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Rajoy responde a las marchas anunciando nuevos sacrificios

El presidente defiende su reforma laboral como 'justa, buena y necesaria para España'

 

M. J. GÜEMES / Y. GONZÁLEZ

Al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se le ve preo-cupado. Por un lado, a causa de los datos económicos que le van llegando. Por otro, al ver cómo los ciudadanos se lanzan a la calle para protestar contra sus reformas.

Desde que llegó al poder, la derecha no ha hecho más que pintar un panorama negro y desolador. '¡Ojalá nuestra situación económica hubiera tocado fondo! No es así. ¡Ojalá tuviéramos una herencia como la que dejó Aznar en 2004!', se lamentó ayer Rajoy en la clausura del 17º Congreso del PP en Sevilla.

El líder de los conservadores siempre proclama que dirá la verdad a los españoles. 'Yo no voy a engañar a nadie', volvió a repetir en lo que se ha convertido ya en una frase habitual de su guión mitinero. Rajoy expli-có que en la actualidad es más complicado 'frenar el deterioro que construir'. Y se escudó en que él está realizando lo 'más urgente y desagradecido', que es 'poner barreras a la destrucción'.

Mientras los ciudadanos le mostraban su descontento por las medidas adoptadas, él no podía escuchar sus gritos porque estaba en pleno discurso de reelección como presidente del partido. Pero el eco tuvo que llegarle porque centró buena parte de su intervención en responderles.

Rajoy quiso mandar un mensaje para los manifestantes. Recordó que los problemas son 'extraordinariamente graves y no se van a resolver en dos tardes'. Admitió que, precisamente por eso, seguirá actuando para resolver la situación y avisó de que el camino será muy duro porque los pasos que se den 'no siempre serán agradables'. Se comprobará el próximo 31 de marzo con la presentación del proyecto de Presupuestos, donde se deben recortar más de 20.000 millones de euros.

'Si queremos que España crezca y cree empleo, hay que hacer esto que hemos hecho. Así lo creo, así lo siento y así se lo digo a todos los españoles', sentenció mientras anunciaba que seguirá tomando decisiones 'sin vacilaciones y sin perder un minuto'.

El jefe del Ejecutivo defendió con fervor la reforma laboral que acaba de aprobar en Consejo de Ministros. A su juicio es 'justa, buena y necesaria para España'. 'Es la reforma que se necesita para evitar que seamos el país que destruye más empleo en toda Europa, para situarnos al mismo nivel que los países más avanzados, para modernizar nuestra legislación y para, sobre todo, acabar con las injusticias y las discriminaciones que arrastraba nuestro mercado de trabajo', destacó.

Mientras Rajoy expresaba su deseo de que la sociedad comprenda los sacrificios que se tienen que hacer, las movilizaciones se sucedían. Dijo confiar en que se arrime el hombro sin 'desarborlar la voluntad mayoritaria de recuperación', sin 'entorpecer la tarea de Gobierno' y sin 'poner obstáculos'. Sin duda, un recado para sus adversarios políticos pero también aparentemente destinado a las organizaciones sindicales.

Durante la reunión que mantuvo a primera hora con su recién nombrado Comité Ejecutivo, Rajoy insistió en que el PSOE va a acusar a su formación de 'no acertar' y que va a tratar de echarles la culpa de lo que está sucediendo, cuando son ellos, acusó, los que 'nos han traído hasta aquí'. 'Nosotros a los sindicatos no les hemos hecho nada', destacó ante los suyos a puerta cerrada.

En el acto de clausura del cónclave, se mostró convencido de que la actitud de la gente 'va cambiando': 'No es que vean ahora la salida, pero ahora creen que existe una salida, ahora creen que podemos alcanzarla'. Aseguró que con sus recetas se saldrá adelante. En las marchas se ponía en evidencia todo lo contrario: que estas no son la solución adecuada. Desde que se puso al frente, Rajoy ha incumplido dos veces su palabra: subiendo los impuestos y abaratando el despido, dos cosas que en campaña electoral aseguró que no haría.

Dijo que no le gustaba nada subir los impuestos pero que no le quedó más remedio porque 'muchas personas necesitan una oportunidad' y el aumento de la presión fiscal es la única salida ahora para 'garantizar que habrá dinero para lo imprescindible: pensiones, sanidad y educación'.

También comentó que no aprobará la Ley de Estabilidad Presupuestaria para borrar los números rojos, sino con la mente puesta en 'la cara real de la crisis que se oculta detrás del paro y de la deuda'. El presidente buscó justificación. Mantuvo que lo tiene que hacer por los cinco millones de parados, por los jóvenes 'que ni siquiera saben lo que es perder el empleo porque nunca lo han tenido' o por esos abuelos que 'estiran sus pensiones para ayudar a sus familias y que ven cómo sus hijos viven peor que ellos'.

Tan buenos argumentos encontró que pidió a los suyos que cuando reciban críticas, los utilicen. Que digan que están pensando en los que 'peor lo pasan'. Ni una palabra de que con las modificaciones que se han introducido en el mercado de trabajo se perjudican los derechos de los trabajadores frente a los empresarios. En el PP temen que el malestar social vaya en aumento cuando la gente vea que hay efectos a corto plazo. Pero Rajoy presumió de que su Gobierno 'ha puesto en marcha en siete semanas más reformas que los socialistas en siete años'.

En cuanto al partido, Rajoy aseguró que del cónclave sale un PP 'remozado y fresco'. 'No hemos venido a resolver querellas internas porque no las tenemos. Tampoco a preguntarnos por nuestra razón de ser como partido porque la hayamos extraviado, ni a improvisar ideas de recambio porque se nos hayan gastado las anteriores', señaló.

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