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"La presión popular ha logrado parar este desahucio del IVIMA"

Vecinos y activistas consiguen paralizar el desalojo de Juana Madrid y sus dos hijas de la casa de protección oficial en la que vivían. Llevaban dos días encerradas en el IVIMA

LUIS GIMÉNEZ SAN MIGUEL

Al final, Juana Madrid y sus hijas de 17 y 21 años no han sido desahuciadas de su piso del barrio de Orcasur. 'Se ha presentado la comisión judicial. Pero la movilización popular, la fuerza de un barrio, el apoyo entre compañeros, vecinos y trabajadores ha conseguido parar el desahucio. La solidaridad ha conseguido impedir que se queden en la calle', ha comentado Manuel San Pastor, el abogado de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que ha mediado con la comisión que venía, como es habitual, acompañada de agentes de Policía y cerrajeros. Juana (ver aquí su historia) recibió este jueves la notificación final del desahucio de su vivienda de protección oficial por parte del mismo director gerente del IVIMA, Juan Van-Halen, después de dos días de presión en las oficinas.

Las razones que el IVIMA había dado para ordenar el desalojo eran el impago de varias mensualidades y la mala convivencia con los vecinos. Sin embargo, ella cuenta desde hace meses con la cantidad que había acordado para poder conservar el piso, 2.500 euros, y con una carta firmada por todos los vecinos, menos uno, alegando que no causa ningún conflicto.

Esta mañana cientos de vecinos del barrio y activistas de la PAH se han presentado a las puertas de la vivienda de Juana para intentar parar el paso de la Policía y la comisión judicial. Estaban todos juntos, cogidos por los brazos, gritando. Tanto los agentes como la enviadas del juzgado han visto imposible ejecutar las órdenes que tenían.

El desahucio estaba previsto para las 11:45 horas, pero a las 10 de la mañana ya había gente alrededor del piso situado en la calle Arizónicas. 'Vecino, despierta, deshacian en tu puerta' gritaba megáfono en mano un joven mientras subía y bajaba por la calle. En la entrada se amontaba un pequeño grupo de vecinos, activistas y periodistas. Abrigos, gorros, guantes contra el frío de una mañana gris que aún todos creían que acabaría en tragedia.

Arriba, en el piso de Juana, los ánimos de la gente contrarrestaban la angustia de la situación. Algunos periodistas más, sus hijas y Feli Velázquez, la activista de la PAH que ha acompañado a la familia desde que todo empezó hace seis meses. Desde la calle se oían los gritos de los vecinos mientras la madre fumaba nerviosa un cigarro tras otro. Las hijas, Juani e Isabel, también trataban de distraerse hablando y atendiendo a toda la gente que, inesperadamente, iba subiendo a la casa.

 

'Vecino, despierta, deshacian en tu puerta' gritaba un joven megáfono en mano

A la hora que estaba previsto el desalojo los vecinos que se amontaban en el portal se habían multiplicado. Cada vez más gente se acercaba a apoyar a Juana, entre ellos varios adolescentes que acababan de salir del insitituto en el que estudian con Juani e Isabel. 'El pueblo, unido, jamás será vencido ' gritaban. Llegan los taxis y varios coches de la Policía. Es la señal: acaba de llegar la comisión judicial encargada del desahucio.

En la calle de al lado se agrupan los enviados del juez, los del IVIMA, los cerrajeros y varios agenetes de la Policía Municipal, que 'por lo menos no son los bronces', comentaba una activita de la PAH en referencia al nuevo cuerpo policial que el Gobierno utiliza para el orden público, la Unidad de Prevención y Reacción, que en poco tiempo se han ganado el odio de los activistas tras ver cómo han actuado en anteriores desahucios. Se acercan el abogado y la mediadora de la PAH para negociar con ellos.

Todos juntos van hasta la puerta del edificio, donde son recibidos con los gritos de los vecinos. Suben sólo las enviadas del juzgado y la Policía permanece en la entrada mientras continúan los gritos. Finalmente, bajan con un papel levantado para que todos lo vean: 'Desahucio suspendido' puede leerse en él. Estalla la alegría y los gritos: 'Sí se puede', 'fuera desahucios de nuestros barrios'.

Ante la puerta, Feli Velázquez explica que 'el desahucio se ha paralizado por la presión popular, tanto de hoy como de los días previos. La gente ha venido a apoyar a esta vecina y esto ha hecho posible que se pare. Lo que decía el IVIMA de que Juana tenía problemas con los vecinos sabíamos que era mentira, y que hayan estado todos aquí hoy es la prueba de ello, tiene el respaldo de todos'. Y es que, a su parecer, 'esto tiene que hacer reflexionar al Gobierno. En época de crisis no se hace ni un desahucio más'.

El abogado, Manuel San Pastor, cuenta, emocionado, que 'el espíritu del Real Decreto que nos vendieron era evitar que gente se quedara en la calle. Hay viviendas vacías del IVIMA que están siendo utilizadas por los poderes públicos para mercadear con ellas mientras hay gente en la calle, abocada a la exclusión social'. Y Feli añade que 'ahora lo que tiene que hacer el IVIMA es llamar a Juana y pedirle el dinero que les debe, el 25% de la deuda, y que se haga un contrato nuevo. Porque además ahora ella tiene trabajo y va poder hacer frente a los pagos. No está pidiendo que la dejen vivir por caridad'.

'Somos el pueblo los que nos tenemos que unir y darnos apoyo mutuo' De nuevo en la casa, las lágrimas de angustia han sido sustituidas por las de alegría. A Juana, pocos minutos después de enterarse de que conserva su vivienda, le dan otra buena noticia: no va a perder su trabajo, del que le habían amenazado con despedirla por haber estado faltando mientras protestaba en el IVIMA. Mientras la gente se abraza y se da la enhorabuena, un activista de la PAH, a la que se unió después de que pararan su desahucio, habla con un amigo de Juana. 'Nos tenemos que ayudar entre nosotros, entre el pueblo. Aquí no están parando los desahucios ni los partidos políticos ni los sindicatos, nadie va hacer nada por nosotros. Somos el pueblo los que nos tenemos que unir y darnos apoyo mutuo'.

'Estoy muy contenta de que se haya parado el desahucio. Se ha conseguido por toda la gente que ha venido a apoyar. No me esperaba tanto apoyo', cuenta Juana aún emocionada. 'A partir de ahora voy a ayudar en todo lo que pueda a la Plataforma. Así es como se hacen las cosas. Hay que unirse contra la injusticia'.

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