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Los empresarios de Balears rebautizan el yate Fortuna y lo ponen en venta

EFE

El Fortuna, el yate que hasta el pasado verano tenía a su disposición la familia real para navegar en aguas de Baleares, ha sido rebautizado como Foners y puesto a punto en la base naval de Porto Pi, en Palma, de cara a su venta.

El rey renunció en mayo al uso de la embarcación, que le habían regalado en el año 2000 los empresarios e instituciones integrados en la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares (Fundatur), por lo que este círculo de empresarios solicitó que Patrimonio Nacional se lo devolviera para que pudieran venderlo.

El buque había permanecido en un hangar de Porto Pi, su base habitual, hasta que a primera hora de este viernes fue amarrado al muelle con el propósito de ser trasladado mañana hasta Port Adriano, un puerto deportivo del vecino municipio de Calvià.

Durante la mañana diversos operarios han trabajado a bordo del yate para su puesta a punto con vistas a que los potenciales compradores puedan valorar su estado.

El antiguo Fortuna es un yate de alta velocidad de 41 metros de eslora, fabricado y equipado especialmente para el rey Juan Carlos, que costó en su día 3.000 millones de pesetas (18 millones de euros).

Fue construido a partir de 1997 en los astilleros Bazán en San Fernando (Cádiz) para sustituir al anterior Fortuna, donado en 1979 por el rey saudí Fahd, que a su vez reemplazaba a otra embarcación con el mismo nombre que Juan Carlos utilizaba en aguas de Baleares desde agosto de 1976.

Con un casco de aluminio y un peso de 35,4 toneladas, la embarcación puede alcanzar los 130 kilómetros por hora, dispone de un calado de 1,47 metros y 9,2 metros de carga máxima y cuenta con un salón, un comedor, una cocina y cuatro camarotes dobles para ocho pasajeros, así como con otras tres estancias para la tripulación, que puede estar compuesta por ocho personas.

La treintena de empresarios integrantes de la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares decidieron donar el yate para uso del Rey 'como muestra de reconocimiento' por sus 'continuas pruebas de aprecio' al archipiélago y sus habitantes. El rey navegó por última vez en el barco en agosto de 2012.

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