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Rajoy exhibe su poder: "No debo nada a nadie"

El líder del PP dice ahora que no tolerará 'negligencias' ni 'despilfarros'

Y. GONZÁLEZ / M. J. GÜEMES

Mariano Rajoy hizo ayer suya la definición que de él hacen los que le conocen en el día a día, cuando cierra la puerta de su despacho y se dispone a dirigir el PP. Esa definición que apunta a que se le ve venir. Pero que es él quien controla el cómo y los plazos. 'Algunos dicen de mí, no sé si como elogio o como crítica, que soy previsible, que pienso las cosas y que manejo los tiempos', sostuvo en su discurso de candidatura ante el plenario. Se afilió sin que se lo 'mandara nadie', recordó, y después hizo 'todo' lo que le mandaron. A más de uno no se le borraba la sonrisa de la boca mientras asentía.

Por eso, porque maneja los tiempos al entender que el 'pensar las cosas' es 'una forma elemental de prudencia', Rajoy ha esperado cuatros años para lanzar un mensaje a aquellos que no le hicieron las cosas fáciles antes y después del anterior congreso. Desde su propio partido y desde sectores de la derecha mediática. 'Hace años me propuse conservar mi independencia y lo he conseguido. No debo nada a nadie, ni tengo más compromisos que con vosotros y los españoles', proclamó.

No obstante, por si pudiera haber sonado demasiado presuntuoso o revanchista, se apresuró a precisar que nadie debe temer que se le suba el cargo a la cabeza. 'Podré cometer otros errores, pero después de todo lo que he pasado, no corro ningún peligro de envanecimiento', advirtió.

Su discurso estuvo plagado de alusiones a todos los triunfos de los últimos años, pero intentó huir de la euforia. 'Otra cosa es que tengamos que disimular los éxitos o pedir perdón por ellos. De eso nada'.

En un momento en el que determinados sectores del PP insisten en la importancia de que Rajoy no se olvide del partido y este mantenga su actividad paralela a la del Gobierno, su presidente hizo una férrea defensa de sus siglas. 'En los gobiernos se está y se deja de estar; las alcaldías se ganan y se pierden, pero el partido sigue, el partido permanece, el partido es lo estable', añadió.

Por ello, puso deberes a los suyos, que en los últimos años le han dado más de un quebradero de cabeza con imputaciones en escándalos de corrupción alterando el funcionamiento normal del partido. Los nombres estaban en la cabeza de todos: Gürtel, Brugal, Palma Arena.

El mismo hombre que ha permanecido en silencio cada vez que uno de sus dirigentes era imputado o pasaba por los juzgados demandó ayer el partido que sea 'un modelo de conducta'. 'Política y moral'.

'No podemos admitir negligencias, ni tolerar despilfarros, ni inventar problemas donde no existen, ni que cunda la discordia. No estamos para eso', añadió, para después ser más contundente. 'No aceptaremos que la mancha de una excepción contamine la buena fama de todos', advirtió. Pero, a continuación, sembró alguna duda: 'No digo que no quepa un desliz. Podemos tener caídas como todos'.

Desde el estallido de Gürtel, en 2009, el PP ha desplegado toda una batería de medidas contra la corrupción y la transparencia que han sido sistemáticamente incumplidos hasta la fecha. Está por ver si en esta nueva etapa no vuelven a quedarse en papel mojado.

Respecto a los retos más inmediatos, Rajoy se volcó en apoyar a Javier Arenas, su candidato en Andalucía. 'Yo confieso, sin ningún pudor, que ya estoy sintiendo la alegría por el triunfo en las elecciones andaluzas', declaró.

Tampoco pasó por alto Asturias, que también celebra elecciones el 25 de marzo. 'También voy a apoyar a Cherines [Mercedes Fernández] y al PP de Asturias, que ha pasado por momentos difíciles', se comprometió al tiempo que abogó por un Gobierno en el Principado que 'busque el acuerdo'. Un pacto 'moderado, con mesura y tranquilo'. En definitiva, todo lo contrario de lo que ha ocurrido en la relación entre su excompañero Francisco Álvarez-Cascos y su anterior cabeza de lista, Isabel Pérez-Espinosa.

Han sido muchas las veces en las que Aznar ha leído la cartilla a Rajoy. Ayer, sin embargo, se notaba algo más de sintonía. El expresidente del Gobierno le demandó que agilizara su agenda reformista. Rajoy no le quitó la razón en su discurso. Y le respondió que ahora sí toca. Que 'es la hora de las respuestas'.

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