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Una cárcel de película

Reclusos de la prisión de Quatre Camins filman un largometraje en el que explican cómo es la vida entre rejas

LEA DEL POZO

No habrá alfombra roja ni aplausos en la platea. Los actores, técnicos y guionistas de la película cumplen condena en prisión. Son traficantes, homicidas o ladrones. Empezamos. Acción.

El proyecto se remonta al año 2005, cuando la Asociación Cultural Finmatun comenzó a impartir un taller de técnicas audiovisuales en el centro penitenciario de jóvenes La Trinitat (Barcelona). Cuatro años más tarde, tras superar algunas dificultades y realizar varios cortometrajes, el objetivo estaba claro: hacer un largo.

La película se terminó en la cárcel de Quatre Camins, pero lleva por título 400, el número de presos que albergaba La Trinitat. En ella, sus protagonistas, que son los internos de la prisión, explican cómo es la vida carcelaria.

En la cinta aparecen temas como las dificultades que tienen los reos para introducir la droga en la cárcel, qué supone estar en el chupano (la celda de aislamiento), el significado de un vis a vis o los rigores de la ley carcelaria. Son historias reales suavizadas por una supuesta ficción.

'El taller te da la opción de poder expresarte dentro de la prisión y de mostrar los sentimientos', explica Najb El Aissaoui. Está sentado en la sala donde se fraguó el proyecto. En este lugar, los presos aprendieron a manejar una cámara, a iluminar, a escribir un guión.

Para Josep Manel Núñez, psicólogo y director de Quatre Camins, estos talleres ayudan emocionalmente a los reclusos. Y explica que 'mientras los internos viven la actividad de manera lúdica', se abordan 'aspectos tan importantes' como las emociones. 'La mayoría de delitos son explosiones de ira', remacha.

Para llevar a cabo el rodaje, los chicos tuvieron que adaptarse a las circunstancias. No podían grabar ni planos continuos ni rejas ni caras de funcionarios. Ante todo, debía primar la seguridad. A pesar de estas prohibiciones, todos recuerdan que las horas que pasaron en el aula fueron de (casi) libertad.

'Cualquier cambio que te haga salir de la rutina se agradece', afirma José Luis Menéndez, el director y guionista del filme. Oriol Planas asiente: 'Yo hacía de continuista [quien se asegura que de una escena a otra las cosas continúen en el mismo sitio]'.

A Oriol le gusta hablar. Divaga sobre 'qué es real y qué no es real' fuera de la cárcel, como si esta experiencia le hubiera otorgado una lucidez de la que el resto de la sociedad carece. También reflexiona sobre la libertad. Todos lo hacen.

'Aquí está bien que seas humilde pero tienes que llevar el diablo dentro, hermano', le dice Seydi Ababacarm, que interpreta el papel de Cris Dolz, el coprotagonista. En la película, Dolz ingresa en prisión por primera vez. 'Lo eligieron a él porque encarnaba al pibe nuevo, que se siente totalmente perdido', cuenta Esteban Crucci, de Finmatun.

Siguiente escena. Sobre un fondo negro, un chico de origen magrebí explica su pelea: 'Pasó lo que pasó. Nos chapamos [peleamos] y algún chivato nos chivó y vinieron los funcionarios y, joder, nos pillaron dos pinchos [cuchillos] en el chabolo [celda] y nos hemos comido una buena temporada en el chupano'. Tras una pausa, sentencia: 'No tengo nada contra él pero cuando te tocan la cara... Es la ley de cárcel'.

 

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