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Bertone apuntala una nueva línea de diálogo entre Iglesia y Gobierno

El número dos vaticano escenifica en la Conferencia Episcopal su autoridad sobre Rouco Varela

JESÚS BASTANTE

“Vine para desarrollar mi oficio y mi encargo”, señaló ayer el número dos del Vaticano, Tarcisio Bertone. En una breve comparecencia ante los medios, el secretario de Estado dejó claro que su visita a nuestro país tuvo un fuerte componente político y que sirvió para apuntalar una nueva vía de diálogo en las relaciones Iglesia-Estado en España.

En esta nueva fase, Roma cobrará más protagonismo en detrimento de la actual cúpula episcopal española, comandada por el cardenal Antonio María Rouco Varela, cuyas relaciones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero pasan por su peor momento.

Bertone no enmendó la plana en público al arzobispo de Madrid, presente en el acto de ayer en la sede de la Conferencia Episcopal Española (CEE). No es el estilo del Vaticano. Pero sí reconoció, ante más de 200 medios acreditados, que “la visita ha sido provechosa para todas las partes: para la Santa Sede, la Iglesia en España y el Estado”.

Confirmó además que había dialogado con María Teresa Fernández de la Vega y Zapatero sobre las reformas de la Ley del Aborto y de Libertad Religiosa, así como de Educación para la Ciudadanía. Estos asuntos, en circunstancias normales, que no se dan con el actual líder de la Iglesia española, tendrían que ser negociados directamente por la Conferencia Episcopal.

Para tratarse de una visita “privada”, lo cierto es que Bertone se expuso a todas horas ante las cámaras. El miércoles, junto a Miguel Ángel Moratinos, De la Vega, Zapatero, el rey y el príncipe y, ya por la tarde, ante Mariano Rajoy. Y ayer, ante el Episcopado y 500 invitados, entre los que se encontraban el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría.

“El Gobierno me ha asegurado su intención de reafirmar los derechos fundamentales de la familia y la educación”, afirmó Bertone. “Como es natural, en la cuestión del aborto mantenemos opiniones distintas –matizó–. He intentado entender, comprender y hacer entender y comprender que es necesario restringir, y no ampliar, la Ley del Aborto”.

Respecto a la reforma de la Ley de Libertad Religiosa, se mostró optimista, recalcando que “no es exacto” que el Ejecutivo socialista quiera restringir la libertad de la Iglesia. Es más, añadió, “el presidente del Gobierno y la vicepresidenta me han asegurado que en el nuevo planteamiento legal se va a tener en cuenta el distinto arraigo cultural, histórico y patrimonial de cada confesión. Ahí ya hay una diferencia. Y también nos han asegurado que en ese debate se respetará la vigencia de los Acuerdos Iglesia-Estado”. Un compromiso que, en modo alguno, logró alcanzar Rouco.

Antes de la rueda de prensa, Bertone pronunció una conferencia en la que puso de manifiesto las profundas discrepancias entre la Iglesia y el Ejecutivo en lo relativo al aborto, la eutanasia o la laicidad. No obstante, aclaró que su discurso era de “carácter general”, puesto que “las cuestiones concretas para España las discutimos ayer –por el miércoles– con el Gobierno, no hoy”. Bertone denunció que “es necesario defender, tutelar y valorar” la vida humana, desde su origen a su final. “La libertad no puede ser invocada para justificar ciertos excesos”, añadió el cardenal vaticano, quien reclamó una “sana laicidad”.

“La Iglesia no reivindica el puesto del Estado. No quiere sustituirle. La Iglesia es una sociedad basada en convicciones, que se sabe responsable de todos y no puede limitarse a sí misma”, sentenció.

 


Su saludo fue frío y distante, sin apenas mirarse, pese a que se sentaron uno al lado del otro. Los cardenales Antonio María Rouco –presidente del Episcopado– y Antonio Cañizares –ministro de Culto vaticano– escenificaron ayer el enfrentamiento larvado que, en el fondo, subyace en la visita de Bertone a España.

Rouco y Cañizares defienden los mismos valores. Sí varía, y de modo relevante, el tono. Bertone lo demostró en su comparecencia ante la prensa, provocando la incomodidad de Rouco. Cuando Bertone hablaba de la nueva vía abierta con el Gobierno, se pudo leer en los labios del presidente de la Conferencia Episcopal: “Quiero hablar”. Pero finalmente, no lo hizo.

El viaje privado de Bertone fue organizado por la Embajada de España en Roma y el propio Cañizares. Rouco quiso, sin éxito, quitar a la visita todo componente político. Al no ser así, el purpurado ordenó el “silencio informativo”. La CEE obvió en su web los encuentros de Bertone con el rey, Zapatero, De la Vega, Moratinos y Rajoy.

 

El Ejecutivo intenta apaciguar a la Iglesia. Algunos miembros del PSOE, a título individual, también. Ayer se conoció la reunión que el 30 de enero mantuvieron en Galapagar (Madrid) varios socialistas cristianos con cuatro obispos, informa Europa Press. Entre ellos, el presidente del Congreso, José Bono, y el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Los prelados fueron el arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián; y los obispos de Ciudad Rodrigo, Atilano Rodríguez; de la Seu d’Urgell, Joan Enric Vives, y de La Rioja, Juan José Omella. En la cita, “eclesial, no política”, se meditó sobre militancia cristiana y política. Pero sí se habló de lo que unos y otros llamaron “malentendidos” de la pasada legislatura. 

 

 

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