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La crisis cambia el 'cinturón rojo' de Barcelona

El castigo de las urnas al PSC. La comarca donde el president José Montilla puso los fundamentos del Tripartito ha sufrido duramente la crisis económica y en sólo siete años los votantes socialistas han pasado del 40 al 23%

DAVID GUERRERO

El mercado de Bellvitge es uno de los epicentros comerciales del extrarradio cada viernes y un reflejo de la realidad de la segunda ciudad más grande de Catalunya. La mayoría de tenderos son los mismos desde hace años, pero los compradores han cambiado: ha crecido el número de hombres que pasean por el mercado, y la multiculturalidad de la ciudad se hace cada vez más evidente en la diversidad de gente que en una fría pero soleada mañana del viernes aprovecha para comprar ropa a bajo precio.

Juan es una de esas personas que hasta hace poco no había venido nunca al mercado. Ha trabajado cerca de 20 años en una fábrica de componentes en Cornellà, pero la crisis económica acabó con su puesto laboral y el de sus compañeros. Ahora, cerca de la edad de jubilación, ya no encuentra ningún trabajo. 'Con mi edad ya nadie me quiere contratar, así que aprovecho para hacer cosas que no había podido hacer hasta ahora', y reconoce que va al mercado 'más a mirar, que a comprar'.

El PSC sólo ganó a CiU en Cornellà, Viladecans y L'Hospitalet

A su lado, Antonio, ya jubilado, entra directamente en política y se queja de que 'los socialistas no han hecho las cosas bien'. Sin embargo, Juan, Antonio y muchos otros vecinos de L'Hospitalet votaron al PSC el pasado domingo. Junto con Cornellà y Viladecans, L'Hospitalet es la única ciudad del cinturón rojo que ha apostado por el voto de izquierdas. En el resto de la comarca, el voto se ha invertido y CiU ha dado la vuelta a los resultados convirtiéndose en la fuerza más votada del Baix Llobregat.

Desde la restauración de la democracia, sólo se había producido una situación similar en 1995, todavía con los efectos de la crisis de 1993. Ahora el cinturón rojo industrial de los años setenta ha evolucionado y los servicios han ganado peso frente a la industria. Las grandes fábricas se combinan hoy con centros de investigación.

Un grupo de población que ahora se hace presente en la comarca y que hace 15 años era prácticamente inexistente son los inmigrantes. Gabriela es una de ellas; llegó a Catalunya hace seis años y reconoce que 'al principio fue muy difícil', pero a día de hoy se siente 'bastante integrada' y feliz. Cuidaba de una anciana pero ahora no tiene trabajo. Su marido sí, actualmente de comercial, y a los niños 'no les va mal en la escuela'.

Resultados similares se dieron en la comarca tras la crisis de 1993

Sin embargo, Gabriela reconoce tener amigas 'que lo están pasando muy mal porque no encuentran trabajo y están lejos de casa'. L'Hospitalet y el Baix Llobregat han recibido un gran número de inmigrantes, y ellos también se han encontrado con la crisis económica. A diferencia de otras ciudades como Badalona, en el Baix Llobregat no han aparecido discursos racistas y no se han producido conflictos con los recién llegados.

El clima de convivencia cómoda en los barrios obreros sólo se ha roto en momentos concretos, como ocurrió el pasado julio, cuando un ecuatoriano murió al recibir una paliza en el barrio de Sant Ildefons y, según los familiares, fue por motivos racistas. Es un caso aislado, pero el rechazo a los inmigrantes se ha expresado a través de las urnas con un incremento de los votos del PP (un 3% respecto a 2006) y de la xenófoba Plataforma per Catalunya (roza el 9% de papeletas de la comarca). Familias en paro, con dificultades para llegar a fin de mes y que viven en barrios modestos donde también han llegado los inmigrantes son el retrato robot de los votantes de izquierdas que han apostado por los partidos de mano dura con la inmigración.

Es el caso de dos vecinos del barrio de Bellvitge que miran el mercado desde lejos y prefieren no identificarse. 'Los inmigrantes creen que aquí pueden hacer lo que quieren y no tienen en cuenta que aquí mucha gente lo pasa mal por culpa de Zapatero y los suyos', aseguran. Son una minoría, pero están ahí.

El PSC ha pasado del 40% al 23% en sólo siete años. Los diferentes alcaldes y concejales de la comarca consultados por Público lo justifican por 'el voto de castigo'. Más allá de la inmigración y la crisis no se encuentran razones para la victoria de CiU en el Baix Llobregat. Juan Antonio Vázquez, alcalde de Sant Feliu, cree que 'no se ha explicado bien la obra de gobierno del Tripartito en la comarca'. Las inversiones en los barrios y equipamientos han crecido con el Tripartito y los socialistas tienen miedo de que el Baix Llobregat vuelva a ser 'la comarca olvidada que fue durante 23 años'. Sin embargo, se muestran convencidos de que 'la gente de la comarca aún es de izquierdas, pero han faltado respuestas y salidas a la crisis'.

Hay consenso en que la victoria convergente en la comarca es 'coyuntural y que los valores de la izquierda son todavía mayoritarios', en palabras del concejal de ICV en Martorell, Xavier Gómez. Ahora ponen la mirada en las municipales de mayo y, tanto los que están en los gobiernos municipales como los que hacen oposición, aseguran que el resultado de las autonómicas no se puede trasladar a las ciudades. Al menos, ésa es su esperanza.

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