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El candidato socialista obsesiona a la derecha

Nueve de 13 argumentarios del PP se centran en Rubalcaba

M. J. GÜEMES

Es lógico que sea su objetivo político. Más desde que se convirtió oficialmente en candidato del PSOE el pasado 9 de julio. Alfredo Pérez Rubalcaba se medirá frente al líder del PP, Mariano Rajoy, en las próximas elecciones generales. Y, por tanto, la estrategia de los conservadores pasa por lanzar toda su artillería pesada contra él.

Pero empieza a resultar obsesivo. Parece que para la derecha no existe nada más de lo que hablar y en lo que centrar sus ataques. Es un hecho probado. Basta hacer un seguimiento de los últimos argumentarios elaborados por el Partido Popular para demostrarlo. Estos documentos son los que la dirección nacional envía a todos sus cargos y son los que estos utilizan para sus intervenciones públicas y para responder a buena parte de las preguntas de los periodistas.

Los 'argumentos populares', que así se llaman y están a disposición de quien quiera suscribirse a ellos en la web del PP, llevan varios días con el ex vicepresidente primero y ministro del Interior como protagonista absoluto.

Desde el Debate sobre el Estado de la Nación, el pasado 28 de junio, el PP dio un giro. Hasta entonces criticaba mucho al Gobierno y a José Luis Rodríguez Zapatero. A partir de esa fecha entendió que se había producido su 'despedida y cierre' y comenzó a dedicar, prácticamente a diario, a Rubalcaba todos sus titulares. Así, de los últimos 13 textos presentados desde entonces, en nueve aparece su nombre.

En el último, del pasado 15 de julio, se le cita al denunciar que el fiscal general del Estado 'intenta favorecer a los procesados por el chivatazo a ETA'. En el anterior él copaba toda la atención. En este se señalaba a Rubalcaba como 'jefe directo de los imputados por colaboración con ETA' y se recordaba que es 'la segunda vez que se juzga a un Director General de la Guardia Civil tras el caso Roldán'.

Aunque ese argumentario saltó a los medios por la polémica de sus afirmaciones y porque manejaba datos erróneos, son muchos los que se han hecho. En el del 1 de julio se indicaba que 'el Gobierno de Rubalcaba castiga a las clases medias'. Y se enumeraban datos económicos para ponerle en evidencia. Tres días después se mantenía que los españoles 'rechazan sus mentiras y doble lenguaje'. Para apoyar su tesis, publicaban una serie de frases en las que se contrastaba lo que había dicho con lo que había hecho.

También le han acusado de utilizar 'el Gobierno de todos para sus intereses partidistas' y le han censurado hasta la saciedad por no dejar sus cargos. Después se le echó la culpa de lo ocurrido en la Sociedad General de Autores, se le reprochó que se 'burlara' de los cinco millones de parados y se dijo, antes de conocer sus propuestas, que estas las elaboraban los mismos que fueron 'responsables de la crisis del felipismo'. Tras escuchar su discurso, el PP concluyó que estaba lanzando medidas 'que durante estos años había rechazado el Ejecutivo socialista' y aseguró que tras su intervención se había disparado al máximo la prima de riesgo en España.

Un ejemplo de que los dirigentes conservadores leen estos argumentarios es que a la salida del Comité Ejecutivo Nacional del pasado lunes el presidente del PP de Canarias, José Manuel Soria, tiró de esta última afirmación para adornar su valoración.

El que trata de hablar lo menos posible de Rubalcaba es Mariano Rajoy. El jefe de la oposición deja que sean sus lugartenientes quienes hagan los comentarios más hirientes. Cuando Rubalcaba estaba aún en el Gobierno, el líder del PP decidió no dirigirse a él en ningún momento. Le ignoró en sus intervenciones parlamentarias y en sus actos de partido. Hasta hace unos días, cuando le fue imposible no referirse a él. A pesar de ello fue ninguneándolo, sin citarlo expresamente por su nombre y lo hizo para señalar que, con él al frente, el PSOE se está radicalizando.

Después, con el procesamiento de tres mandos policiales por el caso Faisán, Rajoy no tuvo más remedio que salir a pedirle 'explicaciones'. Los suyos iban un paso más allá, lo tildaban de 'traidor', retomaron el fantasma de 'los GAL' y pidieron su 'inhabilitación' como cabeza de cartel después de haber intentado por todos los medios cobrarse, sin éxito, su dimisión cuando estaba en la Moncloa.

Para los socialistas la única explicación es que el PP teme a Rubalcaba. En el último Consejo de Ministros lo subrayó el ministro portavoz, José Blanco, resaltando que si le dedicaban tantos argumentarios era porque 'suscita mucho interés o preocupación'.

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