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Carme Chacón se atreve con los chistes

La candidata socialista opta por entretener al público en Santa Coloma

ALBERTO CABELLO

Es fácil orientarse para llegar a un mitin del PSC. Sólo hay que buscar los transeúntes con piruleta roja que, cerca del pabellón Can Sisteré de Santa Coloma, saborean en el caramelo propagandístico las ansias de victoria socialista. 'Vamos a ganar de calle, le vamos a bajar los humos a Rajoy', comenta Guillermo Puerto, un jubilado de 83 años. Con una media de edad que no baja de los 50, el público asistente al acto de Carme Chacón se rejuvenece con globos, pegatinas y caramelos que les devuelven a una esperanza casi infantil.

Hay ganas de divertirse. Dos rapsodas improvisados abren el acto con un ripio que arranca carcajadas en el patio de butacas: 'Vecinos de Santa Coloma, vamos a las elecciones / no nos dejemos ganar / por otros gobernadores. [...] Porque este Rajoy embustero / ha de inclinar su cabeza / ante Rodríguez Zapatero'.

Los altavoces rugen y, al compás del himno socialista, Chacón se abre paso seguida del alcalde Bartomeu Muñoz; la vicepresidenta del PSC, Manuela de Madre; y la candidata Esperança Esteve. Son los animadores de una fiesta que, pese al millar de asistentes, reviste aire familiar. 'Manolita, que ya te he visto, que ya te he visto...', grita desde el escenario Bartomeu. Cuando el edil simula no recordar el nombre del candidato del PP y pregunta '¿Cómo se llama ese que va con Acebes, Zaplana, Pizarro...', el público le responde al unísono: 'Rajoy, Rajoy'. La escena recuerda a esos diálogos espontáneos de los payasos de la tele. Entrañable.

El lado cómico del político 

En el mitin, el político saca el lado más cómico. 'Menudo baño se llevó Pizarro. Suspenso para Pizarro; peazo Solbesaliente para Pedro. ¡Y encima con un ojo, que si llega a tener dos...!', explica Chacón. Entre risas, ella incide en temas serios: 'Mirad qué dice Rajoy, que quiere congelar el sueldo de los funcionarios, el salario mínimo, las pensiones... ¡Con tantas congelaciones, cómo queréis que sepa que el planeta se calienta!'.

Escenas así no se viven en un debate, ni el Congreso de los Diputados. Es por eso que el mitin tradicional sigue teniendo sentido, porque permite la interacción directa, la complicidad con el ciudadano. Y se gane o se pierda después, el votante se marcha a casa con la sensación de haberse sentido protagonista, de haber saboreado la victoria de la participación.

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