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Los encierros provocan 25 muertos en tres años

El domingo falleció en Valencia la última víctima de los festejos taurinos populares, que causan cada año miles de heridos

JAVIER SALAS

Le echaron del recinto dos veces, pero volvió una tercera. Tenía un comportamiento 'errático', según los miembros de la peña taurina del pueblo. De nuevo frente al astado, dentro del perímetro delimitado por barreras, no supo esquivar una acometida del toro, que le seccionó una arteria con el sistema de anclajes de las bolas de fuego. El fallecido, vecino de Burjassot (Valencia), tenía 46 años y es el vigesimoquinto muerto que tiene lugar en España en los últimos tres años durante la celebración de encierros, sueltas y otros festejos taurinos populares.

Ayer, el Ayuntamiento de Godella (Valencia), donde tuvo lugar esta muerte, y la peña taurina La Cuna decidieron conjuntamente que no tengan lugar los siguientes bous al carrer previstos para los días 5 y 7 de agosto. 'Se han suspendido en señal de duelo porque ni los peñistas ni el equipo de gobierno tenían cuerpo para celebrar más sueltas', aseguró ayer un portavoz de la alcaldía. En las 24 muertes anteriores, se cumplió con este mismo luto prácticamente en todos los casos. Sin embargo, ha habido excepciones. Pamplona no suspendió los encierros después de que muriera Daniel Jimeno Romeno, de 27 años, en los Sanfermines de 2009, empitonado en el cuello.

La mayoría de los fallecidos se dan en la Comunitat

El 3 de julio murió un joven de 20 años en Fuentesaúco (Zamora), al ser corneado por un astado que le atravesó el pecho durante un encierro nocturno. Se suspendieron todos los festejos posteriores. El domingo pasado, un hombre de 35 años resultó herido de gravedad tras recibir cinco cornadas durante el primer encierro taurino en el municipio castellonense de La Vall d'Uxó, conocido como la capital del toro por la cantidad de sueltas que tienen lugar en sus calles. Precisamente, en sus calles han sufrido cornadas mortales dos personas en estos últimos tres años.

El País Valencià y Navarra, las dos comunidades con mayor tradición de sueltas populares, encabezan con seis fallecidos cada una el listado de regiones en las que más muertes se han producido desde el verano de 2007. Un repaso al listado de los fallecidos muestra además que el riesgo de muerte no tiene edad definida, ya que ni ancianos ni niños se han librado de morir frente al astado. El caso más trágico se produjo el año pasado, en Pinseque (Zaragoza), cuando un niño de 10 años murió arrollado por una vaquilla. El consistorio suspendió los demás encierros y emitió una nota en la que expresaba su deseo de que esta muerte 'tan absurda, tan gratuita, tan inútil, no fuera en vano'.

Cada año se celebran en España en torno a 20.000 festejos taurinos populares, en las que se sueltan unas 15.000 reses, ya que algunas se reciclan en varios pueblos si no han sufrido demasiado daño durante el encierro. Y aunque se trata de una cifra que no deja de reducirse por la crisis, los muertes se siguen produciendo.

Tras la decisión del Parlament de Catalunya de prohibir las corridas de toros, los defensores de los correbous la versión catalana de estos festejos se han movilizado para defenderse de las acusaciones de maltrato animal. Todo a pesar de que según la ley de protección animal catalana, incluso antes de la reforma aprobada la semana pasada, 'está prohibido inferir daños a los animales' en los correbous.

De hecho, la semana pasada un juzgado barcelonés admitió a trámite un escrito de apelación de la Asociación Nacional para la Protección y Bienestar de los Animales (ANPBA) que solicitaba prohibir los toros de fuego y los toros ensogados por entender que sobrepasan los límites de la normativa que permite los correbous sin 'daños'.

En los últimos años se han puesto en marcha diversas iniciativas para tratar de impedir más muertos en los pueblos españoles. Por ejemplo, la Generalitat Valenciana puso en marcha un decreto que obligaba a las peñas a hacerse responsables de las facturas hospitalarias de los heridos, y así actuaran con más cuidado durante los festejos. Las peñas se levantaron en armas y echaron atrás el decreto. Pero se aprobó la creación de la figura del voluntario, que cumpliría la función de agente de seguridad durante la fiesta, con potestad para expulsar del recinto festivo a quienes no estén en condiciones óptimas. Como intentaron hacer el domingo en Godella sin éxito.

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