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La década de la lealtad, unidad y la cohesión socialista

CAROLINA MARTÍN

Un José Luis Rodríguez Zapatero visiblemente emocionado y con la voz entrecortda en algunos momentos, rememoró ayer, en la Sala Pablo Iglesias de la sede socialista, su década al frente del partido. Era, según dijo, un día 'más propicio para los abrazos que para las palabras', 'para la memoria y para las emociones', pero también hubo tiempo para trasladarles ánimos a través de un discurso.

Ante la atenta mirada de algunos miembros de Nueva Vía, el grupo que organizó su candidatura en el 2000, como Juan Fernando López Aguilar, José Andres Torres Mora y Jordi Sevilla, que finamente asistió a la conmemoración de tan señalada fecha, Zapatero recordó la alta temperatura política del salón en la que fue elegido secretario general en 2004. Casi parecida a la que había en la planta baja de la sede de Ferraz diez años después con la presencia de una nutrida representación ministerial y miembros de las diferentes comisiones federales del PSOE. Aunque también hubo ausencias como la de Carme Chacón, Manuel Marín y barones socialistas como Francesc Antich, Guillermo Fernández Vara o Francesc Antich. Todos, según dijeron por causa de fuerza mayor.

Esta década, definió Zapatero, ha sido de 'lealtad, unidad y cohesión'. Diez años, apostilló que 'quedarán en la historia del partido y que forjarán futuros mejores', que serán buenos para España y para los ciudadanos. Los primeros aplausos los arrancó al referirse al perdedor del XXXV Congreso, José Bono, que escuchaba con gesto serio como Zapatero le incluía entre aquellos que le han demostrado su lealtad y apoyo cada día desde que fue elegido. La temperatura emotiva de su discurso fue subiendo. El momento álgido se produjo cuando el líder agradeció a los suyos la confianza que le dan y le habían dado 'os lo agradezco de corazón no sabeís hasta que punto'.

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