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"Es desesperante; ya he tirado la toalla"

La caída en picado del empleo ha hecho que se cumplan los peores augurios. España se asoma a los cinco millones de parados. Muchos, como Pepe, ya han agotado su prestación por desempleo

 

ANNA FLOTATS

Trámite B. Mesa 12. Turno de Pepe Cerón para hacerse con el último salvavidas de los desem-pleados. 'Buenos días, he agotado el paro y quiero pedir la ayuda de los 400 euros'.

¿Qué edad tiene?, pregunta sin levantar la vista de la pantalla la funcionaria de la oficina de empleo.

45 responde Pepe.

¿Hijos?

No.

En menos de un minuto, Pepe tiene en las manos un dossier de papeles por sellar, validar y firmar. Sin embargo, ninguno se puede sellar, validar ni firmar en la mesa en la que está. Próximo objetivo: trámite D. Mesa 10. 'Vale, perfecto, está aquí atrás', dice Pepe mientras se levanta. 'A ver si no tardo mucho'.

Después de 18 meses en paro, Pepe ya se orienta en el laberinto de mesas, trámites y documentos de la oficina de empleo del paseo de las Acacias de Madrid. Aun así, no se acostumbra a verse en la cola del paro. 'Jamás pensé que llegaría a este punto', cuenta con una pizca de vergüenza. 'Nunca me había quedado sin trabajo y casi se me ha terminado el paro', explica.

Con 45 años, este diseñador gráfico tiene que pedir dinero a sus padres

De entre los casi cinco millones de desempleados que hay en España, Pepe es de los que se lleva la peor parte. Forma parte de los 2,1 millones de parados llamados 'de larga duración', es decir, que llevan más de un año apuntados en la lista del Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe). 'Es desesperante confiesa. Sientes que ya no eres válido y lo peor es la frustración, la inseguridad; a mí ya todo me da pánico'.

Pepe Cerón, diseñador gráfico de 45 años, se quedó sin trabajo en abril de 2010. Llevaba dos años viviendo en Madrid, donde había empezado una nueva etapa, después de pasar casi una década en Holanda. Licenciado en Bellas Artes, pronto descubrió su vocación por el diseño gráfico. En La Haya trabajó en una multinacional turística y en Madrid, en una empresa de alimentación. 'Nunca me había preocupado por el trabajo, tenía una vida estable, no me privaba de nada recuerda Pepe. Por eso ahora se me cae la cara de vergüenza cuando les tengo que pedir dinero a mis padres'.

Para ahorrarse ese mal trago, Pepe trabajó durante un tiempo poniendo copas en un bar por ocho euros la hora. 'Al terminar, llegaba a casa, me tumbaba en el sofá y no paraba de preguntarme qué estaba haciendo con mi vida', recuerda. Con 45 años, Pepe sobrevive con 1.026 euros al mes, de los que 600 se esfuman en gastos y en el alquiler del piso que comparte.

En 18 meses interminables no ha hecho ni una entrevista de trabajo. El teléfono no ha sonado. Y el Sepe sólo le ha propuesto hacer un curso de animador de pinacotecas. 'He tirado la toalla, y eso que yo soy de los que no se rinden, pero es que ya no puedo más', confiesa Pepe.

Pepe ha solicitado la ayuda de 400 euros para desempleados sin prestación

Aunque el cansancio le ha hecho plantearse volver a casa de sus padres, en Alhama de Murcia, acaba de solicitar la prestación de 400 euros durante seis meses, el último aliento para desempleados que han agotado sus prestaciones, 'por si la cosa mejora, que nunca se sabe', aventuraba hace una semana a la salida de la oficina de empleo.

Justo al día siguiente, sin embargo, la Encuesta de Población Activa (EPA) confirmaba aquello de que si las cosas van mal, pueden ir peor. A las nueve de la mañana, las televisiones informaban de un récord histórico en la tasa de empleo española: el 21,52% de la población activa no tiene trabajo, un índice que España no alcanzaba desde el cuarto trimestre de 1996.

En esa época, Pepe trabajaba en Murcia. Vivía solo, sin apuros económicos y, como hasta hace poco, hacía planes de futuro. 'Antes me encantaba planear las vacaciones, el verano, los viajes... Ahora mi horizonte no alcanza más allá de un par de meses o tres; pero no pasa nada, la vida es así', se conforma. Pepe cuenta que está cansado de lamentarse. Ha decidido 'dejar el orgullo a un lado' y asumir la cruda realidad: que lo que parece que siempre pasa a los demás, a veces, nos puede pasar a nosotros. 'Empezaré a buscar trabajo en Murcia. He intentado resistirme, lo he querido retrasar al máximo porque para mí significa que no he podido con esto explica, pero si todo sigue igual, no me quedará más remedio que volver a vivir con mi familia'.

Desencantado con la política y los políticos, Pepe cree que todos los partidos 'son iguales'. 'Igual de sinvergüenzas y demagógicos', opina. Involucrado en el 15-M desde sus inicios ('este movimiento debería haber nacido mucho antes', dice), Pepe está convencido de que el 20-N no modificará nada. 'El bipartidismo es lo peor que le puede pasar a la democracia, pero un cambio de Gobierno siempre significa la entrada de aire nuevo', argumenta. 'El problema es cuando este aire es fétido y viene de las cloacas', remata.


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