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Génova, sala de espera de una victoria anunciada

Los conservadores confiaron en su victoria desde el comienzo de la jornada

HÉCTOR JUANATEY

Cuando la única expectación es si se obtendrá o no una mayoría absoluta, se hace complicado que la jornada electoral transcurra con sorpresas o grandes sobresaltos. Génova 13, sede del PP, fue durante la tarde y noche del domingo cuna y remanso de tranquilidad y alegría: la sala de espera de una victoria anunciada.

Con las encuestas preelectorales y los sondeos posteriores a pie de urna de su parte, los conservadores simplemente aguardaron a que el comienzo del escrutinio diera el toque de realidad a lo esperado. Y ni siquiera, porque la coordinadora de la campaña electoral del PP, Ana Mato, ya daba por ganadas las elecciones cuando todavía no había salido un solo dato oficial.

Por haber, no hubo ni cambios de ánimo cuando RTVE hizo públicos los datos de la Demoscopia. 'Nuestros números apuntan a que obtendremos entre 180 y 190 diputados', anunció Mato. En la calle, mientras, cientos de personas hacían suyo eso de que el éxito de una noche depende del tamaño de una fiesta. Apenas pendientes de los resultados que iban saliendo en una pantalla gigante, los simpatizantes conservadores ondeaban las banderas del partido y de España —también había muchas valencianas— al ritmo que les marcaba un Dj.

Génova no tuvo que esperar a los datos para declararse ganadora 

El escrutinio avanzaba y en Génova apenas se hacía necesario valorar los datos. De Cospedal compareció ante la prensa, sin admitir preguntas, cuando el recuento no superaba ni el 50%. No hacía falta, lo tenía claro: 'El PP ha obtenido la mayoría absoluta más amplia de su historia', dijo. Y añadió, por si acaso: 'Es el mejor resultado de la historia del partido'. Fue ella también la que afirmó, ante la sorpresa de los profesionales de la información que la siguieron, que el líder de la formación, Mariano Rajoy, no solo saldría al balcón sino que comparecería para valorar los resultados.

Así fue. Cuando el escrutinio cerraba el cerco en los 186 diputados del PP, Rajoy subía al atril de la sala de prensa. Exultante, exclamó: 'Estoy preparado para ser el presidente de todos'. Fuera, Génova estallaba mientras sonaba 'Paquito el chocolatero'. Rajoy, lanzado, siguió: 'No solo vamos a darlo todo, sino que vamos a darlo con todos'. No obstante, también quiso rebajar el entusiasmo. 'No van a producirse milagros; no lo hemos prometido', advirtió.

El siguiente paso se hizo hasta aburrido, casi por obligación. Rajoy salió al balcón para dirigirse a sus votantes, pero fue escueto, menos entusiasta que en las últimas elecciones municipales. Eso sí, terminó del mismo modo: avisando de que mañana se pondría a trabajar.

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