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Antonio Escohotado, el filósofo que reescribió la historia del comunismo

El ensayista madrileño publica la segunda entrega de la trilogía 'Los enemigos del comercio', donde pone a cada tótem del socialismo en su sitio

HENRIQUE MARIÑO

Cuando el piloto inició las maniobras para tomar tierra en Madrid, Antonio Escohotado advirtió que el avión estaba perforando nubes de caspa. El chaval había gozado de su infancia en Río de Janeiro y se disponía a aterrizar en la nacionalcatólica España. Apenas tenía diez años y ya jugaba a ser filósofo, copiando textos de Bertrand Russell en un cuaderno titulado Historia del pensamiento occidental. Lo que sigue a partir de entonces es la biografía de un outsider que transita por las carreteras secundarias de la dictablanda: estudia Derecho, entra en la asesoría jurídica del ICO, lo deja todo y se va a Ibiza, donde experimenta con sustancias estupefacientes al tiempo que traduce a Newton, Hobbes y Jefferson. El viaje se trunca cuando lo trincan por un asunto de drogas, aunque siempre negó haber traficado. Según él, fue víctima de una trampa tendida por la policía, que cometió 'delitos mayores para provocar delitos menores', escribió en una tribuna de El País allá por 1983.

De su retiro en la cárcel de Cuenca extrajo la Historia general de las drogas, la biblia de lo estimulante, lo deprimente, lo narcótico y lo alucinógeno, que ha vendido lo que no está escrito. Obviamente, está a favor de la despenalización y del consumo responsable, aunque hoy no es su tema predilecto de conversación. Más que nada porque ha venido aquí para hablar de su libro, que aborda otro relato fascinante: el origen y desarrollo del movimiento comunista. 'Quiero restablecer lo que fue la realidad', explica el autor de la trilogía Los enemigos del comercio (Espasa), cuya segunda entrega lleva por subtítulo Una historia moral de la propiedad. O sea, separar del grano lo que él entiende paja, 'sustituir el prejuicio por el juicio' y poner a cada tótem del socialismo en su sitio. 'Nos han vendido un comunismo simplificado y sesgado, por eso me he propuesto narrar la compleja historia de una realidad compleja'.

Marx sale malparado, carga contra los intelectuales con la venia de Schumpeter y revela que los reyes de las sectas comunistas son los padres del capitalismo. 'El principal valor de mi investigación es que conecta el comunismo primitivo (es decir, el cristianismo evangélico) con el científico de mediados del XIX', asegura Escohotado. La inmersión le condujo hasta las profundidades de los ensayos del colectivismo llevados a cabo, en Estados Unidos y antes de que Engels naciese, por comunidades puritanas como los rappitas. Las experiencias laicas, en cambio, terminaron como el rosario de la Aurora, rememora. 'Qué cantidad de paradoja tiene la realidad y, en particular, la vida social'.

Retirado de la UNED, en la que impartió Filosofía y metodología de las ciencias sociales, Escohotado vive ahora en ese limbo donde termina el asfalto y comienza la sierra, que es como decir donde termina Madrid y comienza España. Cuando no sujeta un cigarrillo en los labios, cita a Spinoza. Puede presumir y presume de mujer inteligente y bella. Fue rojo y ahora liberal, a ver quién se atreve a ponerle el prefijo. Libertario, siempre. 'Cuando un señor te vende seguridad, amenaza la seguridad de todos'. En su frente hay clavado un cartel de advertencia: cuidado con los salvapatrias. 'Los hombres no podemos pretender gobernar sobre la humanidad. Cada cual puede hacerlo sobre sí mismo, pero erigirse en protector del grupo son ganas de montar un cristo'. A todo esto, Escohotado tiene 73 años, pero carbura como cuando afinaba su tesis sobre Hegel. Investigador concienzudo, todavía le falta un tomo para certificar la defunción del comunismo, aunque ya está pensando en escribir un nuevo libro sobre aquellas noches blancas de Ibiza.

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