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Cayo Lara no retira su candidatura y se hace con el mando provisional

Una comisión de 14 miembros dirigirá la federación hasta la próxima cita del Consejo Político

JUANMA ROMERO

Llevaba hablando unos minutos. Sudoroso, con la boca reseca, Cayo Lara paró unos segundos. 'Lo estoy pasando fatal'. El candidato del PCE comparecía pasadas las ocho de la noche ante el plenario de la IX Asamblea Federal, rodeado de la mesa que había dirigido el cónclave.

Su lista había sido la más votada, pero los apoyos eran escasos. Y la N-II, que se había erigido todos estos meses como bisagra, renunció a elegir. 'He pedido a los miembros del Consejo Político Federal que no fuéramos a una votación del 50% contra el otro 50%. Les pedí a mis compañeros que me dieran su apoyo. Eso no ha sido posible. Estaban en su legítimo derecho'.

Vista la confrontación, él dirigirá una comisión de 14 miembros (en el que cada familia tiene voto ponderado para tomar decisiones) hasta el próximo Consejo Político Federal, a mediados de diciembre o ya en enero. Y Lara anunció que no pierde la esperanza.

No retira su candidatura. La deja viva, siempre que concite un acuerdo mayor. 'No hay que perder tiempo y os pido que respetéis esta decisión', reclamaba el aspirante del PCE a los delegados que le habían aupado a la primera plaza y que le aclamaban con gritos de '¡Cayo, Cayo, coordinador!'. 'Si no, se abriría una herida y una brecha en la organización. La gente no entiende de las cuitas internas. Os pido este voto de confianza. Si no, mi maleta está cargada para irme. No os voy a fallar'.

Lara tiró de corazón, como había hecho en la última semana, presentándose nada más que como un 'hombre corriente' . Con la voz quebrada y al borde de la emoción, explicó uno de sus símbolos más apreciados. Exhibió una caja de música con la imagen de Dolores Ibárruri, La Pasionaria. Le dio cuerda. De allí sonó La Internacional. El himno de su partido, el PCE.

Fuera, se notaba el cansancio. Los dirigentes de las tres familias se afanaban en presentar como un 'éxito' la IX Asamblea, nunca como un 'fracaso'. La señal había sido clara: habían logrado pactar una línea política sin fisuras, y eso no era poco.

Habían acordado cómo encauzar la refundación de IU. 'Veníamos de una guerra total, y al menos ya nos hemos recompuesto', afirmaba una dirigente de la N-II. En el PCE, algunos daban por segura la victoria próxima de Lara. Otros preferían 'guardar discreción', ya que 'habrá que ver cómo se traban alianzas estos días y si se encuentra un candidato superador'.

 


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