Público
Público

El aborto llega a Navarra pese a la presión de la Iglesia

Más de 163 mujeres han interrumpido desde octubre su embarazo en la primera clínica abortista de la autonomía

VANESSA PI

El edificio es tan oscuro como lo es abortar en Navarra. La primera clínica acreditada para realizar abortos en la comunidad foral abrió sus puertas hace tres meses en un novísimo edificio negro, de amplios ventanales opacos, en un polígono industrial de Ansoáin, un municipio pegado a Pamplona. Una placa situada en la entrada del edificio especifica que la Clínica Ansoáin, el primer centro que practica abortos en Navarra desde hace 24 años, está en la planta baja.

Desde su puesta en marcha, la Consejería de Sanidad de Navarra ha mandado a 163 mujeres al centro, 74 en octubre y 89 en noviembre. Las interrupciones financiadas por la Administración en diciembre aún no se han contabilizado. 'Todo funciona con normalidad', recalcan en el Gobierno navarro (una coalición de UPN y el PSN). El dueño de la clínica, José Gurrea, por su parte, rechaza especificar a este periódico a cuántas mujeres ha atendido en total, contando también a las que han pagado de su bolsillo la interrupción.

¿Por qué tanta cautela para hablar de la clínica, si hace 26 años que el aborto está despenalizado en España? Hasta el pasado octubre, Navarra era la única autonomía donde no se podía abortar. Las mujeres que deseaban que la sanidad pública pagara su intervención eran derivadas a Madrid y Bilbao. Las trabas burocráticas que ponía el Gobierno navarro llevaba a la mayoría a pagárselo de su bolsillo.

El problema arranca del año 1987, cuando un grupo ultra vinculado al Opus Dei denunció al grupo de ginecólogos que practicaba abortos en un hospital público de Pamplona. Un juez les exculpó, pero el acoso y derribo sufrido y la falta de medios en los hospitales públicos discriminó a las navarras de las mujeres del resto de autonomías.

Cada viernes ultras católicos se manifiestan frente al centro

Si fuera por los grupos de presión ultracatólicos, con muchísimo poder en Navarra, las cosas seguirían igual. La apertura de la clínica ha vuelto a sacar a la calle a quienes protestan con cirios y cruces contra la libertad de elección de las mujeres, que hace un año y medio la Ley del Aborto convirtió en derecho. Todos los últimos viernes de mes, decenas de personas acuden a las puertas del centro, donde consideran que se practican 'asesinatos'.

Pero resulta que también algunas militantes en el antiabortismo se han visto obligadas a interrumpir su embarazo alguna vez. 'Pero consideran que lo suyo es un caso único. Lloran porque están en contra del aborto, pero al final lo acaban haciendo', explica Esther Areta, sexóloga del centro para la mujer Andraize, en Pamplona. En este centro, pionero en Navarra en planificación familiar, se atiende a las mujeres que desean abortar y se las deriva a la clínica. Antes las enviaban a otras autonomías.

Más allá de que ahora el aborto es una prestación más del Sistema Nacional de Salud y de que sí se hace en Navarra, Areta asegura que la ley ha contribuido a que abortar 'ya no sea algo escondido'. Según explica, las trabajadoras del centro siempre preguntan a las mujeres que atienden si les dejan introducir sus datos en el fichero en el que contabilizan los abortos. 'Ahora no son tan reticentes', asegura.

En la misma línea, Tere Sáez, técnica de Igualdad del Ayuntamiento de Estella y miembro de la asociación de mujeres Andrea, aplaude que estas ahora 'ya no tienen que huir de Navarra, porque no están cometiendo ningún delito', insiste. Sáez destaca que es 'fundamental' que se visibilice el aborto 'con un grupo de presión tan poderoso como el Opus Dei'.

