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El hombre que resistió inmutable

Para Mariano Rajoy Brey (Santiago de Compostela, 1955) la reconciliación llega tras dos intentos fallidos

 

YOLANDA GONZÁLEZ

Anoche se reconcilió con el balcón del número 13 de la madrileña calle de Génova, ese desde el que los dirigentes del PP salen a agradecer a los simpatizantes el apoyo prestado en las urnas. Para Mariano Rajoy Brey (Santiago de Compostela, 1955) la reconciliación llega tras dos intentos fallidos. No pudo ser retratado como presidente electo del Gobierno en 2004. Tampoco en marzo de 2008, cuando cerró sus palabras al público con un misterioso 'adiós' que hizo pensar que había tirado la toalla. Mucho ayudó a esta interpretación la entrada en escena de Elvira Fernández, Viri.

Llevaba su marido un minuto y 50 segundos dando las gracias a sus simpatizantes cuando se escucharon gritos de '¡Mariano, Mariano, Mariano es cojonudo...!'. Ella salió al balcón. Él la besó en la frente. Se abrazaron. Daba la impresión de que había aparecido para ser testigo del último día de un ciclo en la carrera política de Rajoy. Pero no fue así. Han pasado casi cuatro años. Hoy es la mujer del político que los ciudadanos han votado para presidente del Gobierno. También Viri se ha reconciliado con el balcón.

Licenciado en Derecho y registrador de la propiedad es titular de una plaza en Santa Pola (Alicante), el líder de los conservadores presume de que en política lo ha sido casi todo. Empezó 'pegando carteles' de la Alianza Popular de Manuel Fraga, recuerda siempre que tiene ocasión. Y de ahí llegó a ser diputado regional, concejal, presidente de Diputación Pontevedra, diputado nacional, vicepresidente de una comunidad autónoma Galicia, ministro de varias carteras y vicepresidente del Gobierno.

Muy fiel a su estilo, exprimido hasta la saciedad en los últimos meses, su paso por los ministerios de Administraciones Públicas (1996-1999), Educación y Cultura (1999-2000), Interior (2001-2002) y Presidencia (2000-2003) se caracterizó por un perfil bajo. Pocas aportaciones relevantes se le recuerdan. 'Soy previsible', repite hasta la saciedad el hombre al que el rotativo británico The Guardian ha llegado a retratar como 'el maestro de la ambigüedad'.

Si hay algo de lo que está especialmente orgulloso es de su paso por Interior, etapa que le une al socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre al que ha derrotado.

Sin embargo, las cifras nublan una gestión de la que Rajoy siempre saca pecho. En 2002, con él al frente de esta cartera, España registró el récord de delitos: casi dos millones. Tampoco pasa inadvertido que entre febrero de 2001 y enero de 2002 no hubiera una sola operación policial contra tramas de corrupción, según revelan los datos del citado departamento.

Pasó por cuatro ministerios haciendo gala del perfil bajo que le caracteriza Uno de los momentos más delicados de su trayectoria política lleva el nombre de un petrolero, el Prestige, hundido frente a las costas de Galicia su tierra en noviembre de 2002. José María Aznar delegó en él la coor-dinación de las labores de limpieza del chapapote. Pero no fue precisamente coordinación lo que logró con una gestión muy cuestionada regada de frases que ya han pasado a la historia. Baste sólo un ejemplo. Cuando casi nadie tenía duda de la catástrofe ecológica que la fuga continua de fuel al mar estaba provocando, no se le ocurrió mejor forma de explicar lo que sucedía que esta frase: 'Del Prestige salen unos pequeños hilitos [...] con aspecto de plastilina'.

Al igual que en política, puertas adentro del PP también ha sido casi de todo. Desde militante de base a vicesecretario general, pasando por la dirección de las campañas que proporcionaron las victorias de 1996 y 2000 a Aznar, el hombre que en septiembre de 2003 le señaló con el dedo y le dijo eso de tú eres el elegido para sucederme.

Todavía por esas fechas le quedaba vivir otro de los momentos más difíciles de la última legislatura de Aznar: los atentados del 11-M. Tampoco este episodio está huérfano de otra de su frases gloriosas. Se la regaló al diario El Mundo el 13 de marzo de 2004, jornada de reflexión previa a la cita electoral que llevaría a José Luis Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno. 'Tengo la convicción moral de que ha sido ETA', declaró Rajoy. Un día después de estas palabras sufrió la primera derrota en las urnas.

Su primera legislatura en la oposición fue la del choque continuo con el Gobierno en materia de política antiterrorista y la del comienzo de los enfrentamientos a cuenta del Estatut de Catalunya. La segunda, arrancó tras la derrota de marzo de 2008 y ha estado marcada por una gran crisis económica. Es la que tiene más reciente en la memoria. Por cercanía en el tiempo y porque muchos de los que la noche electoral le habían jaleado al grito de '¡Mariano, Mariano, Mariano es cojonudo...!' se levantaron al día siguiente convencidos de que a lo mejor no lo era tanto.

Cuando no se había recuperado de la crisis interna de 2008, estalló el caso Gürtel'  Llegaron entonces los denominados 'lunes negros' de Mariano Rajoy. Esos días en los que los cimientos del partido se tambaleaban, bien con la salida a escena de algún destacado dirigente conservador cuestionando su liderazgo, bien con la fuga de algún referente de la derecha como la expresidenta del PP vasco María San Gil y la víctima de ETA José Antonio Ortega Lara. O bien con manifestaciones a la puerta de la sede del PP en la que gente que supuestamente le había votado, agitada por determinados sectores de la derecha mediática, le pedía que se fuera. Pero no se fue. Su capacidad de resistencia crecía al mismo tiempo que el denominado 'sector crítico' iba sumando nuevos adeptos.

Pese a los amagos, ni Esperanza Aguirre ni Juan Costa se atrevieron a presentar una candidatura alternativa a la de Rajoy, que fue reelegido presidente nacional del PP en el XVI Congreso que el partido celebró en Valencia en junio de 2008. Lo hizo con un apoyo que después le daría más de un dolor de cabeza: el de Francisco Camps.

Valencia supuso un bálsamo para el líder del PP. Pero muy fugaz. No se había curado de las heridas que le dejó la etapa precongresual cuando en febrero de 2009, en plena campaña de las elecciones gallegas y vascas, estalló el caso Gürtel. Este escándalo de corrupción que ha dejado por el camino a alcaldes, parlamentarios del PP y a un presidente autonómico, el propio Camps, ha servido para que puertas adentro del partido se acuñe la expresión 'método Rajoy'. Consiste en dejar que los asuntos se enquisten sin tomar una decisión hasta que es el principal protagonista el que da un paso atrás. Es lo que ocurrió con el expresident, sí. Pero también lo que sucedió con Jaume Matas en Balears, imputado en el caso Palma Arena.

Mariano Rajoy ha amanecido con el respaldo para ser presidente. Sabe que lo que le espera no es fácil, pero dice sentirse preparado. Su equipo defiende que detrás de su ambigüedad descansa una estrategia muy calculada para no desvelar ningún plan hasta que toque. Hoy toca.

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