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El poder del teatro como terapia

Seis mujeres guatemaltecas forman el grupo Las Poderosas, un proyecto de ayuda a víctimas de maltrato

 

PAULA DÍAZ

No quería que mis hijos crecieran sin padre'. 'Siempre hice lo que él quería para llevar la fiesta en paz'. 'Nunca creí que fuera a cumplir sus amenazas'. Estos son los testimonios de tres de las seis mujeres guatemaltecas que forman el grupo Las Poderosas, un proyecto teatral que nació hace tres años como herramienta de ayuda a mujeres maltratadas.

Con terapia psicológica, ayuda jurídica y el escenario como altavoz, sus discursos del pasado se han transformado en proyectos de futuro. 'Salir a festejar, vivir los sueños nuestros verdaderos sueños, no los que otros nos metieron en la cabeza, crear una nueva obra, seguir, que pase el tiempo y seguir...'. Así se despidieron el pasado viernes, después de su estreno en Madrid, que fue financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y Casa de América.

Las Poderosas no estaban solas en el escenario. Algunos de sus hijos también participan en el proyecto. 'Ahora voy a dedicarle una canción a la mujer de mi vida: mi mamá', grita Emmanuel, de 10 años, en una escena.

En Guatemala, más de 7.000 menores fueron víctimas de violencia intrafamiliar

Cuando termina, otras tres pequeñas le recriminan su elección de la canción, que confunde amor con celos y posesión. 'Rata de dos patas, un bicho rastrero, comparado contigo se queda muy chiquito', le cantan a coro. Emmanuel las para: 'Alto, yo no soy de esos'. '¿Ah, no? Entonces vení a cantar con nosotras', le responden.

No es extraño que sus hijos colaboren en la interpretación, ya que ellos también han sido víctimas de la violencia que sufrieron sus madres. Y no son los únicos. En 2010, 59.327 mujeres denunciaron haber sufrido 'violencia intrafamiliar' en Guatemala, según datos del Centro Nacional de Análisis y Documentación Judicial del país, que añade 3.777 niñas y 3.515 niños al número de víctimas. 'Admiro a mi mamá porque es una mujer muy valiente. Y a sus compañeras también. Todas somos grandes mujeres', señala Eva, de 14 años, hija de una de las protagonistas.

Su madre, Adelma Cifuentes, perdió el brazo izquierdo en uno de los ataques de su padre. Ni siquiera se atrevió a hacerlo él. 'Entraron dos hombres con una escopeta en mi casa. Jamás creí que fuera a cumplir sus amenazas de matarme', recuerda Adelma, de 39 años.

Antes de eso, ya había recibido cientos de golpes, insultos y horribles vejaciones. Sus hijos y sus padres también fueron maltratados. Ella intentó denunciar a su marido en varias ocasiones, pero el golpe final, el suyo, no se atrevió a darlo hasta que él amenazó con violar a su hija. Al final, ya con la ayuda del Centro de Investigación y Capacitación y Apoyo de la Mujer (Cicam) de Guatemala, donde conoció a sus compañeras de escenario, consiguió verle entre rejas. 'Tuve muchas amenazas en mi juicio, pero lo logré. Le quedan 22 años en prisión', subraya triunfante.

'Las elegí porque ya estaban listas para ayudar a otras', explica su psicóloga El grupo de teatro se creó después de que las 'actrices' fueran elegidas como protagonistas del documental Hoy puedo ser, de quien hoy es el director de la obra, el dramaturgo argentino Marco Canale. Después, con Las Poderosas, tanto Adelma como Lesbia, Telma, Telva y Rosa Verónica que también han sufrido problemas familiares se han reencontrado con su autoestima.

Todas aseguran sentirse realizadas al saber que con su obra animan a otras mujeres a dar el paso para salir de situaciones de maltrato. 'Yo las propuse para el documental porque ya estaban listas para hacer algo por otras mujeres', explica María del Carmen Navarro, que fue su psicóloga en el Cicam y ahora se ha unido al grupo de teatro con sus 'amigas'. 'Yo ya no pinto nada; ahora son ellas las que dan talleres como este en organizaciones de mujeres', añade Canale.

'Antes de hacer teatro, no podía mirar a la gente a los ojos, iba siempre con la cabeza así', recuerda Lesbia Téllez, mientras hace un gesto apoyando su barbilla casi sobre su pecho. Ella se casó con 17 años, los mismos que tardó su marido en irse de casa 'con una más joven'. Hasta entonces, Lesbia sufrió 'todos los tipos de violencia: física, sexual, psicólogica...'. 'Y no lo supe hasta que una amiga me animó a pedir ayuda', detalla agradecida.

Algo parecido le ocurrió a Telva Ajín, que buscó ayuda psicológica para su hijo después de su separación y descubrió que era ella quien la necesitaba. O el de Telma Sarceño, que acudió al Cicam en busca de ayuda jurídica y acabó también en terapia. Ahora todas se reconocen como 'grandes mujeres' que ayudan a otras. ¿Un consejo? 'Que las jóvenes como yo, que somos el porvenir de un mundo mejor, que no se dejen, ¡que no sólo de sufrir se trata!', concluye Eva.

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