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Cinco años sin que el PP sepa cómo enterrar la Guerra de Irak

Los tímidos intentos de desmarque de Rajoy tienen su contrapartida en la cerrada defensa de la invasión de Aznar

LUIS CALVO

El candidato Zapatero no salía de su asombro. A sólo seis días de las elecciones y frente a doce millones de espectadores, Rajoy le acusaba de apoyar la Guerra de Irak. Su respuesta no se hizo de esperar. 'Esto si que va a ser exclusiva mundial, señor Rajoy...¡decir que yo apoyaba la guerra de Irak después de las decisiones que hemos tomado!', replicó incrédulo.

Lejos de ser una anécdota, la escena retrata un tema, el de la guerra de Irak, que el PP no ha conseguido enterrar cinco años después.

Emparedado entre los moderados y los duros de su partido, Rajoy no ha conseguido separarse de un apoyo que le persigue constantemente. Los bandazos se suceden, sin que ninguna postura se convierta en tesis oficial y compartida por los conservadores. Las últimas declaraciones de Aznar no hacen más que volver a inclinar la balanza hacia el sector más radical del partido, anclado en su respaldo a la invasión americana. De hecho, en los últimos tiempos, Rajoy había tratado varias veces de esconder o despegarse de la decisión de Aznar.

En el último medio año y con las últimas elecciones llamando a su puerta, Rajoy llego a negar dos veces al aún presidente de honor del PP. La primera, tras la publicación en El País de las actas de Crawford en las que Bush daba por hecha la intervención al margen de la decisión de Naciones Unidas. Entonces Rajoy, en una entrevista, concedió: 'Hay una diferencia sustancial, sólo hay una. Y es que en Irak se fue sin resolución de Naciones Unidas y en Afganistán se fue con resolución de Naciones Unidas'. Fue una primera traición a la, hasta entonces, tesis oficial del PP. Aznar seguía manteniendo que la invasión se amparaba en la resolución 1.441 de la ONU, es decir: era legal.

'Se ha cometido un error'

La segunda fue aún más rotunda. Rajoy no puso paños calientes. A finales de enero, antes de los comicios confesó en una entrevista a El Mundo: 'Se cometió un error'. Fue más lejos. El líder del PP reconoció que 'en esa situación, lo lógico' era que el Consejo de Seguridad de la ONU tomara la decisión. Acto seguido Rajoy dio un paso atrás y se volvió a aferrar a argumentos viejos. 'Si hubiéramos sabido que no había armas de destrucción masiva no habríamos apoyado la intervención', se defendió. Después de todo, el propio Rajoy había respaldado, como miembro del Gabinete, la decisión de Aznar de implicarse en la operación y defendió con 'convicción' la existencia del arsenal iraquí.

No es la primera vez que personajes del partido se desmarcan de la postura fijada por Aznar. Los mismos argumentos entre los que Rajoy busca una postura coherente, fueron puntadas sueltas en la época de Aznar. En su libro 'Memorias de entreguerras', el ex ministro de Defensa Federico Trillo descubrió detalles del Consejo de Ministros en el que se decidió el apoyo español a la invasión. Entonces, frente al grupo más cercano al presidente, Rodrigo Rato, Juan Costa y Cristóbal Montoro se opusieron en firme a la invasión. En algunos momentos también Jorge Dezcallar, jefe de los servicios de inteligencia, se pronunció en contra de apoyar la operación militar.

Las razones del equipo económico eran electorales. Rato estaba convencido de que una decisión de ese calado y en contra de la opinión pública perjudicaría seriamente las opciones del PP. En las municipales de mayo de 2003, sin embargo, el PP mantuvo el tipo. Perdió por sólo 125.000 votos, frustrando el vuelco que esperaban los socialistas. El espejismo de una dulce derrota frente a los socialistas tranquilizó a la dirección del partido sobre las consecuencias de su apoyo al conflicto bélico. Nadie podía adelantar lo que se avecinaba en las generales de 2004. Rato había dado en el clavo.

Consecuencias electorales

En Génova tampoco estaban completamente tranquilos. En el libro 'Si yo fuera presidente', la periodista de Público María Jesús Güemes y Pablo A. Iglesias desvelan una conversación entre Rajoy y un candidato de Castilla y León. El líder del PP confiesa su temor por el efecto que tendría un atentado contra tropas españolas destacadas. 'Hay que rezar para que no haya un atentado en Irak', concluyó.

El atentado no fue en Irak sino en Madrid y también entonces se hicieron valoraciones electorales. El mismo libro descubre las frases de dos 'fontaneros' de La Moncloa: 'Los etarras se tienen que comer este marrón después de todo lo que han hecho (...) Vamos a conseguir un escaño por cada muerto'.

A pesar de las consecuencias que preveía, el vicepresidente económico fue leal y acabó cerrando filas. Todos los ministros lo hicieron. Cuando salieron de la sala donde se celebra el Consejo de Ministros, escenificaron un apoyo cerrado al presidente, pero algo se había roto ya entre Aznar y Rato. Desde entonces, la lealtad de Rajoy en esa decisión le colocó en una posición de privilegio para convertirse en el sucesor. Rato empezaba a perder sus últimas opciones de presidir el PP.

Aznar, por su parte, dejó el domingo clara su postura: volvería a apoyar paso por paso la misma guerra que instaló hace cinco años el caos en Irak. Pese al odio, la violencia, el terror y la sangre que inunda el país. Lo reconoció orgulloso en una entrevista con la BBC, ante la estupefacción de la mayoría.

No es la primera vez que ocurre. Otras veces los pasos hacia la moderación de cargos del PP han sido atajados por la dirección del partido. Esta vez, ha intervenido directamente el presidente de honor del PP y de FAES. Parece que la guerra de Irak no es un 'asunto del pasado', como afirma a veces Rajoy.

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