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Justicia apoya la Cienciología

Un representante del Ministerio defiende la libertad religiosa de esta polémica confesión

DIEGO BARCALA

Se venden como la solución definitiva para los problemas de pareja, la depresión y hasta el dolor de espalda. La iglesia de la Cienciología, que hasta ahora sólo era conocida en España por contar entre sus fieles con el famoso actor Tom Cruise, ya es una más de las 12.000 entidades religiosas que reconoce el Ministerio de Justicia. Así lo dictaminó la Audiencia Nacional el pasado 21 de octubre en una sentencia que no fue recurrida por el Estado. Su legalidad fue defendida ayer en un acto en su lujosa sede de Madrid por varios catedráticos de las Universidad Complutense y la Rey Juan Carlos, y un representante del Ministerio de Justicia.


Denuncias en varios países

Ante un público de medio centenar de fieles (suman 11.000 en toda España), la mayor parte mujeres maduras con aspecto de clase alta, el subdirector general de Coordinación y Promoción de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia, Juan Ferreiro, defendió la legalidad de esta religión como cualquier otra. “Igual que los ministros no pueden actuar según su confesión, el Estado no puede injerir en los asuntos internos de las religiones”, manifestó. La Cienciología ha acumulado varias denuncias en todo el mundo por las pautas de comportamiento que exige a sus seguidores.

El catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad Complutense, Dionisio Llamazares, es el asesor jurídico de esta nueva confesión. Él no es cienciólogo, pero fue contratado como asesor. Tras visitar al presidente de la congregación en EEUU, su impresión no fue negativa. “Al contrario de lo que pueda parecer su comportamiento parece austero”. Llamazares cree que el dinero proviene de las donaciones de sus fieles. Define la Cienciología como una especie de “budismo pasado por Occidente”.

Su presidente en España, Iván Arjona, está exultante con su legalidad recién estrenada. “Lo que más ganamos es que ahora somos una entidad”, explica. Llamazares explica el nuevo estatus con un ejemplo: “Si un cienciólogo está preso y exige un ministro (sacerdote), el Estado está obligado a facilitarle uno”.

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