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Catalunya se pregunta si el dolor de los toros es ético

El Parlament escucha voces a favor y en contra de las corridas como paso previo a votar su posible prohibición

L. DEL POZO

Los toros sufren durante la tortura pero no mucho. Así lo afirmó la escritora Natàlia Molero en su comparecencia en el Parlament de Catalunya durante la Comisión de Medio Ambiente y Vivienda que se celebró ayer para que detractores y defensores de la fiesta expusieran a los parlamentarios sus puntos de vista.

Esas comparecencias se enmarcan dentro de la aceptación a trámite que el Parlament votó en diciembre con el fin de que se debatiera la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para prohibir los toros en Catalunya, impulsada por la Plataforma antitaurina Prou y apoyada por 180.169 firmas.

'Los toros viven el dolor como un incentivo, transforman el dolor en ganas de lucha, no tienen un grado de padecimiento que nosotros consideramos normales', afirmó Molero, defensora de la fiesta en Catalunya, que basó gran parte de su intervención parlamentaria en la belleza que supone el espectáculo: 'La primera vez que vi una corrida de toros, pude captar de golpe qué es la elegancia'.

Los abolicionistas consideran que su posición representa un progreso moral 

Siguiendo la misma línea que Molero, fueron varios los taurinos que intentaron minimizar el dolor que el animal siente en la plaza. '¡Claro que creo en el derecho de los animales! Pero el toro de lidia es diferente porque embiste', afirmó Marilén Barceló, psicóloga e hija de torero.

No obstante, los defensores de la fiesta no quisieron entrar demasiado en el tema del dolor y, en cambio, sí se extendieron ampliamente en la cuestión de la libertad de los individuos. En este sentido, Salvador Boix, el apoderado del matador José Tomás, pidió a los parlamentarios 'amparo' y que 'levanten el asedio' al que, según él, están sometidos los taurinos en Catalunya. 'Dejen que la fiesta muera en paz', sentenció.

La mayoría cree que el debate no es una cuestión de identidades

También Barceló quiso referirse a la cuestión de la libertad: 'Pedimos el derecho a nuestra libertad para poder sentirnos taurinos porque sentirnos taurinos es un valor, queremos el respeto a nuestros valores'.

Como no podía ser de otra manera, ayer también hubo toreros en el Parlament. El encargado de ponerse bajo los focos fue José Miguel Arroyo, Joselito, que en su alegato a favor de la fiesta dijo que las sociedades que prohíben 'son sociedades llenas de complejos'. 'Procuremos no prohibir nada, que cada persona tenga el derecho a hacer lo que quiera', añadió.

La clave está en los votos, aún no definidos, de los diputados de CDC

Sin embargo, para los defensores de los taurinos la prohibición de las corridas tiene poco que ver con la libertad y en cambio mucho con el sufrimiento innecesario de un ser vivo y, por lo tanto, con la ética. '¿Esto duele? Sí, esto duele, claro que duele', lanzó a la sala el científico Jorge Wangensberg empuñando varias armas que los toreros utilizan durante la lidia. Para Wangensberg no es admisible 'un espectáculo que requiere el sufrimiento de un ser vivo'. Él diferencia las corridas de la pesca o la caza porque de estas dos últimas no se hace gala. 'Las corridas no son éticas. El dolor, producto de la selección natural, surge para evitar el sufrimiento, para huir de la muerte y es un sarcasmo utilizar el dolor en sentido contrario'.

Otro de los argumentos esgrimidos por Wangensberg y defensores de la ILP es 'el progreso moral'. Igual que en su momento se suprimieron las luchas de gladiadores o las peleas de perros, los abolicionistas esgrimen que es necesario que la sociedad vaya avanzando y acabe del todo con el sufrimiento ajeno como ocio.

En ese sentido, el filósofo Jesús Mosterín todavía fue más lejos en sus planteamientos. Dijo que algunos de los argumentos que ofrecen los taurinos para mantener en pie la fiesta como la cuestión nacional o la tradición 'son indefendibles'. Para Mosterín, 'la fiesta no es ni española ni catalana' porque, según explicó, en Inglaterra antes de la Ilustración, las corridas de toros también estaban muy extendidas, pero con la llegada del Siglo de las Luces los ingleses acabaron con ciertas 'bolsas de crueldad'.

Los ponentes apelaron tanto a las emociones como al pensamiento

Sobre la cuestión de la identidad nacional, varios comparecientes, así como los portavoces parlamentarios, coincidieron en que el debate sobre la abolición de los toros no es identitario. Sin embargo, esa palabra fue apareciendo a lo largo del día. Además, Albert Rivera, presidente de Ciutadans, puso el dedo en la llaga al recordar que el mismo Parlament que estos días debate sobre la fiesta quiere elevar 'los correbous a fiesta nacional'.

En su discurso antitaurino, la escritora Espido Freire se refirió al arte, un argumento muy manido por los defensores de la tauromaquia. Freire, que también dijo que le angustiaba 'sobremanera que un animal esté sufriendo', recordó que en la tragedia griega era costumbre que se acabara con la vida de un esclavo al final de la obra y que, cuando esta práctica finalizó, 'algunos también clamaron que se acabaría el teatro'.

La escritora afirmó que 'el arte es representación' y que los taurinos tienen que aceptar que no es admisible que hoy en día las corridas de toros llevan a cabo un acto donde la violencia y 'las actitudes atávicas' son reales.

Las comparecencias de distinto signo, que continuarán hoy, pretenden convencer a los diputados para conseguir su voto. Algunos partidos, como ICV y ERC, ya han anunciado que votarán a favor de la ILP; Ciutadans y PP, en contra. Sólo CiU y PSC no han revelado su voto, aunque los socialistas no están por la abolición. La clave está en las filas nacionalistas. 

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