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Las astucias del elector

FERMÍN BOUZA

Un elector es algo más que un saco de huesos con escasa cabeza que siempre o casi siempre vota a nuestros adversarios políticos. Tiene su alma en su almario, e incluso muestra cierto corazón al servicio de las buenas causas cuando alguien sabe conmoverlo. Es un tipo pintoresco, a veces, y hace cosas raras, que son esas cosas que dan sustos y hacen temblar los pronósticos (1996 y las amargas victorias, 2004 o el precio de la mentira, incluso el 22-M de 2011 y la factura de la crisis).

En los últimos tiempos, y como cabía esperar, está atribuyendo al Gobierno socialista la responsabilidad de la crisis, y si esto es así, y en su criterio lo es, hace voto económico: vota a otros partidos, no al del Gobierno, en particular a la alternativa de derecha, el PP. Y lo hace pensando en optimizar económicamente el resultado de su acción. Si el elector vota habitualmente a la derecha, no tendrá problema en volver a hacerlo, pero si vota al PSOE (e incluso a otros partidos de izquierda más pequeños) tendrá que justificar su voto ante sí mismo, los amigos y la familia, al menos. Y esto es una pesadez cognitiva: implica rehacer sus argumentaciones, esas que los demás ya conocen, darles un objetivo altruista (nadie quiere ser malo, por supuesto) y hacerlas creíbles. Podría decir, por ejemplo, que el PSOE hace políticas de derechas (esta es la excusa más abundante para quedarse en casa) y mantener su estatus de izquierdista consciente. Más raro es aquel que maldice sobre sus ideas y se apresta a cambiarlas (los hay, aunque pocos). Es probable, por diversos datos, que las acusaciones de hacer esta o aquella política sean muy laterales a la decisión de voto, y que lo que realmente cuenta es la inclinación del elector (de izquierda, en este caso) a probar políticas netas de derecha y aplacar así la ira de los mercados, que es la lógica de fondo de buena parte del voto a la derecha, según argumentaciones verbalizadas en diversos contextos. Esto lo hará mejor la derecha, llega a pensar (mejor el original que la copia, suele decir), pero son solo formas de acatar la dureza de la situación, que ejerce una presión casi mafiosa sobre los electorados. También puede ocurrir a la inversa, cambiando las ideologías, pero pasa menos y con menos fuerza, probablemente, por razones fáciles de colegir y que atañen a la mayor vinculación de la derecha con los aparatos del Estado y con los aparatos económicos en general.

Líderes del PSOE asumen la infidelidad de algunos de sus votantes como justo castigo

Voy a poner un ejemplo de la preparación del terreno que realizan los que van a cambiar su voto, y cómo este es bastante previsible con ciertos datos aparentemente no centrales de las encuestas (no son datos directos de voto). Hay que añadir que el PSOE no hizo comunicación política alguna para contrarrestar estos movimientos cognitivos, y que fue al matadero el 22-M como el que va recibir un justo castigo: en la actitud electoral del PSOE había un acatamiento de la definición de la situación que hacían esos electores infieles. Las declaraciones de algunos de sus líderes siguen asumiéndolo como un justo castigo. Así no hay quien gane. Veamos alguno de esos astutos movimientos cognitivos del electorado para reducir la disonancia entre lo que va a hacer (no votar, votar al PP o a otros) y sus creencias básicas, próximas a la socialdemocracia.

En el barómetro del CIS del mes de mayo, realizado entre los días 3 y 11 de ese mes antes, por tanto, del 22-M, pero que conocimos a posteriori, cambia la variable llamada autoubicación. La tarjeta que utilizan los encuestadores para definirla tiene unas casillas del 1 al 10 que van desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. ¿En qué casilla se colocaría usted?, preguntan a los encuestados. Pues en apenas un mes, la autoubicación subió casi dos décimas (4,93 en mayo), lo que supuso un giro extraordinario en esta variable (4,75 en abril) hacia la derecha. Los electores que contestaron (y debe de haber muchos electores socialistas que no contestaron) se colocaron a punto para lo que ocurrió el 22-M: dieron una puntuación que se puede considerar un gran giro a la derecha, aunsiendo, aparentemente, de centro-izquierda tal puntuación. Esta última paradoja es técnica y no voy a entrar en ella, pues crearía cierta confusión. Quedémonos con que ese incremento de laautoubicación anunció un gran giro a la derecha antes de las votaciones, y que ese giro estuvo protagonizado por la ausencia (también en las respuestas de la encuesta) de una parte importante de votantes del PSOE, sobre todo, lo cual inclina la media de la variable a la derecha. Este es el gráfico de evolución de esa variable, cuya media desde las últimas elecciones generales es de 4,76. Habrá que ver su evolución hasta las próximas elecciones generales. Vean su evolución en el gráfico adjunto.

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