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Gómez Llorente: maestro y tribuno

Álvaro Cuesta Martínez
Exdiputado y militante socialista

He perdido grandes referencias en los últimos tiempos. Algunos estamos en ese momento de la vida en que con cierta frecuencia, de modo incesante, se apaga la luz de quienes configuraron nuestra conciencia, nuestra educación en valores. Los vemos partir, como se acaba de ir discretamente, en silencio, don Luis Gómez Llorente. Y con la pena y la tristeza que produce el gélido vacío que es la muerte, se mezcla el agradecimiento por haber merecido su atención y aprecio, y queremos mantener su llama encendida, aunque solo sea con el recuerdo y la exaltación de su memoria, de sus palabras, de su obra, con la expresión pública de mi admiración, la misma que hemos sentido muchos  que le votamos, aquel luminoso día en que por primera vez votamos en Asturias, en España, en las primeras elecciones generales, de aquel maravilloso mes de junio.

El PCE tenía a La Pasionaria, nosotros a Gómez Llorente, el mejor tribuno, el más electrizante que nunca víLuis Gómez Llorente fue el secretario de Formación del PSOE de los primeros momentos de la transición política. Un predicador del Pablismo. Un enseñante de muchas cosas. Fue el cabeza de lista en Asturias, como Diputado por el PSOE en 1977 y 1979, ¡un lujo en la representación de nuestra tierra! ¡ Y cómo se involucró con sus gentes, su movimiento obrero, con los sectores en crisis, y con las soluciones! El PCE tenía  a La Pasionaria, nosotros a Luis Gómez Llorente, el mejor tribuno, el más electrizante que nunca ví.

Fue un defensor del pluralismo político y la democracia interna en los partidos políticos. Gracias a su defensa y tesón se reconocieron las corrientes de opinión en el PSOE y se empezaron a respetar los derechos de las minorías en el proceso de toma de decisiones, abandonándose el centralismo democrático.

Sostuvo con una enorme dignidad, coherencia y lealtad la causa de la RepúblicaEn las paredes de la Carrera de San Jerónimo resuenan las palabras de aquel brillante discurso pronunciado el 11 de mayo de 1978, a la vez emotivo y sosegado, fervoroso y respetuoso, la mejor defensa de la República. Sí, ahora que nos acercamos al trigésimo cuarto aniversario de la Constitución española, es preciso recordar su intervención, en los debates constitucionales, sosteniendo con una enorme dignidad, coherencia y lealtad a la causa de la República: 'No ocultamos nuestra preferencia republicana, incluso aquí y ahora, pero sobrados ejemplos hay de que el socialismo, en la oposición y en el poder, no es incompatible con la monarquía cuando esta institución cumple con el más escrupuloso respeto a la soberanía popular... Nosotros aceptaremos como válido lo que resulte en este punto del Parlamento constituyente. No vamos a cuestionar el conjunto de la Constitución por esto. Acatamos democráticamente la ley de la mayoría'.

La defensa de la educación pública fue su bandera permanente, su gran obra y su dedicación primordialLa defensa de la educación pública fue su bandera permanente, su gran obra y su dedicación primordial. Habrá que recopilar sus discursos y conferencias, opúsculos y artículos de todo orden, no  nos los podemos perder, si queremos acertar en el futuro con un nuevo modelo de educación. En ello estaba trabajando  para hacer frente a la involución educativa que está urdiendo el actual Gobierno.

Era laico a fuer de digno, es decir, un defensor de la dignidad y de la autonomía de la persona. En una espléndida conferencia titulada Laicidad y Ciudadanía, pronunciada en solidaridad con Victorino Mayoral y la Fundación Cives, sostuvo Llorente que 'el laicismo se enriqueció de los ideales de la Ilustración, ideales que hablan de autonomía moral, de conciencia autolegisladora, y de obrar por conciencia del deber, sabiendo distinguir claramente entre moralidad y legalidad'. 'Nosotros afirmamos,-sostiene Llorente-, que los principios del laicismo constituyen un valor ético porque creemos que sirven para orientar la conducta y saber discernir en cada caso a favor de la libertad que le permita a cada uno ser fiel a sí mismo. Y creemos que la práctica o militancia laicista es un valor moral porque consiste en el compromiso personal de cada uno con esa causa emancipadora'. Consideraba Llorente que si la ciudadanía es un estatus de derechos básicos y fundamentales construída desde la dignidad y la libertad, siendo 'el nexo unitivo que une', que iguala a los que son desiguales, 'al estatuto de ciudadanía le es inherente la laicidad'.

Nunca quiso honores, reconocimientos, ni homenajes. Pero el PSOE está obligado a rescatar su figura y lucirla en la mejor galería de su historia, porque en los últimos tiempos, no se le buscó lo suficiente, aunque siempre estaba.

En estos momentos se me ocurren algunas palabras, adjetivos inconexos, para lanzarlos al papel, para describir mi percepción de su figura, son las siguientes: el profundo respeto a los demás y a sus ideas, a la libertad de creencias y de educación, la austeridad, la coherencia, la defensa de los más débiles y la militancia por la igualdad de oportunidades, la pedagogía y la paciencia del buen maestro, el razonamiento, el método, la lógica, el rigor, la pasión en la defensa del marco ideológico y de las raíces, la honestidad intelectual e histórica, la explicación y exaltación del hilo conductor a los ideales que conmovieron a Pablo Iglesias, la declamación, la riqueza, la elegancia  y la pureza del lenguaje, la exquisita y pulcra oratoria, la cortesía, la amabilidad y 'las buenas costumbres', la sidra y un vino de Madrid.

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