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Diario de una ocupación

Rosa, una indignada, cuenta en primera persona cómo se gestó la toma de la vieja plaza de abastos de La Encarnación en Sevilla. El lugar se encuentra junto a las 'Setas', epicentro de las protestas

ROCÍO MUÑOZ

Sevilla no es una excepción y repite los problemas de las grandes ciudades europeas: gentrificación, privatización de lugares públicos, comercialización de espacios de ocio, la condena a la periferia de las voces y las identidades disidentes. Es decir, la misma lógica que a finales del XVII implantó el higienismo y que no era más que la 'limpieza' de todo lo que incomodaba al poder: la basura, pero también la pobreza, los enfermos, los 'tullidos' y las prostitutas. Paradójicamente, el Metropol Parasol, las Setas, donde se instaló la acampada del 15-M en Sevilla, es el mejor ejemplo de este modelo. Su plaza, desde hace unos meses, es de gestión privada. Quizá, por todo ello, la idea de la recuperación de espacios era, desde hacía tiempo, un runrún que atravesaba los encuentros de gente afín al 15-M (aunque el 15-M aún no se ha pronunciado y aún estamos en el debate sobre la identidad del espacio).

Elección del lugar

Esa idea vaga toma forma. Un grupo perteneciente a la Comisión de Acción se reúne con colectivos y centros sociales autogestionados de la ciudad. Se barajan lugares, se empiezan a pedir notas simples para conocer la propiedad de los espacios y comienza a concretarse la opción del mercado provisional de la Encarnación. Las razones son varias: está frente a las Setas, lleva cerrado cerca de un año y ha estado cedido al Ayuntamiento de Sevilla pero es de titularidad privada (un espacio público como el mercado de abastos en manos privadas). Hay quien señala que todo esto ha creado un vacío legal muy propicio porque el dueño falleció y los herederos no se ponen de acuerdo en cómo gestionar el espacio. Está claro, es el lugar.

Inspección de la zona

Organizamos las necesidades inmediatas. Se crean los grupos de trabajo esenciales: comunicación, logística, y se decide quiénes se van a quedar dentro cuando, en unos días, se haga pública la ocupación. Tras una inspección rápida, dos personas entran por primera vez. Fuera, al otro lado de la fría chapa metálica, esperamos seis. Se conecta la luz y se tantea la seguridad del espacio. Ponemos una cadena nueva y, en silencio, nos adentramos en la madrugada.

Los preparativos

De día vigilamos. Vamos concretando las responsabilidades y trabajamos sobre las posibles incidencias. Ya de madrugada entramos. Para mí, es la primera vez. El pequeño círculo que ilumina mi linterna me desanima: todo está lleno de escombros y basura. Al día siguiente, ya estamos preparados para casi todo (incluso el fracaso se me pasa por la cabeza... ¿Y si nos quedamos solos? ¿Y si nadie lo entiende?). A las 2.30, metemos material de limpieza y algo de comida. A partir de ahora, no se improvisa nada. Rodeados de puestos medio derruidos, preparamos el lugar donde pasaremos la noche. Cenamos en silencio, los nervios circulan entre nosotros haciendo más pesado el aire. Vamos distribuyendo el espacio en nuestra mente: aquí la biblioteca, aquí informática, aquí el área audiovisual...

Comienza la ocupación

Casi no hemos dormido, pero, apenas se filtra algo de luz por el doble techo de uralita, nos levantamos. Es la primera vez que vemos el espacio con luz natural. Después de comer algo, volvemos a organizar la limpieza. La prioridad son los pasillos de entrada y el de los servicios. Preparamos el que será centro de operaciones y vamos dejando mensajes en las paredes. El mío, bien grande: 'La revolución tiene nombre de mujer'. A alguien se le ocurre juntar, a modo de museo de la genealogía, todos los materiales representativos del mercado: balanzas, pesos, tablas... Poco antes de las seis de la tarde paramos. A esa hora debe estar la plaza del Ayuntamiento llena de gente que espera que empiece la manifestación por una vivienda digna. Los nervios lo ocupan todo. Un grupo espera fuera, vigila y está en contacto permanente con nosotros. La protesta se va acercando. Debe terminar, como casi todas desde el 15 de mayo, en las Setas.

