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El concejal de Tráfico que puso a los niños a andar

Xosé Regueira quiere que los escolares de Carballo vayan a pie al colegio para que reivindiquen los espacios urbanos como propios y contribuyan a humanizar la ciudad

HENRIQUE MARIÑO

Hubo un tiempo en el que los niños dejaron de caminar. No importa cuándo, pero sí la consecuencia: los portalones de los colegios se atestaron de coches y sus inmediaciones se convirtieron en el escenario de una carrera de obstáculos para los peatones. Xosé Regueira (A Laracha, 1967) se ha propuesto que los alumnos de primaria vuelvan a ir a pie a la escuela. 'Mi generación iba sola a clase en una época en la que había menos aceras y semáforos, pero con los años hemos caído en la sobreprotección de la infancia', explica el concejal de Tráfico y Seguridad del Concello de Carballo. 'Queremos que los más pequeños reivindiquen los espacios urbanos como propios y contribuyan a humanizar la ciudad, de modo que resulte un lugar amable y seguro para los viandantes'.

La iniciativa, bautizada como Pedibús, sigue el ejemplo del Camiño escolar de Pontevedra. Y bebe de las tesis del psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, quien considera que uno de los lugares más expuestos para un crío es el coche de sus padres. La calle, según él, resulta peligrosa porque en ella no hay niños, que son los que paradójicamente la convierten en un espacio seguro. 'Hay más heridos por accidentes o frenazos que por atropellos', secunda Regueira, que compatibiliza la concejalía de este ayuntamiento de 31.000 habitantes con la portavocía del BNG en la Deputación de A Coruña.

'El proyecto tiene potencial porque la franja de población joven de nuestro ayuntamiento es muy amplia. Por eso mismo, debemos prestarles atención y permitirles que participen activamente en las decisiones públicas. No una vez al año durante un pleno infantil, sino a diario, diagnosticando problemas y proponiendo mejoras', propone el concejal de Tráfico, convencido de que 'hay que dar voz a esas personas bajitas, porque también son ciudadanos'.

Ya hay una ruta activa, por la que transitan medio centenar menores del CEIP Fogar, donde estudian 850 alumnos. Muchos de ellos viven en el medio rural y la única alternativa para ir a clase es el autobús. Por eso, el esfuerzo del gobierno municipal se centra en los que residen en el casco urbano, quienes deben acudir cada mañana a una parada establecida. Al principio, irán acompañados por algunos padres que se han ofrecido como voluntarios y, durante el camino, podrán imponer simbólicas 'multas de la vergüenza'. Además de la Policía Local y Protección Civil, también colaborarán locales de hostelería y comercios, que echarán un ojo a los pequeños. Pronto, los CEIP Bergantiños y A Cristina se sumarán al Pedibús, cuyo logo será estampado en las aceras a lo largo del recorrido.

'Los padres han acristalado el entorno de convivencia de sus hijos, pero no se puede esterilizar la ciudad', cree Regueira, cuyo departamento impulsará otras medidas en favor de los transeúntes, como radares que limitarán la velocidad a 30 kilómetros por hora. 'Sobrepasarlos no acarreará una sanción, pues sólo pretendemos sensibilizar a los conductores, aunque sí que endureceremos los controles de tráfico en las zonas escolares'.

Ahora sólo falta vencer el miedo de padres y madres, aunque la lluvia es una amenaza que no cesa. 'Igual que en París o Vitoria, donde han prosperado experiencias similares', zanja el concejal carballés. 'Todo son ventajas: es un hábito saludable, son más autónomos, invertimos en seguridad, ahorramos gasolina, le hacemos menos daño al medio ambiente y, si llueve, los chavales terminarán siendo más resistentes a las enfermedades'.

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