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Un dulce premio tras la aventura de Madrid

La musa de Zapatero dirigirá el ministerio para el que parecía predestinada

CAROLINA MARTÍN

Trinidad Jiménez (Málaga, 1962) tiene en su haber un buen número de ascensos desde que ingresó en el PSOE en 1983, pero su nombramiento como ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación es, sin duda, el más dulce. Principalmente, porque llega después de la inesperada derrota en las primarias de Madrid del pasado 3 de octubre, una aventura frustrada en la que se embarcó impulsada por José Luis Rodríguez Zapatero. Y además porque le devuelve al escenario internacional, donde ha forjado buena parte de su oficio de política. Primero, con Felipe González, y después, con José Luis Rodríguez Zapatero.

Junto a sus aventuras electorales en Madrid, su paso por el Ministerio de Sanidad y Política Social, en el que aterrizó en abril de 2009 sin ser especialista en la materia, ha sido la excepción en su carrera diplomática de más de 20 años de historia. Jiménez no es una novata de la política y, en esta cartera, según comentan quienes la conocen, ha demostrado que es capaz de 'generar grupos de trabajo' y de lograr acuerdos. Nada más tomar las riendas del ministerio, se enfrentó a la más cuestionada pandemia del siglo XXI, la gripe A. Su actuación fue muy valorada por sus compañeros, dado que le cogió recién llegada. La 'magnífica gestión' de Jiménez, según el presidente Zapatero, hizo que apostase por ella como candidata a disputar la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre, que tampoco ha dudado en elogiarla.

Tras el fiasco madrileño, el presidente del Gobierno ha premiado a la malagueña con la cartera de Exteriores. Un ámbito donde sí tiene experiencia. Jiménez se ocupó de América Latina en la secretaría de relaciones internacionales del PSOE con Felipe González. A partir del 35º Congreso, Zapatero la designó responsable de política internacional del partido. Precisamente, el triunfo de Zapatero como nuevo secretario general se atribuye en parte a Jiménez, que fue una de las fundadoras de Nueva Vía y embajadora de un entonces desconocido diputado leonés ante el propio González.

Tras la victoria en 2004, más de uno apostó por Trinidad Jiménez como ministra de Exteriores. Sin embargo, se mantuvo como portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, donde recaló tras otra frustrada aventura en la capital. Fue rescatada en 2006 al ser nombrada secretaria de Estado para Iberoamérica. Se acercaba así al destino para el que parecía predestinada.

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