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Una decisión lastrada por el precedente de Aznar

Zapatero siempre juzgó un error que Aznar cambiara su Gobierno días antes del debate del estado de la nación

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

En julio de 2002, en el ecuador de su última legislatura, José María Aznar anunció una profunda remodelación de su gabinete cuatro días antes de batirse en el debate sobre el estado de la nación con un Zapatero aún en la oposición que acabó ganando el duelo. El cambio se hirvió al calor del desgaste que reventó en la reforma laboral que impuso el PP y acabó estrellada en la huelga general del 20 de junio (la del ce ce o o de Alfredo Urdaci).

Ocho años después, convertido en presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, tiene ante sí una movilización sindical, una reforma laboral en la mano, un debate del estado de la nación en la puerta y la presión de una crisis de Gobierno en su mesilla. El jefe del Ejecutivo sopesa en este contexto una decisión envuelta en pros y contras. Zapatero siempre ha puesto la remodelación anunciada por Aznar el 10 de julio de 2002 el debate de política general se celebró ese año el 14 y 15 de julio, las mismas fechas que el próximo como ejemplo de lo que no se debe hacer.

Una derrota Aznar puede dar cuenta abrasa a un Gobierno recién nacido y marchita el efecto refrescante que persigue cualquier remodelación ministerial. ¿Tendría así sentido llevarla a cabo en vísperas del próximo debate sobre el estado de la nación? Algunos dirigentes socialistas consultados por Público se aferran a este argumento para defender que no. En medio del torbellino de la crisis, un cambio ahora 'le va a durar nada', coinciden casi literalmente estas voces, que retrasan hasta después del debate cualquier expectativa de cambio.

Otros, por el contrario, consideran suficientemente alejado el calendario si un eventual anuncio de remodelación se lleva a cabo inmediatamente después de que Zapatero cierre el telón de la Presidencia el próximo miércoles en el Congreso. Quedarían en ese caso 20 días hasta el debate de política general. Así, el regreso de su participación en la Cumbre del G-20 de Toronto 25 y 26 de juniopuede ser el momento.

El calendario encaja como un puzle, según este criterio, condiserando otros elementos. El final de la Presidencia de la UE cierra un ciclo en el que Zapatero ha ordenado no realizar mudanza alguna. Aprobada la reválida europea, se levanta esta prohibición en un horizonte con la crisis aparentemente remansada y dos urgencias de calado: la elaboración de los Presupuestos y la negociación de la reforma laboral.

Un nuevo equipo designado ahora tendría en sus manos el folio en blanco para preparar los Presupuestos. Un Gobierno remodelado en otoño recibiría las cuentas con los tachones ya heredados y poco tiempo para negociarlos en el Congreso, sobre todo si se cambia el timón económico Elena Salgadodel gabinete. La discusión política de la reforma laboral sigue también esta lógica, según explican algunos interlocutores consultados.

¿Ahora o nunca entonces? 'Ahora o siempre', responde con oficio y pragmatismo un miembro de la Ejecutiva socialista. Zapatero, sólo él, tiene la palabra.

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