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Bono se despide de sí mismo

El Congerso cierra sus puertas en una sesión que presidió el escaño vacío de Rajoy, ausente en el último pleno

M. Á. MARFULL

Se acabó. El Congreso que nació de las últimas elecciones generales cerró sus puertas para ser disuelto el próximo lunes a la espera de acomodar al Parlamento que surja del próximo 20-N. Una maratoniana votación 57 recuentos consecutivos fue el último esfuerzo de quienes desde hoy buscan revalidar mandato o acomodarse en la vida civil sin el paraguas de su acreditación de diputado.

'A partir de mañana, unos centrarán su ímpetu en renovar el acta. Otros se despedirán para siempre y otros quizá solo digan hasta luego. A todos, el presidente de la Cámara quiere desearles suerte y que sean felices', se despidió José Bono, en el arranque de un discurso con el que echó el telón también a su particular forma de ocupar el despacho de la tercera autoridad del Estado.

Bono se detiene grupo por grupo en su despedida de la Cámara

Ya que era un día extraño, con nervios de fin de curso y algo más, llovieron abrazos entre adversarios, se deslizaron lágrimas en los ojos de algunos que no volverán y nadie invitó a esta última sesión de la legislatura a la contención verbal. Bono acaparó el derroche de despedidas asegurándose de no olvidar a nadie.

'Si a mi llegada no dije ni mu al portavoz del PNV, Josu Erkoreka, ahora sería verdaderamente injusto que no proclamase el afecto y la amistad que hemos trabado', se arrancó Bono, disculpando así que un día, hace cuatro años, el diputado nacionalista le llamara 'cabestro' en medio de la refriega política. Pelillos a la mar en un reparto de bendiciones que alcanzó también al portavoz de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, 'la cara amable del nacionalismo', le llamó, que atendía perplejo en su escaño el adiós de Bono sin abrir una mínima sonrisa.

Glosó Bono después el 'mag-nífico recuerdo' que va a guardar de ERC y se guardó lo mejor de sus palabras 'su honorabilidad, ejemplar incuestionada por toda la Cámara' para un Gaspar Llamazares que encajó con oficio y un humilde saludo los parabienes del presidente.

El hemiciclo se levantó en un aplauso unánime cuando Bono deseó a Uxue Barkos, la diputada de NaBai, convaleciente de un cáncer, 'mucha salud' y giró después su mirada hacia un escaño vacío toda la mañana cuando el presidente se dirigió al líder de la oposición, 'don Mariano Rajoy, ausente, con quien siempre encontré una línea de acceso cordial'.

Rajoy prefirió saltarse este último pleno de la legislatura e irse a Lorca a hacer campaña después de que hace cuatro meses sufriera un terremoto con nueve fallecidos e importantes daños. 'Yo no olvido', solemnizó, prometiendo 'tomar decisiones' para ayudar a esta localidad murciana si llega a la Moncloa.

No es la primera vez que Rajoy se escabulle de solemnidades parlamentarias. En julio de 2010, en el segundo día del Debate sobre el Estado de la Nación, el líder de la oposición no acudió a escuchar al Grupo Mixto ni al PSOE. Se tomó el día en su despacho adelantando trabajo, según le excusaron sus colaboradores.

En ausencia de Rajoy, fue su lugarteniente en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, quien recibió las flores cargadas y con doble fondo que le ofreció Bono. 'La felicito por lo que quiere y espera ser'. Las risas del hemiciclo llenaron en ese instante la pausa enfática del presidente de la Cámara. ¿Ministra? ¿Vicepresidenta quizá? Revoloteó la pregunta de escaño en escaño. 'Madre, por su estado de buena esperanza', completó el acertijo Bono.

Quedaba el PSOE. La cortesía parlamentaria llevó al presidente a despedirse del Grupo Socialista en último lugar 'quizá por esa inclinación cristiana que me lleva a pensar que algunas veces los últimos pueden ser también los primeros', se disculpó. La bancada socialista, que conoce al presidente del Congreso tanto como Bono a su partido, encajó con filosofía y sonrisas este improbable horizonte.

Zapatero niega que vaya a echar de menos el escaño que ocupa desde 1986

'Gracias por soportar las cosas de Bono (...) Mis relaciones son y serán maravillosas con el Partido Socialista', concluyó Bono, despidiéndose de sí mismo, antes de desocupar la Presidencia para esperar a pie de escaño a Rodríguez Zapatero y hacer juntos el último paseíllo desde el salón de sesiones hasta el área que ocupa el Gobierno en el Congreso.

Envueltos en una maraña de cámaras y micrófonos, los presidentes recorrieron a paso de procesión los 20 metros que separan las dos estancias. 'Como le dije hace no mucho a Bono, el tiempo que tenemos por delante será para disfrutar de nuestra amistad', aprovechó Zapatero para corroborar lo 'maravilloso' de las relaciones entre Bono y su partido. ¿Echará de menos el Congreso? 'La vida son siempre tiempos distintos', negó el jefe del Ejecutivo, diputado desde 1986.

No fue la de Bono la única despedida que escapó en el hemiciclo al sencillo gracias por el que optaron la mayoría de diputados. Dos descollaron. Pedro Azpiazu, del PNV, deseó a la vicepresidenta Salgado 'un futuro menos turbulento' adaptando a su horizonte vida el nuevo vocabulario que han enseñado los mercados y la crisis. También la crisis tiñó el emotivo adiós de Monserrat Colldeforns, del PSC, que levantó al Grupo Socialista con sus últimas palabras: 'Tengo absoluta certeza de que ni yo ni ningún compañero socialista puede despedirse nunca, porque, señorías, la gran lección de esta crisis es que la acción es necesaria, hoy, mañana y siempre'.

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