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El cónclave de los bostezos

ANTONIO AVENDAÑO

Este congreso de los socialistas andaluces va a ser un paseo militar con SuperPepe Griñán en el papel de general en jefe desfilando a la cabeza de un ejército que ya no es lo que era, pero que no ha olvidado que su primer deber estratégico es hacer creer a todo el mundo que siguen siendo el temible ejército que fueron siempre.

El Palacio de Congresos Cabo de Gata, enclavado en el moderno enclave turístico El Toyo, a pocos kilómetros de Almería, está siendo una balsa de aceite donde los delegados hacen de balsa y los periodistas hacen de aceite. O al revés. Unos y otros intentan reprimir sus bostezos sin que se les note. No es para menos. Unos y otros se habían acostumbrado a la buena vida, que en la política y el periodismo equivale a vivir peligrosamente: aun está fresca en la memoria política y periodística la ruidosa dimisión del secretario general de Sevilla, José Antonio Viera, y el último congreso federal fue un espectáculo de emoción y suspense en el que al final ganó Rubalcaba sobre Chacón, pero lo hizo por un puñado de votos. Pedazo de congreso. Allí sí que corrieron las apuestas. No hubo entonces nadie que renunciara a hacer la suya. Yo por Rubalcaba. Yo por Chacón. Yo por el empate.

Al final ganaron quienes hicieron su apuesta por Rubalcaba, pero la victoria fue tan apurada que hasta quienes perdieron pudieron decir lo mismo que dijo Portugal cuando perdió contra España por penaltis en la Eurocopa, que la victoria no fue propiamente de España sino de los malditos postes, que rebotaron hacia fuera un disparo luso y hacia adentro un obús hispano. Rubalcaba ganó el congreso federal gracias a los postes y eso se nota. Y todos saben que se nota. Rubalcaba el primero, naturalmente. Y Griñán, que había apoyado a Chacón, el segundo.

Este congreso de julio de los socialistas andaluces viene a ser algo así como la segunda parte del congreso federal de febrero de los socialistas españoles. Griñán perdió aquel cónclave de febrero, pero ganará este de julio. ¡Vaya si lo ganará! Esta misma mañana, entre bostezo y bostezo, los periodistas le preguntaron al presidente si tenía previsto integrar a los críticos rubalcabistas en la Ejecutiva Regional. ¿Críticos? ¿Qué críticos?, vino a responder el presidente, como intentando hacer memoria de lo que significaba esa palabra. Críticos, críticos, ¿dónde habré oído yo esa palabra? Nada, que no hay manera; cuando recuerde el significado ya os lo haré saber, muchachos.

La amnesia orgánica del líder de los socialistas andaluces tiene una explicación. El mal le viene del 25 de marzo, fecha de las elecciones autonómicas andaluzas en que todo el mundo, y muy en especial la gente de Rubalcaba, lo daba por muerto. Hasta él mismo se daba por muerto. Pero luego resultó que el PP no obtuvo la mayoría absoluta, Izquierda Unida se mostró dispuesta a formar gobierno y Pepe Griñán resucitó como hacía mucho tiempo que no resucitaba alguien en la política española. Los enterradores se quedaron compuestos y sin fiambre. De aquellas horas en que permaneció muerto debió quedarle esa lesión interna consistente en olvidar la existencia de sector critico alguno en su partido. 

La dirección que saldrá de este congreso será un estado mayor a imagen y semejanza del general en jefe de los ejércitos socialistas del sur. Todos los miembros que se sienten en la nueva Ejecutiva se llamarán Pepe. Bueno, quizá todos no. Puede que los procedentes de la parte de Jaén no se llamen Pepe, sino que más bien se llamen Gaspar, al igual que el dirigente histórico de los socialistas jiennenses, Gaspar Zarrías, con quien Griñán no tendrá más remedio que pactar porque en el socialismo andaluz Jaén es mucho Jaén y Gaspar es mucho Gaspar.

Dejando aparte Jaén, que viene a ser algo así como un estado libre asociado en el socialismo andaluz, las principales plazas donde se atrincheran los rebeldes son Sevilla y Cádiz. En Sevilla no es noticia que haya rebeldes: la noticia sería que no los hubiera. El estado natural del PSOE sevillano es el estado de guerra. Hobbes habría estado orgulloso de ellos. Lo de Cádiz es distinto: el PSOE de Cádiz es rebelde porque el mundo lo ha hecho así. En las montañas gaditanas se han hecho fuertes los últimos combatientes fieles a la memoria del anterior general en jefe, Manuel Chaves, que se siente maltratado por su sucesor, y la lucha con los ejércitos regulares de Griñán es a muerte. Los agentes del contraespionaje orgánico aseguran que el presidente no quiere hacer prisioneros en la levantisca agrupación gaditana.

La decisión de Griñán de que los críticos no existen simplifica las cosas, pero, como toda simplificación, tiene sus riesgos. Ese ejercicio de amnesia estratégica va a generar resentimiento entre los olvidados, lo cual es problema. Tal vez no sea un problema ahora, pero sí lo será mañana o pasado. Aunque la gente de su círculo le diga todos los días lo contrario, el liderazgo de Griñán todavía no es suficientemente sólido. Es cierto que ganó el decisivo encuentro del 25 de marzo, pero no lo ganó solo, sino en compañía de otros.

Al igual que Rubalcaba unas semanas antes en el congreso federal, también Griñán ganó el partido del 25-M en los penaltis. Como le ocurrió a España ante Portugal en la Eurocopa, el poste jugó a su favor, y ese poste se llama Diego Valderas, líder de Izquierda Unida. Si ese poste no sigue ahí en el futuro, y puede no seguir, el liderazgo de Griñán puede rápidamente dejar de serlo. Por eso, por si llegara ese mal día en que el poste salvador de IU ya no esté ahí, el presidente debería hacer un esfuerzo de memoria y admitir que los críticos también existen. Quién sabe si algún día no lejano podrá necesitarlos. Y además, si lo hiciera así nos haría a todos, delegados y periodistas, un gran favor porque le daría un poco de emoción a este previsible y algo anodino cónclave de los bostezos que por fortuna sólo dura hasta el domingo.

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