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Estudiar derecho, opositar a registrador y aprobar

Con sólo 23 años ganó la oposición de registrador de la propiedad. En la mili, su sargento creyó que se burlaba de él al decirle su profesión

ANTONIO AVENDAÑO

Sería interesante saber si Mariano Rajoy ha hecho alguna vez en su vida una verdadera barrabasada, algo fuera de lugar, estridente, impropio de un chico de buena familia, algo que hubiera dado un gran disgusto a sus padres o a sus profesores que, decepcionados, hubieran tenido que admitir a regañadientes que el silencioso, prudente y modosito Mariano era un pieza.

Pero no, Rajoy nunca ha sido un pieza. Estudió en un colegio privado de León regido por los jesuitas y, más tarde, cuando su padre fue trasladado a Pontevedra para presidir la Audiencia Provincial, en un centro público. En su reciente libro En confianza, el candidato del PP habla con mucho respeto de ambos centros, de cómo en ellos se valoraba el mérito, el esfuerzo, la perseverancia, los conocimientos, 'las consecuencias positivas del orden y de los principios'. Pero como unas páginas más adelante el autor repasa en qué lamentable estado han dejado el sistema educativo las hordas socialistas, entra la duda de si los jesuitas eran tan buenos porque eran tan buenos o lo eran sólo para que se vea lo malos malísimos que han sido los socialistas.

Con sólo 23 años ganó la oposición de registrador de la propiedad

Rajoy fue un estudiante brillante. Hizo derecho en la Universidad de Santiago. Era formal, aplicado y tímido, pero probablemente bastante seguro de sí mismo: el hecho de provenir de una familia acomodada y de prestigio suele dar a sus vástagos un gran aplomo. Como lo da ser el primero de la clase, aunque de esos hay muchos. En cada clase hay siempre un primero de la clase. Lo que no hay casi en ningún sitio es registradores de la propiedad con 23 años. De hecho, fue el registrador de la propiedad más joven de España, asegura su biografía. Y puede que del mundo, aventuramos nosotros.

Cuando sus compañeros de facultad andaban corriéndose juergas, metiéndose en política o colocándose de pasantes en algún bufete, Rajoy se hacía registrador, que debe ser un oficio bastante aburrido, pero escandalosamente bien remunerado. Hay que tener muy buena cabeza para los registros, las propiedades, las hipotecas y todas esas cosas para hacer la proeza que hizo Rajoy. Nadie puede reprocharle que no fuera antifranquista, como tantos estudiantes de su generación: o eliges ser registrador o eliges ser antifranquista, pero no ambas cosas.

Tan extraño era ser eso con esa edad que, según relata él mismo, cuando en la mili le preguntaron su oficio y se le ocurrió decir la verdad contestando que era registrador de la propiedad, 'el sargento, poniendo cara de que a él no le tomaba el pelo ni el capitán general, me gritó más fuerte a que los demás: Pues tú, a limpieza'. Esos seis meses que se tiró limpiando en la mili, que hizo en Valencia en el 80, debió ser lo más extravagante que le ocurrió a Rajoy en su juventud. Eso y algo mucho más serio: estuvo muy cerca de la muerte en un accidente de tráfico en 1979.

La suya debió ser la juventud propia de un joven como dios manda. Nunca se metió donde no debía. Era lo que entonces se llamaba un buen partido. La expresión suena algo antigua, es verdad, pero seguro que a alguien como él no le molesta en absoluto.

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