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El malestar generado por la crisis y la corrupción

Más transparencia, más participación ciudadana en los partidos y más presencia de la gente en la toma de decisiones son tres remedios que propone este sociólogo para superar la crisis de credibilidad de la polí

CAROLINA MARTÍN

No hay que desilusionarse', reflexiona el sociólogo y colaborador de la Fundación Alternativas Ignacio Urquizu tras analizar el malestar ciudadano con los políticos. El problema existe en 'términos de opinión pública', pero no es nuevo y se puede encauzar, advierte. Ahora bien, eso requiere que los partidos adopten medidas con una premisa como guía. 'La democracia es, principalmente, información y participación', subraya Urquizu.

Consciente de que la clase política se ha convertido en un problema a ojos de los españoles, el también profesor de Opinión Pública de la Universidad Complutense de Madrid insiste en que este fenómeno es conocido. 'También se produjo en 1995-1996', recuerda, destacando los elementos comunes y las diferencias entre ambos periodos.

El carácter coyuntural del malestar con los políticos, señala Urquizu, viene marcado por el escenario de 'crisis económica y la explosión de casos de corrupción'. Ambos elementos han vuelto a resurgir e influir en la percepción ciudadana, con especial intensidad desde mayo de 2010, coincidiendo con los primeros recortes del Gobierno de Zapatero. En octubre de 2011, un 23,4% de los españoles consultados por el CIS señalaba a la clase política como problema, en línea con los datos de los últimos 18 meses.

La diferencia entre 1995 y 2011, en términos de percepción de los políticos como problema, radica, según Urquizu, en el escepticismo de los españoles después de 30 años de democracia. 'En 1995 se tenía una expectativa más alta de la clase política y los partidos. Ahora, sabemos cómo funciona y la gente se ha dado cuenta de que no era lo que esperaba', remarca el profesor.

El deseo de tener una democracia diferente, añade Urquizu, se percibe en el Movimiento 15-M, donde hay una 'parte fuerte de reivindicaciones políticas, de transformación de los partidos y de participación'. Un movimiento impredecible pero positivo, porque implica que 'la gente se ha decidido a participar en la vida pública y a expresar lo que piensa más allá del voto cada cuatro años'.

El 15-M es positivo porque 'la gente se ha decidido a participar'

Una mayor implicación en el espacio público es importante para reducir el distanciamiento entre políticos y ciudadanos. Y aunque se han dado pasos en esta dirección, como facilitar la afiliación vía internet, el sociólogo apela a la necesidad de corregir 'el déficit de formas de participación política'. Un ejemplo muy claro, explica, se ve en los partidos políticos, que 'deberían ser el nexo de unión entre ciudadanos e instituciones' y un mecanismo para que la gente participase en política.

Sin embargo, transmiten justo la sensación contraria, sostiene Urquizu: 'Cuando están en el poder, los partidos evitan la crítica y esto les lastra. Y, cuando están en la oposición, tampoco son receptivos, porque piensan más en las estructuras orgánicas y de poder'.

El reto está en favorecer una mayor democracia interna. 'Permitiría a los partidos tener contacto real con la sociedad y favorecería la participación ciudadana', argumenta el sociólogo y colaborador de Alternativas, una fundación afín al PSOE.

Urquizu hace hincapié en otra consecuencia de esa percepción negativa: 'La gente piensa primero que la política es un problema; después, que todos los políticos son iguales; y el siguiente paso es preguntarse para qué ir a votar'. En su opinión, 'la derecha tiene cierto interés en poner el foco en la política, porque así genera más antipolítica. Y cuanta más provoque, mayor será la abstención, que tiende a favorecerla'. En este marco, critica cómo los medios fomentan ese debate público que hace el problema más grande de lo que es.

Considera que una buena medida sería impulsar la iniciativa legislativa popular

Ante esta 'lógica', el profesor apela a los posibles remedios que recuperen la cercanía. Como 'un sistema democrático es aquel en el que la gente participa y hay información', Urquizu considera que los partidos 'deberían empezar a dar una vuelta a un montón de cosas'.

Entre ellas, favorecer que la gente participe más en la elección de los líderes y de los candidatos del partido. '¿Cómo es posible que el socio de un equipo de fútbol pueda elegir a su presidente y un militante no pueda elegir a su líder?', se pregunta. También como mecanismo de participación, apunta la necesidad de impulsar 'la iniciativa legislativa popular, que está empezando a tener voz en el Parlamento'.

En el apartado de la información, el sociólogo aboga por mayor transparencia, que sea 'obligatorio presentar los datos de ejecución de Presupuestos' y que cambie la forma de recopilarlos. En su opinión, 'tendría que hacerlo una agencia externa para evitar que tengan un sesgo'. Con estos ingredientes, el escenario de malestar ciudadano puede cambiar. De ahí, la llamada de Ignacio Urquizu a no desilusionarse.


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