Tras cerrar acuerdos de vigilancia marítima y terrestre con varios países africanos (Marruecos, Senegal, Malí, Mauritania, Gambia...), el Ministerio del Interior presentó ayer el primer avión CN-235 PM de la Guardia Civil para frenar el tráfico de seres humanos y combatir el narcotráfico en la costa africana.

De este modo, España dejará de depender de los dos aviones de Luxemburgo e Italia que vigilaban el tránsito de cayucos de la costa africana a las Islas Canarias.

La nueva nave está equipada con una torreta infrarroja, radar de vigilancia, cámaras y sistemas de grabación digital, una lanzadera de balsas ligeras y otra de bengalas y marcadores de posición, entre otros instrumentos.

Después del verano, el Servicio Aréreo de la Guardia Civil prevé presentar un segundo avión que, como el CN-235 PM, tendrá su base en la isla de Gran Canaria. El apoyo marítimo correrá a cargo de la polémica patrullera Río Miño (un antiguo pesquero japonés de 1984 convertido en buque de vigilancia y con dificultades operativas) y la Río Tajo. Por tierra, son los agentes de los países africanos los encargados de atajar los flujos.

El Ministerio del Interior reconoce que los sistemas de vigilancia utilizados hasta ahora (radares de costa, patrulleras y helicópteros) resultaban 'insuficientes' para cubrir las rutas en alta mar.

Alberto Moya, secretario general del Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), asegura que la incorporación de la nueva aeronave es positiva, pero 'esperamos que no se quede ahí, sino que vaya acompañada de medidas de formación e incentivación al rendimiento'. La Guardia Civil 'está apostando por las especialidades, pero hace falta un acompañamiento. En casos como el del servicio marítimo estamos teniendo problemas de abastecimiento de piezas para reparar los barcos', asegura.