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¿Por qué Artur Mas ha conquistado la Presidencia y por qué ha perdido el poder el PSC?

JOSEP CARLES RIUS / ANDREU MAYAYO

¿Por qué Artur Mas ha conquistado la Presidencia?, por Josep Carles Rius  

La victoria de Artur Mas empezó a fraguarse hace siete años cuando, tras ganar las elecciones y perder el Gobierno, consiguió preparar a CiU para una larga travesía del desierto.

Supo conjurar los augurios de que la federación no resistiría la pérdida del poder y mantuvo el carácter de 'movimiento nacional' que Jordi Pujol le había conferido desde su fundación.

La suma de un partido cohesionado y la de un líder, Artur Mas, que ha crecido personal y políticamente durante los años de oposición, explican parte de su éxito.

La otra parte también empezó hace siete años, cuando el Tripartito inició un proyecto que nunca logró tejer una hegemonía alternativa ni escribir un relato político coherente.


Al llegar la tormenta perfecta de la crisis y la sentencia contra el Estatut, el Tripartito quedó a la intemperie. Y una mayoría social volvió la mirada hacia CiU, que, en su opinión, ofrecía más garantías ante la recesión y frente al desafío de un nuevo encaje de Catalunya en España.

Un reto que el nacionalismo deja ahora únicamente en manos de CiU y retira de ERC, hundida en las urnas. Artur Mas gana a la tercera y alcanza la Presidencia con un apoyo político sólido y transversal, que va de la socialdemocracia al liberalismo. Como en las mejores épocas de Jordi Pujol.

Catalunya se suma al tsunami electoral neoliberal que, en estos dos últimos años, se ha llevado por delante a los gobiernos de izquierda y ha hecho estragos en el electorado socialdemócrata. No todo es culpa de la crisis, pero su aparición coincide con el descenso socialista en las encuestas y oscurece el meritorio esfuerzo del Gobierno de la Generalitat en el ámbito de las políticas sociales.

Mientras el PSC intentaba agotar la legislatura con la esperanza de un remonte en los indicadores económicos, la herida provocada por eldesempleo se hace más profunda (con huelga general por medio) y, para remachar el clavo, la sentencia del Estatut da la puntilla final al Tripartito.


A la renuncia de un Gobierno plural de izquierdas y a la sumisión a la estrategia del PSOE, se añade una campaña confusa y sin relato para estimular al votante socialista, que, en una cifra superior a un millón respecto a las legislativas, se ha quedado en casa.

La derrota no ha sido dulce, sino sin paliativos. Ni tan sólo el rostro hierático de José Montilla ha podido reprimir una mueca de dolor al comprobar el abismo que se abre entre CiU y el PSC.

Algo va mal, dejó escrito Tony Judt. En el PSC algo va peor. En el PSOE, respiran aliviados.

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