Las asociaciones de mujeres celebran que ya no se las criminalice

Lo más curioso de todo, asegura, es que el hombre que está haciendo posible que se cumpla la ley, el doctor Gurrea, 'es de ideas conservadoras, muy afín al PP'. Gurrea ya poseía la clínica Euskalduna de Bilbao, donde abortaban muchas navarras. En sus declaraciones públicas, al tiempo que defiende el aborto, contenta a los sectores más conservadores criminalizando al grupo de mujeres al que se le practican más abortos. 'El problema es que tenemos a un grupo de adolescentes sinsorgas (poco formales) de 30 años', aseguró hace tres semanas al Diario de Noticias.

'Detrás de la clínica hay gente próxima a la derecha', denuncia Begoña Zabala, histórica feminista, miembro de la asociación Enakume Interazionalistak. 'Todo apunta a que ha habido un pacto para consentir que abra la clínica a costa de no facilitar que se hagan intervenciones en la sanidad pública', insiste. Zabala reclama que también los hospitales públicos realicen abortos.

'Desde que se ha abierto la Clínica Ansoáin, incluso los curas se han puesto beligerantes desde sus púlpitos', asegura Zabala. Pese a los avances, Navarra es la autonomía más beligerante contra el aborto. De hecho, su Gobierno mantiene, como el PP, un recurso ante el Tribunal Constitucional. Dos de los puntos recurridos son los que instan a las autonomías a garantizar la realización de abortos dentro de sus fronteras. También mantienen el recurso contra el hecho de que el aborto sea libre hasta las 14 semanas.

Internet es la plataforma de presión principal. Decenas de páginas centran sus contenidos en impedir que en Navarra se aborte. Críticas al Ayuntamiento de Ansoáin (PSOE), por haber dado el permiso para que Gurrea alquilara el local situado en su término municipal. Críticas a la Consejería de Salud (en manos de UPN) por permitir su apertura; incluso han llegado a presionar a la empresa que alquiló el local a Gurrea, Vidaurre, para que no lo hiciera.

En las calles de Pamplona y Ansoáin las opiniones parecen no estar tan polarizadas. 'Nosotras no tenemos ningún problema con la clínica, quien se vea en la necesidad de abortar, que tenga la posibilidad de hacerlo', comenta Nahia, madre de un niño de 5 años al que acaba de recoger a la salida del colegio, a unos 200 metros de la clínica abortista. Las otras madres con las que conversa asienten. 'Si me quedara embarazada, no sé si lo tendría', confiesa otra de las mujeres, de 36 años, que prefiere no decir su nombre. Tiene dos hijos adolescentes y no se ve criando de nuevo a un bebé.

En la céntrica avenida Carlos III de Pamplona, un par de señores sentados en un bar esquivan hablar del aborto. 'Eso no va conmigo', dice uno de ellos mientras apura un pincho de tortilla en la barra de una cafetería. En la terraza de otro local, Carmen, de 55 años, opina que el aborto 'no está bien'. Le corta su compañera de mesa: 'Yo lo veo mal, pero si alguien quiere hacerlo, tampoco voy a ser yo quien se lo impida', confiesa.

Navarra mantiene el recurso de inconstitucionalidad contra la norma

Navarra ha incumplido la Ley del Aborto durante los primeros 15 meses de su funcionamiento, hasta que abrió la clínica. En sus hospitales públicos no se practican abortos porque los médicos objetan. En todo el Estado, sólo un 2% de los abortos se realizan en los centros públicos. La Consejería de Salud lleva años utilizando este hecho para tirar balones fuera, aunque un grupo de ginecólogos le remitió hace un par de años una carta recordándole que ellos sí practicarían abortos.

Con este vacío, la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción Voluntaria del Embarazo (Acai), que representa a la mayoría de estos centros en toda España, se planteó en 2008 desvelar las dificultades que ponía el Gobierno navarro para abrir una clínica privada. 'Planteamos un desafío, buscar un local, solicitar su apertura y denunciar al mundo las pegas con que nos encontramos', explica su presidente, Santiago Barambio. Pero esta iniciativa nunca llegó a prosperar porque el entonces Gobierno socialista inició los trámites que llevaron a la nueva Ley del Aborto y Acai decidió esperar a que la nueva norma estableciera el aborto como una prestación más de la sanidad pública.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias