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¿Comeback kid?

'El regreso del muchacho' o Zapatero ante los obstáculos del Constitucional y los mercados

ERNESTO EKAIZER

Cuento con tu voto le dijo por teléfono Pascual Sala a Eugeni Gay la víspera de la votación, el jueves día 20 de noviembre, en el Tribunal Constitucional.

Y yo, Pascual, cuento con el tuyo respondió Gay.

Eugeni Gay era cortejado hasta última hora de la elección del presidente del Tribunal Constitucional tanto por el bloque llamado progresista como por el de la derecha. Aparecía como la bisagra para unos y otros. Pero Gay también quería, por proceder de un turno que podía aspirar a ella por antigüedad, esa presidencia. O, en todo caso, después de postularse en primera votación y perder de 'manera digna', apoyar a otro candidato. El Estatut catalán era la frontera que Gay no podía franquear. Por tanto, pese al flirteo negociador con la derecha, el pacto Sala-Gay se abrió paso en la mañana del jueves día 20 de enero.

Y fue el Estatut lo que marcó a fuego la derrota de aquel que se presentaba en los últimos meses como el presidente in pectore: el profesor Manuel Aragón. Que su conducta durante el debate sobre el Estatut podía afectar a sus planes no escapaba al catedrático de Derecho Constitucional. Ya en la copa de la recepción del Día de la Hispanidad, tras el desfile militar, el pasado mes de octubre, Aragón explicó al entonces presidente de la Generalitat, José Montilla, que, en realidad, había sido él, Aragón, quien salvó el Estatut, porque los recortes podían haber resultado mayores.

Minutos más tarde, Montilla, que no salía de su asombro, comentó lo que acababa de decirle Aragón a la entonces presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, quien no reprimió un comentario mordaz.

La mayoría de los sociólogos cree que el PSOE no podrá remontar

Pero, en efecto, Aragón intentó justificar su postura ante otros miembros del Gobierno, entre ellos uno de sus valedores, el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, con el argumento de que había conseguido limitar el daño.

Aragón comenzó a ver nubarrones en su plan cuando el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, impidió que el nuevo presidente del TC fuera elegido antes de las elecciones de Catalunya, el pasado 28 de noviembre. Una segunda bofetada a los catalanes, no.

Días antes de la fecha señalada del pasado 20 de enero, Aragón hizo el intento definitivo de salvar su presidencia, sobre la que ya no las tenía todas consigo. Y visitó al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el palacio de la Moncloa. Pero el presidente, que siempre le había defendido ante aquellos que le habían vaticinado la 'traición' de Aragón en el debate del Estatut, ya estaba decepcionado. Una decepción que también alcanzaba al ministro de Justicia.

La presidencia del TC es importante por dos razones. Primera, por el control de los tiempos, el calendario, y segundo, por el voto de calidad del presidente. Y dado que existen recursos que afectan, o al menos agitan la polarización en la vida política, como el de la ley del aborto o el matrimonio homosexual, esa presidencia es vital.

Es tanto como acertar, por ejemplo, en la recapitalización de las cajas de ahorro en momentos en los que la financiación internacional permanece cerrada para ellas, encareciendo además el crédito que negocian los grandes bancos.

Tanto es así en el caso del TC que si la contienda Aragón-Sala anulaba a los dos, aquellos que impulsaban a Sala preparaban una presidencia provisional con la figura de Elisa Pérez-Vera, que será sustituida, como Gay, cuando el Congreso finalmente elija los cuatro magistrados pendientes.

'The Economist' cree que aún hay margen para la recuperación

Zapatero, pues, tendrá el frente constitucional despejado en lo que queda de legislatura. Sobre esta victoria, los cambios que se avecinan en el Mecanismo de Estabilización Financiera en la Unión Europea (el martes 25 de enero se emite con previsible éxito el primer eurobono para captar fondos por parte de dicha entidad) y la recapitalización de las cajas de ahorros, el presidente espera despejar también los nubarrones en los mercados. Con todo, Zapatero tendrá que encajar la mala noticia de la Encuesta de Población Activa del viernes 28 de enero sobre subida del paro en el último trimestre de 2010.

Bill Clinton se llegó a llamar a sí mismo con el nombre que le habían puesto los medios de comunicación: The Comeback Kid. Y ahora, en la política norteamericana, de cara a las elecciones de noviembre de 2012, el mote lo ha heredado el presidente Barack Obama. ¿Existe alguna posibilidad para que esa definición coloquial, referida a la persona, un político o un actor que tras una situación muy difícil de pérdida del favor de propios y extraños, caída en un pozo profundo de impopularidad, que protagoniza, contra todo pronóstico, una recuperación espectacular, se aplique a Zapatero?

La respuesta de la mayoría de los sociólogos especializados en encuestas es, a la luz de los antecedentes en la vida política española, no. La idea que tienen ahora mismo veteranos políticos socialistas es, también, no. A lo sumo, aquellos que conceden la posibilidad teórica de esa recuperación del PSOE la condicionan a dos escenarios: la renuncia de Zapatero a un tercer mandato en favor de un candidato como, por ejemplo, Alfredo Perez Ru-balcaba, y a algún accidente, o acontecimiento inesperado de suficiente impacto nacional como para borrar el desencanto de esta segunda legislatura socialista.

Zapatero tiene despejado el frente constitucional' por esta legislatura

Zapatero ganó la campaña electoral del 2004 a Rajoy y dio el sorpasso el 14-M a horcajadas de los graves errores de Aznar y Rajoy ante el atentado del 11-M. En Alemania, ese accidente, por ejemplo, tuvo lugar con las inundaciones del verano del 2002, que permitieron a Gerhard Schröder ganar, frente a Edmund Stoiber, un segundo mandato.

Pero, en todo caso, los rescoldos de esperanza dentro del PSOE se avivan sólo por la debilidad del entusiasmo que concita aquel que aparece en estos momentos como el caballo ganador: Mariano Rajoy. Y, sobre todo, destaca esa debilidad entre quienes deberían darle su respaldo sin fisuras.

Es el caso, para tomar un ejemplo de estos días, del semanario britanico The Economist. Aun cuando califica de 'demasiado tarde' el viraje de Zapatero hacia los mercados, sostiene: 'Una rápida reforma puede dar a los socialistas tiempo para recuperarse en 2012'. Y en la única referencia a la oposición, añade: 'El tiempo para perder el tiempo se ha acabado, dice el líder del PP Mariano Rajoy. ¿Apoyará él un pacto nacional? Él ha preferido dejar al Gobierno correr solo con la impopularidad de la reforma. Pero Zapatero no necesita esperarle a él o a los sindicatos. Tiene una oportunidad de oro para actuar ampliamente ahora'. Zapatero y el PSOE han aplicado los programas de gobierno y oposición al mismo tiempo y pueden disputar ante los mercados su legitimidad al PP. Pero los mercados no votan.

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