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Elecciones sin líderes

Los votantes ven a Rubalcaba y Rajoy como buenos gestores pero sin brillo

JOSÉ LUIS DE ZÁRRAGA

En el Publiscopio de la primera semana de febrero de 2008, el pronóstico de los electores sobre quién ganaría la Presidencia del Gobierno era muy desfavorable a Rajoy, a quien sólo el 15% veía ganador frente a Zapatero. Ahora, en el Publiscopio realizado un mes antes de las elecciones, el 85% de los electores pronostican la victoria de Rajoy sobre Rubalcaba. ¿Es el mismo Rajoy aquel a quien no se veía como ganador en 2008 y este que se da ahora por seguro ganador? ¿En qué ha cambiado su imagen, si es que ha cambiado?

El mismo perfil de cualidades que el Publiscopio ha aplicado ahora a Rajoy en su contraste con Rubalcaba se utilizó en 2008, cuando era candidato frente a Zapatero. El balance global del perfil era claramente desfavorable al candidato conservador en las elecciones anteriores. Ahora, frente a un candidato distinto y pese a las enormes diferencias que hay en intenciones de voto y pronósticos entre 2008 y 2011, el balance global de imagen vuelve a ser poco favorable a Rajoy, aunque una amplia mayoría le considere como ganador seguro y futuro presidente. Su imagen sigue siendo globalmente débil aunque su posición electoral se haya fortalecido.

El carisma' de Rajoy sigue pareciendo muy pobre para la mayoría de los encuestados

Sin embargo, hay cambios significativos en la apreciación de muchas de las cualidades que se estudian, que pueden explicar en parte la discrepancia entre imágenes personales y votos. En primer lugar, hay que notar que, en general, las diferencias de imagen entre Rajoy y Rubalcaba, hoy, son bastante menores que las que había entre Rajoy y Zapatero en 2008. Además, los cambios han sido mucho mayores en unas cualidades que en otras y mejora más la imagen de Rajoy en los aspectos del perfil que pueden tener mayor importancia estratégica.

Algunos cambios en el perfil de imagen de Rajoy hay que atribuirlos principalmente a la personalidad del adversario, Zapatero en 2008 y Rubalcaba ahora. La diferencia en simpatía personal, que era muy grande frente a Zapatero (el 40 % atribuían mayor simpatía a Zapatero que a Rajoy), se reduce mucho respecto a Rubalcaba (10 %). En capacidad de diálogo, también se reduce mucho la distancia (de 33% a 18%). Y lo mismo sucede con la capacidad para conectar con la gente (de 40% a 18%). En serenidad, la diferencia que marcaba Zapatero (34%) casi desaparece por completo ante Rubalcaba. Son estas cualidades que caracterizaban al presidente en 2008 y en las que la distancia entre candidatos se reduce ahora, no tanto porque Rajoy mejore, como porque no son cualidades propias de Rubalcaba. En la coyuntura actual, sin embargo, son cualidades que parecen secundarias para quien gobierne.

El carisma de Rajoy sigue pareciendo muy pobre, aun en comparación con Rubalcaba, a pesar de resultar este mucho menos carismático que Zapatero en su momento. Se reducen algo las diferencias en otras cualidades asociadas al liderazgo, como la personalidad de líder y el dinamismo, aunque más por defecto de Rubalcaba que por la mejora de imagen del candidato popular. Son cualidades muy importantes para un presidente de Gobierno, pero en ellas el progreso de imagen de Rajoy es pobre pese a que el candidato socialista tampoco destaque en ellas.

Rubalcaba gana al presidente del PP en inteligencia' y en firmeza de carácter'

En habilidad para gobernar, en la que había una diferencia clara (19%) a favor de Zapatero en 2008 lógica entre quien ejercía el gobierno y el candidato de la oposición, la distancia de imagen entre Rajoy y Rubalcaba, candidatos con experiencias de gobierno parecidas, casi desaparece (5%).

Hay dos cualidades en las que, al enfrentarse a Rubalcaba en vez de a Zapatero, el cambio en la imagen de Rajoy es negativo: el candidato socialista amplía a su favor la diferencia en inteligencia (10%) y también en firmeza de carácter (10%). Este último cambio es muy significativo, porque esa cualidad era la única del perfil en la que Rajoy superaba (4%) a Zapatero en 2008.

Por último, se constata un claro progreso de Rajoy en dos cualidades que pueden ser de gran importancia estratégica en esta coyuntura. Zapatero le superaba un 13% en imagen de honradez y ahora es el candidato popular el que supera al socialista por 6%. Y lo mismo sucede en credibilidad: el presidente era 12 puntos más creíble (39% a 27%), mientras que ahora, por el contrario, son tres puntos más (34% a 31%) los que consideran más creíble a Rajoy que a Rubalcaba.

En cuanto a la confianza que suscitan los candidatos cualidad que se estudia fuera del perfil de imagen, hay que notar que tanto Rajoy como Rubalcaba suscitan escasa confianza a los españoles: sólo el 32,2% confían (mucho o bastante) en aquel y el 29,8%, en este. Aunque el nivel de confianza actual en el candidato socialista duplica el que obtenía Zapatero en marzo (sólo un 14,9%), antes de anunciar su renuncia, queda muy por debajo del que éste lograba como candidato socialista en 2008 (43%, como media en los Publiscopios de entonces). La confianza en Rajoy, en cambio, era muy baja como candidato en 2008 (25% como media) y no se recuperó durante la legislatura, bajando hasta sus niveles mínimos en el primer trimestre de este año, pero ha aumentado significativamente en estos meses, del 19,5% en el Publiscopio de marzo al 32,2% en el de esta semana.

Es importante, sin embargo, observar que este aumento de confianza en Mariano Rajoy es muy modesto, incluso nulo, fuera del electorado del Partido Popular. Donde ha crecido mucho la confianza en el candidato es únicamente entre los simpatizantes de su partido: de un 58% en marzo, a un 84% ahora. Esto, sin duda, ha fortalecido su imagen en su electorado natural, pero no aminora la desconfianza con que le ven los demás votantes.

¿Ha cambiado la imagen de Mariano Rajoy de las elecciones anteriores a estas? Hay que concluir que relativamente poco, aunque en aspectos estratégicamente importantes para el resultado el 20-N. Para los electores salvo sus incondicionales, ambos candidatos carecen de un liderazgo fuerte y de gran atractivo, pero tienen capacidad para desempeñar la responsabilidad de gobierno. Entre los dos, se fían algo más aunque no mucho del candidato conservador. La elección entre ellos, por tanto, no va a depender del contraste de personalidades, sino de otros factores de motivación de la participación y el voto. Esta vez las elecciones generales no serán un duelo de líderes.

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