Fonseca se refiere a los hombres gitanos, pero también a las administraciones públicas. 'También tienen que oírnos, porque hay mujeres que llevamos muchísimos años trabajando en el asociacionismo y, desde la política, nunca se ha contado con nosotras para nada. Y si no nos dejan por un lado ni tampoco por el otro, el resultado es que no podemos hacer nada', reflexiona Da Fonseca.

Estas mujeres luchan por lo mismo que el resto hace 30 años

Ella y muchas de sus compañeras proceden de la asociación Romí, ubicada en Granada, la primera organización de mujeres gitanas creada en España hace tres décadas. Ahora, con compañeras de todo el mundo debatirán sin complejos, en el epicentro del feminismo gitano, sobre los principales problemas de un colectivo más que olvidado por la ciudadanía y sus retos en la sociedad del siglo XXI. 'Tenemos que empezar a hablar en serio de las gitanas', resume Diego Fernández, director del Instituto de Cultura Gitana, organizador del encuentro junto al Consejo de Europa.

La visibilidad se convierte, por tanto, en el principal objetivo de este colectivo. 'Si la historia del pueblo gitano ha sido muda, la mujer gitana ha sido una figura invisible que no ha tenido nunca el derecho a expresarse', lamenta Beatriz Carrillo, presidenta de la Federación Andaluza de Mujeres Gitanas Fakali. Con varias carreras universitarias, Carrillo está 'harta de las estigmatizaciones', de que siempre se identifique al pueblo gitano con la marginalidad.

Una activista: «Llevamos calladas tiempo y queremos hablar de todo»

Ella lleva años luchando por mostrar la otra realidad. Denuncia a los gobiernos 'cómplices' de los ataques racistas y considera que para cambiar las cosas y, en concreto, la situación de la mujer, hay que participar en las decisiones. Y ahí es cuando surge el problema: 'Evidentemente, la realidad es que dentro de la política pintamos bien poco, pintamos nada. Por eso, el siglo XXI es nuestro momento, tenemos que reivindicar poder estar en los centros de poder, tenemos que estar', zanja.

Carrillo confía en que el encuentro no sea un 'cartucho quemado', espera que suponga un revulsivo para las 'mentes más ancladas' y que los partidos políticos presten más atención a los problemas de las gitanas.

'El grado de compromiso de los políticos con la población gitana y las mujeres gitanas en concreto depende de las zonas; lo que para algunos políticos puede ser una prioridad, para otros es secundario', opina Gertru Vargas, una de las escasas gitanas que se ha presentado a unas elecciones. Licenciada en Filología, fue candidata en las pasadas municipales por el PSOE al Ayuntamiento de Sanlúcar la Mayor (Sevilla). Ganaron en votos, pero no lograron gobernar.

Vargas, miembro de la asociación Unión Romaní, apuesta también por dar visibilidad al colectivo, pero considera que las mujeres gitanas que participan en la vida social y política lo hacen más activamente que el resto de mujeres, precisamente por las barreras que tienen que superar.

Según el colectivo, las grandes barreras son la falta de formación y, en consecuencia, la falta de un empleo cualificado. Incidiendo en esas carencias, la Fundación Secretariado Gitano desarrolla desde hace más de una década el programa Acceder, con el que se han logrado más de 36.000 contratos.

Sus responsables consideran que en este tiempo se ha producido un avance brutal: 'Cada vez es más normal que ellas participen de la economía familiar aportando un salario', asegura Arantza Fernández, directora del Departamento de Empleo, que explica que al principio la mayoría de los participantes eran hombres. En 2010, sin embargo, de las 12.300 personas atendidas en el programa, el 52% fueron mujeres. De las 2.437 personas que participaron en cursos de formación, el 54,3% fueron mujeres. Y de las 3.716 personas que consiguieron un contrato de trabajo, el 55,2% fueron también mujeres.

El perfil mayoritario es el de una mujer joven, sin formación, sin experiencia laboral demostrable y con hijos o cualquier otra carga familiar. 'Las mujeres gitanas tienen mayores cargas de responsabilidad familiar que las demás mujeres', explica Fernández. Por ello, añade, es fundamental trabajar también con las familias, con su entorno, y realizar un ajuste entre lo que ellas quieren y lo que realmente pueden llevar a cabo para evitar frustraciones. 'Por ejemplo, algunas mujeres quieren ser peluqueras, pero al ser confrontadas con el horario, con el trabajo en sí, se dan cuenta de que no pueden', afirma Fernández.

La Fundación Secretariado Gitano también desarrolla un programa específico, el CAM Romí, para la incorporación laboral de las mujeres gitanas. El pasado año, participaron 267 mujeres y se consiguieron 53 puestos de trabajo.

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