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La reforma laboral de Rajoy, tema de cotilleo

Dar por descontada la huelga general es presentarse como una víctima

ERNESTO EKAIZER

Quién dijo que 'en la política no existe la herencia a beneficio de inventario y que sabíamos y sabemos lo que nos espera; y sabemos que se nos juzgará por lo que consigamos y no por lo que intentemos, o por cómo nos hayamos encontrado las cosas?'. ¿La misma persona que ayer de pie, en los conciliábulos previos al comienzo de la cumbre, explicaba la herencia que le habían dejado a dos primeros ministros? Sí, la misma persona: Mariano Rajoy.

Ayer, Rajoy contaba sus planes inmediatos a su colega de Finlandia, Jyrki Katainen, que 'este viernes [por el pasado 27 de enero] hemos hecho la Ley de Estabilidad, el viernes que viene la reforma financiera, luego la laboral. Esta me va a costar una huelga'. Acto seguido, lo hacía ante el primer ministro de Holanda, Mark Rutte: 'Siempre es duro, pero ahora viene lo más duro. Ahora vienen los asuntos más complicados. Es que nos dejan una herencia muy complicada, con más del 8% de déficit. Las previsiones de crecimiento este año son muy malas'.

El BCE exige cambiar la negociación colectiva y contrato desregulado juvenil

Sabemos, por tanto, que el presidente del Gobierno tiene 'descontada', para utilizar el lenguaje de los mercados financieros, una huelga general. Se presenta, vaya, como una víctima. Incluso, tras explicar la inevitable huelga, Rajoy sonríe. Pero, ¿cómo lo sabe? Y ¿cuál es, caso de que exista ya, el borrador de su reforma laboral? Hasta el momento lo que ha dicho a los dirigentes sindicales, en las entrevistas que tuvieron lugar en Génova, tras las elecciones del 20-N, es que la carta de Jean-Claude Trichet y de Miguel Ángel Fernández Ordoñez a Zapatero, del viernes 5 de agosto de 2011, tiene que ser aplicada con celeridad. Esa carta, como la dirigida por Trichet y Mario Draghi a Silvio Berlusconi, exigía el compromiso de que se haría una reforma para acabar con la negociación colectiva e instaurar un contrato de empleo juvenil completamente desregulado.

Estas exigencias se planteaban como condiciones ante la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de comprar deuda pública española e italiana en los mercados secundarios. Pero ahora esa compra ya no es fundamental. Porque el BCE ha decidido dotar de liquidez a los bancos privados al 1% para que estos lo inviertan a tipos más elevados que pagan los bonos públicos. Esta es la vía para mejorar las cuentas bancarias y reducir los tipos de interés estratosféricos cobrados por los mercados.

Por otra parte, el BCE no tenía alternativa. O sí: dejar caer a varias entidades financieras europeas, varios Lehman Brothers, vaya, cuyo acceso a financiación de mercado estaba clausurada. Por esta razón, Draghi dice que esa liquidez ha servido para evitar una deriva grave de la crisis financiera.

España va hacia el segundo hoyo de la recesión y los 5,8 millones de parados

Así que mira por dónde, el BCE exige que el Gobierno de Rajoy cumpla su parte, aunque la estabilización a la baja de los tipos se haya conseguido por otros medios a los prometidos por Trichet en agosto pasado.

Aunque ya es habitual, Grecia ha vuelto a copar la atención en las horas previas a la reunión del Consejo Europeo a raíz de la propuesta de Alemania de nombrar un comisario europeo para que fiscalice, nunca mejor dicho, los planes de ajuste adicionales que deberían implementarse.

Es decir: ya no basta con tumbar un gobierno que amenaza con consultar a los ciudadanos, como ha sido el caso de Yorgos Papandreu y designar a 'uno de los nuestros', como Lukas Papadimos. O Mario Monti en Italia. Hay que ir al control directo, a través de un comisionado de Bruselas. Nuestro hombre en Atenas.

Pero esta amenaza tiene relevancia para España. Zapatero ha vuelto a decir el pasado fin de semana que la historia le absolverá por haber evitado el rescate que ha afectado a Grecia, Irlanda y Portugal. Y Rajoy anticipa que, pese a la huelga general, se apresta a aprobar la reforma laboral. Aquí el juego es a ver quién la tiene más larga a la hora de hacer esa reforma.

Lo de menos parece ser esa reforma, si tendrá algún efecto en un país que ya se despeña hacia el double dip (segundo hoyo de la recesión), proa a los 5,8 millones de parados a finales de 2012 que el ajuste fiscal en marcha va a asegurar. La mayor es que se trata de cumplir con la receta de Angela Merkel. Al paso que vamos, la historia tendrá que absolver a más de uno.

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