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Aljaraque: réquiem por un pueblo andaluz arrasado por la codicia

El alcalde que rigió el municipio onubense durante doce años por el PP fue  detenido por corrupción urbanística 

OLIVIA CARBALLAR

Hace doce años, desde la ventana de Antonia Navarro y Pepe Dávila, se veía de arriba abajo la chimenea de una central térmica. El matrimonio tenía un dálmata. Y casi todos los días, el perro llevaba conejos a la puerta de la casa. Había árboles y perdices. Y Antonia, cuando tenía que ir a hacer la compra, llegaba al centro del pueblo sin problemas. Así era el paisaje de Corrales, uno de los cuatro núcleos de Aljaraque (Huelva), antes de que el PP llegase al Ayuntamiento.

Hoy sólo queda la casa del matrimonio. Una invasión de viviendas de lujo y chalets ha ocultado la chimena, ha espantado a los conejos y ha arrancado los árboles que sobrevolaban las perdices. Antonia, con 80 años muy bien llevados, teme incluso salir a hacer la compra por el laberinto de calles que tiene que cruzar.

Y no es mentira. Su marido, de 77, entra en la casa y trae la prueba: “Hice estas fotos antes de que empezaran a construir; aquí donde están estos garajes, anidaban las perdices, y donde están todas esas urbanizaciones antes había campo, se podía pasear tranquilamente”. Antonia lo corrobora: “Nos sentimos ahogados, no hay ni un parquecito, ni un trocito de verde, todo son casas, casas y casas”. Ninguno de los dos sabía que los responsables del cambio de estampa habían sido detenidos un día antes por corrupción urbanística. “¿Quiénes, Orta y Pino?”.

El primero, Juan Manuel Orta, fue alcalde por el PP hasta las pasadas municipales. El segundo, Casto Pino, lo acompañó ocho de los doce años de mandato. Durante ese tiempo, la población de Aljaraque, a diez minutos de la costa y la capital, se ha duplicado: de 9.000 habitantes a casi 18.000. “Aquí ya no nos conocemos”, dice Bernabé Hernández, un vecino de 70 años junto al bar El Pelote, en el centro del municipio. Encima está la sede del PP. “Era una locura, construían y se iban de caza al extranjero; nadie hacía nada. ¡Y no ha venido aquí veces [el presidente del PP andaluz, Javier] Arenas; a mí hasta me ha dado la mano”, asegura mientras se va refunfuñando.

Un crecimiento “bestial”

Era el miércoles pasado. El mercadillo, junto a la Casa de la Cultura, estaba prácticamente en silencio. Hay que hacer un hueco entre los pantalones que cuelgan del tenderete para poder ver a Carmen Ruiz. Desde hace años, vende ropa en un puesto. “Monté dos tiendas de moda y las tuve que cerrar. El pueblo ha crecido, sí, pero las ventas no, en los últimos años el negocio ha disminuido”, se queja. “La gente no deja dinero en el pueblo –añade–, se va a comprar fuera, aquí están las tiendas y los bares de toda la vida”.

Aljaraque, un pueblecito que vivía de la ganadería –el monumento de la lechera preside la plaza–, se ha convertido en apenas una década en casi  una ciudad dormitorio, pero sin capacidad ni recursos suficientes. “El problema es que el crecimiento bestial del pueblo no ha ido parejo con el crecimiento dotacional y ahora tenemos carencias”, explica el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos, Prudencio López. Hasta hace muy poquito, asegura, tenían dos médicos para toda la población. Y el colegio nuevo se está quedando pequeño. Y lo que viene: el mercadillo estaba lleno de mujeres embarazadas.

“La política, desde hace unos años, ha sido vender y vender suelo, pero no se han construido más de 20 VPO; y ahora no hay sitio para hacerlo”, según López. El Ayuntamiento, gobernado ahora por PSOE e IU, se ha comprometido con Obras Públicas a la construcción de 578 viviendas de protección oficial en cuatro años. ¿Y el suelo? “Habrá que negociar con los promotores”, afirma la concejalía de Urbanismo.

El nuevo Plan General de Ordenación Urbanística limitará la construcción de casas a unas 1.500 y corregirá el avance aprobado por el PP, que incluía la creación de 6.000 nuevas viviendas. “Una señora mayor que salga de su casa se pierde, porque ya no hay referencias, como un parque, todo son casas amontonadas iguales”, dice Lola, también de la federación. Los ecologistas, además, denunciaron la edificación en zonas no urbanizables de especial protección. Aljaraque está rodeado de pinares, junto al Paraje Natural Marismas del Odiel, Reserva de la Biosfera.  

Pepe y Antonia vuelven a entrar en casa. Delante, entre su vivienda y las aceras de los chalets de lujo, hay un hueco sin asfaltar. “Eso nadie nos lo arregla”. Es la frontera entre el Aljaraque de ayer y el Aljaraque de hoy.

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