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Luces de alarma electoral en el Gobierno por el caos ferroviario en Catalunya

Crece la preocupación en el Ejecutivo y el PSOE por la gestión de la crisis y su repercusión en las urna

FERNANDO GAREA

En la comunidad catalana se disputan 47 escaños en las generales, de los cuales los socialistas lograron 21 en 2004, cifra que no tenían desde 1986. os datos revelan que Cataluña y, especialmente los 31 diputados de Barcelona, le resultan fundamentales al PSOE para poder gobernar.

Si a eso se le suma que los socialistas dependen de la movilización de sus electores y que en las últimas citas con las urnas en esa comunidad la abstención ha batido récords, se comprenderá la preocupación que estos días admiten fuentes del Gobierno y del PSOE por el caos ferroviario en Barcelona.

Acumulación de hechos

Este episodio se acumula a otros como el hundimiento del Carmel, el caos de El Prat y los apagones que podrían avivar el rechazo ciudadano.Según esas fuentes, el Ejecutivo se debate estos días entre mantener el 21 de diciembre para inaugurar el AVE o aplazarlo como pide el resto de partidos.

El presidente tiene en todos los sondeos una alta valoración en Cataluña y se ve obligado a asumir un coste personal

El problema para el Gobierno es que la fecha la anunció Zapatero en persona y que incumplirla, tan cerca de las elecciones, supondría un serio desgaste de credibilidad. 'El argumento de la falta de eficacia se apoyaría en el dato objetivo de la fecha', admite un dirigente socialista. Por eso, el Gobierno asegura oficialmente que 'se antepone la seguridad y el servicio fiable a los ciudadanos, intentando compagirnarlo con las obras y los plazos de ejecución'.

En todo caso, ya se ha trastocado el plan de puesta en marcha de infraestructuras que preparaba hasta las urnas y corre el serio riesgo de desgastar a Zapatero. El presidente tiene en todos los sondeos una alta valoración en Cataluña y se ve obligado a asumir un coste personal, con una incómoda comparecencia en el Congreso, frente a todos los grupos, mientras crece en el Gobierno y el PSOE la crítica a la gestión de la ministra de Fomento.

En Cataluña todos los grupos piden su dimisión, hoy lo hará el Ayuntamiento de Barcelona y CiU aprovecha para cargar contra Montilla, según informa Ferrán Casas.

Hace pocas semanas, cuando Esperanza Aguirre se reunió con Zapatero, la presidenta de Madrid se refería constantemente a la ministra de Fomento como 'Maleni', hasta que el jefe del Ejecutivo, molesto, le corregió: 'No la llames así'. Pero Aguirre, consciente de que había encontrado un flanco débil, siguió hablando de 'Maleni' toda la reunión.

Aguirre ha convertido a la responsable de Fomento en su bestia negra, en su labor de oposición al Gobierno del PSOE, pero no es la única. Aunque sin tanta virulencia, son muchos los que no ocultan su prevención hacia la ministra, incluso en comunidades del PSOE. Un miembro de la Ejecutiva asegura que está harto de visitar comunidades en las que escucha quejas contra Álvarez. En una de esa comunidades no se ha olvidado cuando, recién llegada al ministerio, dijo aquello de: 'Estoy harta del plan Galicia de mierda'.

Gestión contestada

En el Gobierno y en el PSOE muchos coinciden en que, aunque algunos de sus reveses proceden de accidentes o imponderables, la gestión de las crisis no está, precisamente, entre las habilidades de la titular de Fomento. No está dotada para la diplomacia, para afrontar adversidades y negociaciones difíciles y, mucho menos, para dirigirse a los ciudadanos con mensajes tranquilizadores y, además, la pierde el carácter.

La gestión de las crisis no está, precisamente, entre las habilidades de la titular de Fomento

En algunas de esas ocasiones ha tenido que salir al rescate la vicepresidenta o el propio presidente y ser finalmente quienes afrontaran esas crisis. El primer invierno de la legislatura, tuvo que ser Zapatero quien compareciera para asegurar que 'los ciudadanos tiene razón en quejarse'.

Hace casi un año fue Fernández de la Vega quien se vio obligada a salir al quite de la ministra cuando la crisis de Air Madrid, después de varias declaraciones desabridas de ésta sobre los afectados, sin ni siquiera haber ido al aeropuerto a reunirse con ellos.

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