'Casi nadie fuera sabe nada y yo me muero por gritar que es de todos, que ya tenemos casa'Hoy hay un pequeño cambio, no terminará en la escalinata principal sino en la trasera, justo a la entrada del mercado donde nosotros estamos. Todo está preparado y acordado, los compañeros de fuera han hablado con los organizadores de la marcha. Se escucha a través de la paredes 'Por un desalojo, una ocupación'. Fuera, lo están haciendo muy bien, no podría estar saliendo mejor. Los medios no saben lo que pasa y se posicionan para grabar el comunicado final. La gente grita 'Qué pasa, que no tenemos casa'. De pronto se despliega una pancarta en el mercado: 'De la indignación a la acción'. Casi nadie fuera sabe nada y yo me muero por gritar que es nuestro, de todos, que sí, que ya tenemos casa. Se lee el comunicado. Un grupo autónomo ha tomado el mercado. Las puertas se abren y unas 200 personas empujan para entrar, los medios lo registran todo.

Fuera, comienza la asamblea de vivienda, en el mercado nos quedamos los que vamos a resistir ante lo que pueda pasar. Somos 50. Se cierran las puertas. Nos reunimos para valorar y empezamos una rápida asamblea técnica para decidir los turnos de permanencia y horarios de apertura de la puerta. Tengo la sensación de que todo encaja.
En mitad de la asamblea llega la Policía. Vienen dos personas que dicen representar a los dueños. Uno de los abogados del Grupo 17 de Marzo que participaba en la manifestación ejerce de intermediario. Se hacen gestiones, La Casa Invisible (Málaga), Valcárcel (Cádiz) y el hotel ocupado en Madrid confirman su apoyo. Los representantes de los dueños sevan, la Policía también. Se forma el primer turno que se queda a pasar la noche. Los vecinos y los amigos nos traen comida y fijamos la asamblea.

Definición de las tareas

A esa hora, a las seis, cerca de 70 personas se arremolinan en la puerta para la asamblea. Durante más de dos horas se cuentan experiencias de otros sitios, se suma, se vuelcan ideas y saberes, se preparan proyectos y se empiezan a definir tareas: cinefórum, talleres de autoformación, mercado de trueque... Se ponen turnos de trabajo. Las puertas se abren a las 12, a las 18 y a las 24 horas.

Limpieza y desinfección

Seguimos con el trabajo de limpieza, desinfectamos y eliminamos algunos de los muchos peligros que nacen de escombros y hierros.

Nace el mercado virtual

La sala de comunicación empieza a funcionar. Tres ordenadores dan forma al mercado virtual. La asamblea Centro del 15-M se realiza en el mercado al día siguiente. Se decide apoyar la ocupación y se invita a participar de forma individual. Llueve, la noche se hace larga. Un día después, terminamos con la limpieza. El próximo objetivo es pintar y arreglar los tejados. Nos hace falta material de obra.

Comienzan las actividades

El grupo de autoformación ya tiene previstas actividades para los próximos fines de semana. Las personas con experiencias autogestionarias de Sevilla vienen este sábado y el próximo fin de semana llegan otras de fuera. Voces de La Huelga, La Sin Nombre, Pumarejo, El Huerto del Rey Moro y Casas Viejas comparten una mesa redonda con nosotros. Las voces y las identidades periféricas resuenan en el mercado. Hemos abierto un fisura en el corazón del monstruo que nos condena a la precariedad, a deudas eternas, a ser ilegales, a un sistema desigual, patriarcal, heterocéntrico y excluyente. En contraposición hemos empezado a construir otra realidad: abierta, equivalente, respetuosa, propositiva, incluyente y diversa.

Lo estamos intentando

La asamblea de hoy nos vuelve a recordar que no es un camino fácil, que tendremos muchas trabas que superar, entre ellas, la definición de nuestra propia identidad. Pero estamos construyendo, sabemos que tenemos hasta el 21 de noviembre para compartir este proyecto, para sumar. Después, los políticos olvidarán el periodo de excepción y la calma del tiempo electoral. Tenemos tiempo y creemos en lo que hacemos. Por eso seguimos gritando 'Si privatizan lo público, tomaremos lo privado'. 'Si el mercado nos gobierna, tomaremos el mercado'. Lo estamos intentando.

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