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La doble vara de medir del PP andaluz

RAÚL BOCANEGRA

'Con el PP, la austeridad no será una exigencia moral, sino un imperativo legal. Tiene que ser para todo, salvando la educación, porque nos jugamos el empleo del futuro; la sanidad, porque nos jugamos la vida, y las políticas sociales, porque no abandonaremos a nadie”. Esta es una frase rescatada de la hemeroteca, pronunciada  por Javier Arenas en junio de 2011, justo después de ganar holgadamente las elecciones municipales y a pocos meses de repetir victoria en las generales del 20N. El presidente del PP andaluz tiene esta vez, a la cuarta, su gran ocasión, alcanzar al fin el Palacio de San Telmo y gobernar en la única Comunidad que se le ha resistido hasta ahora a la derecha.

La decisión del presidente José Antonio Griñán de alejar lo más posible las autonómicas, previstas para el próximo 25 de marzo, de la gran debacle socialista del 20N, es una piedra en el camino que el PP andaluz aún tiene que sortear. De haberse celebrado los comicios conjuntamente con las generales, Arenas sería ahora presidente de Andalucía con una histórica mayoría absoluta y el PP acumularía más poder que nadie en la etapa democrática, más poder que el PSOE en 1982 y 1983. Sin embargo, todavía hay un partido que jugar.

Cuando Griñán tomó su decisión, en sus cálculos electorales entraba lo que está sucediendo precisamente ahora. Por un lado, la fuerza de choque conservadora, esos alcaldes del PP elegidos en las municipales de marzo de 2011, ya tiene un año después abolladuras en su reluciente armadura y, por otro, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante la profundidad de la crisis, y el impulso y legitimidad de su mayoría absoluta, ha tomado impopulares decisiones. De algún modo, la aplastante victoria conservadora en dos elecciones consecutivas, y el desgaste socialista por estar al frente del Gobierno en un momento en el que el huracán económico ha destruido las expectativas de cientos de miles de personas y familias, no parecen ahora factores decisivos de cara a estos comicios.

En cambio, sí ha surgido como asunto determinante la necesidad que tiene Arenas de vencer las últimas resistencias al vértigo de un cambio de Gobierno que sería histórico en Andalucía. Y para eso, necesita que su discurso se sostenga, que tenga credibilidad. En este sentido, Rajoy ha dado una oportunidad a su amigo con su decisión de retrasar hasta el 30 de marzo, cinco días después de las autonómicas, la presentación de los presupuestos generales del Estado, que todo el mundo da por hecho que van a ser brutalmente restrictivos y, como consecuencia, podrían llevarse por delante las expectativas electorales de Arenas. Sin embargo, otras decisiones del Gabinete de Rajoy, de sus compañeros de partido, singularmente el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, a quien Arenas ha situado como modelo en diversas ocasiones, y también suyas propias sí minan la credibilidad del discurso que ha mantenido en los últimos meses y, además, en aspectos centrales del mismo. En resumen, ¿Suena creíble a día de hoy la frase de Arenas que inicia este artículo y que este pronunció en junio?

Sigue una serie de asuntos, escogidos por este diario, en los que Arenas y el PP no han resuelto determinadas contradicciones.

1. Corrupción

El PP agitará la corrupción a lo largo de la campaña, como ha hecho desde que se destapó el monumental escándalo de los ERE fraudulentos. Sin embargo, el PP, que se ha pasado meses, con fundamento, pidiendo dimisiones de personas que no están ni siquiera imputadas, ha decidido proteger al alcalde de Alhaurín el Grande, que ha recurrido su condena por exigir un soborno a un empresario a cambio de la concesión de una licencia. Arenas no lo ha expulsado del PP. Incluso, el alcalde de Sevilla, juez de profesión, justificó recientemente esta situación con el argumento de que “hay imputaciones que son como una condena”.

2. Enchufismo

Arenas y su partido se han pasado meses criticando la reforma del sector público que acometió hace más de un año el Gobierno andaluz. El PP ha hecho repetidas acusaciones de enchufismo en la administración andaluza, avaladas por varios sindicatos, que han calado en el ambiente. Sin embargo, ahora se ha topado con un caso de enchufismo en su joya de la corona, el Ayuntamiento de Sevilla. Varios familiares directos de ediles del PP y diversos miembros de la dirección de Nuevas Generaciones fueron fichados en los talleres municipales por empresas a las que el Ayuntamiento subcontrató.Arenas ha dicho en numerosas ocasiones que su intención es acometer lo que denomina la “regeneración democrática en Andalucía”.

3. Austeridad

Esta ha sido la gran bandera que Arenas ha agitado para todo, en plena crisis económioca. “Austeridad” en los salarios, “austeridad” en el ejercicio del cargo público, “austeridad” en el gasto público, en definitiva, la “austeridad” como principio. Sin embargo, el presidente del PP andaluz sólo renunció al complemento que le pagaba su partido en concepto de “gastos de representación”, según adujo, y que lo convertía, con diferencia, en el político mejor pagado de Andalucía, cuando esto se descubrió y, en consecuencia, se convirtió en un arma política de primer orden para los socialistas. En este asunto, el alcalde de Sevilla tampoco le ha hecho ningún favor. Aunque sí redujo de forma generalizada los salarios, hay varios cargos públicos municipales que ingresan más que el presidente del Gobierno. Una de las primeras medidas que va a abordar Arenas, según ha anunciado, si gobierna es la supresión del 50% de los altos cargos de la Junta.

4. Recortes e impuestos

Arenas sigue insistiendo en que rebajará “progresivamente” el impuesto de sucesiones. Sin embargo, la subida de impuestos de Rajoy ha laminado su tan querido y pronunciado discurso de que lo necesario para salir de la crisis era una bajada de impuestos. Además, la reforma laboral que ha impuesto el Gobierno, sin apenas dar tiempo al diálogo con los agentes sociales y la perspectiva de más recortes con el presupuesto dejan poco margen al presidente del PP para vender atractivas rebajas de impuestos y mejoras en los servicios públicos.

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